Con varios cortometrajes en su haber y un largo codirigido en 2013 (“Vidrios”), Federico Luis no es un desconocido en el Festival de Cannes. El realizador argentino, que antes utilizaba su apellido Tachella, ya compitió en 2019 por la Palma de Oro con un cortometraje titulado “La siesta”. Su regreso al evento francés, con su ópera prima “Simón de la montaña”, no pudo haber sido mejor. Presentada en la Semana de la Crítica, dedicada a primeras y segundas películas, acaba de ganar el premio al mejor film de esa sección y es una de las fuertes candidatas a quedarse con la Cámara de Oro, que se entrega a las primeras películas de todas las secciones del festival.
“Simón de la montaña”, que tiene como protagonista a Lorenzo “Toto” Ferro (“El ángel”), se centra en la vida y las experiencias del tal Simón, un joven que vive en la Patagonia con su madre (Laura Nevole) y la pareja de ella (Agustín Toscano) pero pasa gran parte de su tiempo con un grupo de jóvenes discapacitados con los que parece sentirse más cómodo y comprendido que en su casa. El problema es que, para poder estar más tiempo con ellos e ingresar a la institución a la que concurren, Simón tiene que hacerse pasar por discapacitado. Y con la ayuda de Pehuén (Pehuen Pedre), su mejor amigo allí, se arma una suerte de personaje –empieza a sacudir la cabeza, a hablar de modo entrecortado, se pone un audífono y dice que no escucha– para poder seguir compartiendo más tiempo con ellos.
Cuando su madre se entera, las cosas se complican, pero Simón insiste en su nuevo “personaje” también ante ellos, y la cuestión se vuelve particularmente tensa en lo familiar y lo institucional, ya que nadie sabe muy bien qué hacer con él. Para el resto de sus amigos, no es un problema. Ellos lo adoptan como uno más y Simón pasa a ser parte del grupo, uniéndose a ellos en algunas peligrosas aventuras e intentando conseguir un certificado de discapacidad legal.
“Simón de la montaña” transita con mucha delicadeza y credibilidad un límite fino en lo que respecta a su temática. Es un drama familiar sobre la búsqueda de identidad y la necesidad de encontrar un lugar en el mundo de parte de un joven que solo se siente comprendido y aceptado sin reparos ni conflictos cuando está con Pehuén, Kiara (Kiara Supini) y sus otros amigos neurodivergentes. La película de Luis se pregunta sobre temas como la normalidad, la solidaridad y los lazos afectivos que se arman en lugares en los que la gente no es permanentemente obligada a actuar de un modo que no desea o a hacer cosas que no quiere.
Con una actuación extraordinaria de Ferro, que es muy creíble en su lenta pero constante transformación en otra persona –al punto que el propio espectador en un momento pondrá en duda si es o se hace cuando decide continuar con la “personificación”–, “Simón de la montaña” es una notable ópera prima, llena de detalles, de inteligentes observaciones y capaz de presentar a un personaje conflictivo y quizás hasta problemático sin juzgarlo, entendiendo que está buscando algo así como su lugar en el mundo y que quizás lo haya encontrado en el menos pensado.