Entre los isleños del Delta, hay un axioma que reza «el río te lleva cosas y el río te trae cosas». Refiere a la incontenible fuerza de arrastre de las aguas, aunque parezcan calmas. Con esa fuerza, el río une a las personas desde tiempos inmemoriales. Así como reunió en sus orillas a las sociedades primitivas, unió también a este grupo de cinco personas que aportan sus saberes para reunir a su vez a otras, más no sea por una tarde, y compartir los secretos del río.
Canoa Roja surge de un encuentro en un río, entre Lucas, Rocío y Nicole. Luego, se sumaron Rodrigo y Majo. La canoa roja es una elegante y pequeña embarcación construida con maderas nobles, que llegó a manos de Lucas hace muchos años, quien con mucha pasión se dedicó a restaurar y hoy, navega por los arroyos del Delta. «Entre todos, conformamos un equipo realmente hermoso», comentaron a Tiempo.
Una jornada en el Delta
La movida arranca por la mañana, cerca del mediodía. A orillas del río, se reúne Canoa Roja con los visitantes. En una ronda informal, se hacen las presentaciones y se explican las medidas de seguridad. Hay también una charla técnica sobre cómo remar. A no asustarse, es para cualquiera que pueda subirse a la canoa. Se colocan los chalecos de seguridad y al agua. «En 25 años que guío, nunca se me dio vuelta una canoa», presume Rodrigo. «No seas mufa», lo retan.
El lugar de destino está muy cerca, pero el viaje en canoa no es solo para un mero traslado, sino para adentrarse en los arroyos del Delta. Diez desconocidos inexpertos reman cada uno a su ritmo, pero intentando seguir el ritmo del resto. Un guía parado detrás se ocupa de lo importante: el control de la canoa y el relato. Los tipos de plantas y flores, los por qué, los niveles del agua, el rol de las raíces de los árboles, el gas escondido en el fondo del río, la fauna. Los integrantes de Canoa Roja conocen todos los secretos del Delta y les encanta compartirlos.
«Canoa Roja para nosotros simboliza ese encuentro, esa sincronicidad y todas las ganas de querer construir juntos un proyecto donde poder disfrutar del encuentro y de transmitir a quienes nos visitan nuestra pasión por el Delta, abriéndoles las puertas de nuestra casa», invitó Rocío.
El paseo turístico es cautivador y capaz de conectar con la naturaleza hasta el más reticente, pero ya pasó el mediodía y empieza a picar el bagre. En una de las islas, espera el taller donde Lucas hace su magia. Cuenta con espacio amplio y con mucha y buena comida casera. El menú varía, pero uno puede encontrarse con sánguches de carne manjar a la criolla, una picada infinita con pan fresco y los mejores humus o unas empanadas de bondiola que por sí solas valen la visita. Todo, regado con vino tinto.
Hay también tiempo para la música. Guitarra en mano, Rodrigo despunta el vicio de cantar tangos, mientras Lucas y Majo ofrecen una mini clase sobre cómo bailarlo e invitan a los visitantes a bailar. Para los más curiosos, se cuentan también los detalles del proceso productivo del taller; desde la madera pelada hasta que se convierte en remo o canoa.
«Nuestra propuesta se diferencia en ese sentido. Buscamos crear experiencias muy íntimas y cuidadas. Acercamos a la gente a vislumbrar algo de nuestro mundo. Queremos que conozcan el Delta desde una mirada local, compartiendo nuestras experiencias como habitantes del lugar. Traerlos a conocer la vida más cotidiana y residencial del Delta, su cultura, su movida artística y visibilizar el valor cultural que tiene el oficio de la construcción artesanal. Abrirles las puertas del taller, compartiendo comida casera, cuidadosamente preparada, y compartir la dinámica de lo que allí sucede, entre el tango, la construcción y las canoas», detalló Nicole.
El equipo de Canoa Roja
Rocío vivió durante muchos años en el Delta y es una amante de ese habitar. Realizaba paseos para amigos y conocidos, y mostraba con entusiasmo la idiosincrasia del lugar. Conocía y admiraba las famosas canoas que construye Lucas de manera artesanal.
Lucas es fundador de Selknam Canoas y co-fundador de los biguaes, una escuela en el Delta. Hace más de 25 años, construye canoas de manera artesanal, con las cuales ha realizado diversos viajes y expediciones, con el fin de visibilizar el gran valor cultural de un oficio que se está perdiendo. Junto a Rodrigo y 5 personas más, diseñaron y construyeron a mano la canoa Wintek, una canoa completamente original, con la cual planean navegar los mares Australes y llegar a Isla de los Estados. La gente puede conocerla y conocer sobre esta increible travesia en el taller.
Nicole frecuentaba de pequeña el Delta con su abuelo, quien transmitió la plenitud y la paz de recorrer este bello lugar. Junto a Rocío comenzaron a navegar con más frecuencia, buscando descubrir nuevos rincones, visitando museos, conociendo más sobre la historia del lugar. En una de esas remadas, fantasearon con la posibilidad de hacer estos mismos paseos con las canoas de Lucas, que parecían de sueño. Un día de tantos, el río los reunió y la conexión entre los tres fue inmediata.
Luego, Lucas introdujo a Rodrigo y Majo. Rodrigo es multifunción. Es guía y trabaja a la par de Lucas en el taller, construyendo pieza por pieza estas canoas y sus remos. Con su voz y su música, complementa cada encuentro. Majo es compañera de los chicos, traductora de señas y excelente bailarina de tango.
La invitación de Canoa Roja es completa. Para conocerla, es cuestión de contactarse a través de Instagram con @canoa.roja. La actividad dura unas tres horas y los recuerdos, por siempre. Por un rato, los problemas desaparecen. Quizás, se los lleva el río.