Preocupado por las repercusiones de la evaluación realizada por el Fondo Monetario Internacional, Luis Caputo salió a desmentir cualquier cortocircuito con el organismo. También blanqueó que pronto iniciará conversaciones para un nuevo acuerdo, que entraría en vigencia a partir del año que viene.

“Aún no hemos iniciado las negociaciones del próximo acuerdo con el Fondo, con el cual mantenemos muy buena relación”, señaló el ministro de Economía. La asistencia financiera prevista en el programa actualmente en vigencia finaliza a fin de año, si bien los efectos se sentirán durante un largo rato: el nuevo cronograma para devolver los U$S 44.000 millones vence a fines de 2034.

Caputo recurrió a las redes sociales para ratificar, de paso, algunas bases de su política cambiaria. “No hay ninguna devaluación prevista. El 80/20 se mantiene y el Fondo no tiene problema en esto. El crawl de 2 por ciento se mantiene también”, enumeró.

Así, el ministro desmintió los rumores de cierto malestar en Washington. Fuentes libertarias se enojaron por una supuesta exigencia de devaluación publicada por Clarín, un medio que suele ser bastante tolerante con las prácticas y las políticas del gobierno de Javier Milei.

Los rumores se vieron potenciados por un párrafo del informe en el que el FMI mencionaba la promesa del gobierno de que el dólar “blend” de 80/20 entre cotización oficial y CCL (una mezcla que ofrece un tipo de cambio más atractivo a los exportadores) desaparecería a fin de mes. En realidad, era un “copy-paste” del informe anterior, de fin de enero, en el que se barajaba esa posibilidad. Presuroso, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, recordó (en un área que no es de su competencia) que la decisión sobre el tema la tomarán “las propias autoridades de Argentina”.

Lo cierto es que una somera lectura al staff report, el informe que los técnicos elevan al directorio cuando concluyen una revisión, alcanza para comprender todas las reservas del FMI, que no terminan de ser tapadas por la baja de la inflación ni por el quinto mes de superávit fiscal consecutivo que anunció Caputo.

Si bien reconoció que el programa está “encarrilado”, la comunicación oficial del organismo reclama “mejorar la calidad del ajuste fiscal, iniciar pasos hacia mejorar el marco cambiario y monetario, e implementar una agenda de reformas estructurales”.

En particular, la vicedirectora Gita Gopinath (la mujer fuerte en la conducción del organismo) exigió “mejorar el apoyo político y social a las reformas” como también “la calidad del ajuste”. Puntualmente, instó a “reformas más profundas en impuestos, jubilaciones y en el reparto de ingresos (coparticipación), incluyendo levantar impuestos distorsivos”, en referencia al PAIS, asociado al cepo. También pidió una política cambiaria más flexible para “mejorar aún más la cobertura de reservas”; sólo por delicadeza, no usó la palabra devaluación.

¿Única alternativa?

Aun con esas reprimendas, el gobierno piensa que el FMI sigue siendo la única alternativa potable para conseguir dólares constantes y sonantes que permitan levantar el cepo. Si no cuenta con un colchón de divisas, la quita de restricciones cambiarias desembocaría casi con seguridad en una estampida del tipo de cambio.

Más allá de los estrambóticos números que suele lanzar el presidente Javier Milei, poco es lo que ha progresado el equipo económico en ese aspecto. El Banco Central, que dirige Santiago Bausili, acumuló unos U$S 17.000 millones en los últimos seis meses, al precio de colocar bonos en dólares para las deudas impagas del año pasado (U$S 10.000 millones) y pisar pagos de importaciones actuales (el Fondo calcula que son unos U$S 7.000 millones desde diciembre).

Los números son gruesos, pero en definitiva, cuando se le saca el maquillaje, el aspecto del BCRA en lo que a divisas se refiere es muy parecido al que ostentaba durante el anterior gobierno. Las versiones sobre “repos” (préstamos garantizados con bonos) y sobre aportes de fondos árabes o qataríes jamás se concretaron. Esta semana desde el oficialismo agitaron posibles préstamos del Banco Mundial por U$S 2000 millones, pero recién para 2025.

El panorama no cambió ni siquiera con la temporada alta de liquidación de agroexportadores, que siguen retaceando divisas: en lo que va del mes el BCRA sólo adquirió 25 millones de dólares. Ese número, impensado para esta altura del año, más la diferencia en la evolución del dólar y del resto de los precios (13% frente a 71% en medio año), es lo que fomenta las hipótesis de devaluación. «