Dicen que es un mito pero lo romántico de la historia tiene su atractivo. En 1829, en la estancia La Caledonia (en ese momento propiedad de John Miller, hoy un lugar de cabañas boutique) se firma el Pacto de Cañuelas entre Juan Lavalle y Juan Manuel de Rosas. Se lo considera uno de los tratados más importantes que definió el destino de Buenos Aires hasta 1852.
Hasta acá es el dato histórico. Pero lo particular ingresa ahora: es ahí mismo donde aparentemente nació lo que hoy conocemos como dulce de leche, cuando una “criada” de Rosas estaba preparando la “lechada” (leche caliente con azúcar), descubre a Lavalle descansando en el catre de Rosas, y al ser el enemigo del dueño de casa, la mujer cruza el patio para alertar a la guardia. Cuestión que entre ir y venir, la leche en el fuego se caramelizó dando lugar a lo que desde 1998 se celebra cada 11 de octubre como patrimonio cultural y gastronómico de la Argentina.
Por eso, y una producción que lo dignifica, Cañuelas es la Capital Nacional del Dulce de Leche: aquí surgió la primera industria lechera del país. Pero este partido, ubicado a menos de una hora de distancia de CABA por la Autopista Ezeiza–Cañuelas, es mucho más que el dulce de leche. Es uno de los principales polos gastronómicos de la zona, una insignia del turismo rural y un destino que crece como escapada año a año, a pesar de las crisis económicas.
Atractivos
A Cañuelas se la conoce así desde que fue primera línea de fortines allá por 1771. Hoy abarca varias localidades, cada cual más preciosa, y con una diversidad de oferta gastronómica, cultural, histórica y rural que se convierten en un imperdible de las tierras bonaerenses. La ciudad se complementa con otras localidades como Uribelarrea con su oferta gastronómica; Máximo Paz, Alejandro Petión, Gobernador Udaondo y Carlos Casares. Cada una con sus atractivos e historias, son una invitación a disfrutar un fin de semana. O más.
Es en Carlos Casares donde surge la historia láctea con Vicente Lorenzo del Rosario Casares, en la estancia San Martín (por el Santo San Martin de Tours) y donde en 1889 se establece la primera industria: “La Martona” (por Marta, su hija, que fue la madre de Adolfo Bioy Casares).
Cuestión que llegaron a manejar 22 mil hectáreas, 17 mil cabezas de ganado, y en los 70 tambos procesaban la leche producida por 4800 vacas por día hasta que cerraron en 1978, durante la dictadura cívico–militar, año en el que Mastellone Hnos. (La Serenísima) se quedó con esta empresa. Calidad e historia hacen del dulce de leche una estirpe que impulsa a la región. Hay que agendarse la fiesta (que suele ser en noviembre) porque es imperdible.
Dan ganas de ir ya mismo a Cañuelas y recorrer cada uno de los lugares porque es fácil y acá nomás. Se puede hacer un alto en la estación de servicios de la rotonda con sus particulares instalaciones. ¡Hasta las puertas de los baños sorprender con gigantografías de tus actores y actrices favoritas!
Uribelarrea lidera el ranking de sitios encantadores de la ruta gastronómica junto a un sinfín de cervecerías artesanales que se lucen en la Fiesta de la Picada y la Cerveza Artesanal. El pueblo tiene un encanto tal que fue y es escenario de películas como Juan Moreira de Leonardo Favio (1973); Evita de Alan Parker (1996); Boda secreta de Alejandro Agresti (1988); y las novelas Ricos y famosos y Amor sagrado, entre tantas filmaciones.
Sucede que Uribelarrea tiene el poder de lo añejo y lo sabroso como atracciones. Podés visitar la vieja estación de tren o ir a pulperías o restaurantes caseros donde probás los mejores asados de la zona. Carne no te va a faltar. Tenés la Escuela Agrotécnica Salesiana «Don Bosco», casas de té y tortas para la tarde, ferias de antigüedades y locales para llevarte quesos y embutidos de la zona.
Cañuelas también puede ufanarse de otro rótulo: ser la «cuna del mejor polo del mundo”. Podrás recorrer una docena de establecimientos de cría de petisos, entrenamiento o simplemente disfrutar del deporte que llevó a La Dolfina al mundo.
Viñedo
Si la ruta gastronómica de Uribelarrea lo sorprende, estírese 10 kilómetros más porque llegará a Finca “Don Atilio”, un emprendimiento joven que desde 2017 abrió sus puertas a los turistas que quieren conocer el mundo del vino bonaerense.
Los fines de semana se realiza una recorrida por los viñedos; luego por el proceso de elaboración del vino en la bodega y finalmente una degustación acompañado con una picada.
Son tan sólo 90 kilómetros desde el Obelisco, a unos 63 kilómetros de CABA y a 82 de La Plata para llegar la finca de 200 hectáreas en estación La Noria.
Es el primer viñedo de la Cuenca del Salado, y se lo visita con reserva previa los días sábados, domingos y feriados. El punto de encuentro es La Pulpería de Uribe.