Su nombre ya empieza a ser sinónimo de buenas performances, ya que su devenir como actriz así lo fue demostrando y le fue dando ese voto de confianza que toda actriz joven necesita, tanto desde la crítica, como del público y sus colegas. Camila Peralta llega los martes a la calle Corrientes, al Metropolitan, a partir del 13 de agosto, con una de las piezas del circuito off que según el boca en boca de los amantes del buen teatro, fue la obra del año durante 2023: interpretará Suavecita, obra que le valió a la actriz oriunda de Balcarce, un premio Trinidad Guevara en el rubro revelación. Es un unipersonal donde, con humor pero con potencia dramática, Camila narra la experiencia de una joven que se vuelve un mito urbano, salvando vidas con su trabajo de meretriz. Allí muta, muestra su maleabilidad interpretativa y lleva a distintos estados al público demostrando por qué la obra fue creciendo, de una sala en Villa Crespo, para pasar a la sala Caras y Caretas (mediana) y para terminar en el circuito comercial.
Peralta antes de Suavecita actuó en otra obra escrita y dirigida también por Bontempo, llamada En la piel, donde destacó y de allí fue abriéndose el camino. También estuvo en División Palermo, Planners y protagonistas, y recientemente pudo protagonizar Clara se pierde en el bosque, con dirección de Camila Fabbri, basada en su libro El día que apagaron la luz. Además fue parte del elenco de Adulto, dirigida por Mariano González, que ganó recientemente el Premio del Jurado en el Festival de Shangai, compartiendo escenas con Juan Minujin, Sofía Gala y Valeria Lois. “Hace un tiempo también se me abrió la chance del mundo audiovisual y eso está bueno, estoy contenta”, admite la actriz que viene del teatro independiente. Por estos días, y hasta diciembre, está filmando una serie (para Netflix): será parte del elenco de En el barro, spin off de El marginal, que retratará la vida en una cárcel de mujeres, donde compartirá escenas con Rita Cortese, Lorena Vega, Marcelo Subiotto, Gerardo Romano, María Becerra y Cecilia Rosetto. «Hago de un personaje que se llama Solita, que es una novata en la cárcel», anticipa la actriz, que está bastante ocupada. Además de Suavecita, en teatro hace un tiempo se incorporó Las cautivas, de Mariano Tenconi Blanco (también en el Metropolitan) y está en dos obras más: es parte de Los miedos, de Alejandro Gigena, en el Konex los domingos; y en Santos Dumont 4040 en septiembre reestrena Un tiro cada uno, dirigida por Consuelo Iturraspe y Laura Sbdar, autoras junto a Mariana de la Mata. “No sé qué hice ayer, pero las letras me las aprendo bien”, bromea.
-¿Cómo se siente que una obra llegue a un escenario más grande y cómo te adaptas como actriz?
-Era algo artesanal que fue creciendo. Trabajamos mucho para que Suavecita esté buena, desde la intimidad que generan las salas chicas, pero estas cosas te sorprenden y hay que animarse a crecer. Hay más vértigo por estar ante más gente. Pero al estar más lejos, me da cierta tranquilidad. Cuando arrancamos tenía la primera fila casi en el escenario y le veía la cara, las reacciones y eso te marca. Ahora me entrego más a meterme en el mundo que me toca narrar. Lo bueno es que fue todo paulatino, arrancamos en una sala pequeña, pasamos a una más grande y ahora a una más grande todavía. El material es potente, así que se banca poder hacerlo aunque se pierda cercanía.
-¿Cuál te parece que es la clave en Suavecita?
-Tiene algo, porque todo fue de boca en boca. La gente salía conmovida y eso fue una alegría. Se manejan en la historia distintas energías y es dinámica. Para mí fue un desafío encarar un unipersonal que demanda tantos colores diferentes. Desde la primera lectura me di cuenta que era un personaje que si o si tenía que transformarse, tenía que ir metiéndome en diferentes mundos y eso me divertía. Es una fantasía que es sólida desde cómo se cuenta y permite la reflexión, buscar identificaciones y hablar de temas por fuera de lo obvio: por eso creo que la gente le empezó a gustar y recomendarla.
-¿Cómo fue incorporarte a otro éxito como Las cautivas?
-Por suerte el director Mariano (Tenconi Blanco) es un poco como yo, muy trabajador, casi obsesivo en el detalle, entonces me permitió un proceso de ensayo interesante para hacer el reemplazo. Estuve un par de meses ensayando dos veces por semana tres horas cada día. Eso me gusto porque pude ir incorporando mis matices y mis formas. Es también una buena historia que habla del mundo femenino. Me parece que hay una mirada interesante. Es de las obras que me gustan, con matices, con complejidades humanas. Soy una actriz observadora, tomo gestos y detalles de gente que veo en la calle, pero también imagino bastante en cómo podría ser que suceda algo. Y esta es una obra que me permite eso, entonces me adapté muy bien.
-¿Sentís que venís evolucionando como actriz? ¿Te vas sintiendo más reconocida?
-Esto es un camino que una hace para siempre aprender más. Yo presto mucha atención a lo que requiere la historia, o lo que piden los directores o los creadores de cada proyecto. Entiendo que este es un camino que no es solitario, que requiere compromiso y autogestión muchas veces y eso solo se logra conectando y compartiendo con otros. Me siento privilegiada y contenta de poder hacer esto. Siempre trato de buscar lo mejor para cada mundo que me toque contar, esa es mi tarea. Hay que conectar y ver que pide el proyecto del equipo que te toque ser parte. Entrar en el código que la historia pida. A partir de ahí aportar lo propio. Si no prestas atención y te mandás, podes desentonar y no está bueno. Desde chica, supe que iba a ser actriz. No sabía cómo, pero fui conociendo gente que me fue dando herramientas y oportunidades. Tuve la suerte de cruzarme con gente generosa y todo se fue dando, pero soy consciente que me debo a los demás, sino no estaría acá. Yo estoy emocionada, y estoy agradecida. No es fácil lograr continuidad laboral y por suerte se dio. Tengo que seguir trabajando duro. Sigo siendo tímida como cuando era niña, aunque con el trabajo comencé a aprender a dominar esa energía y redirigirla. En el escenario me permito cosas que en la vida no puedo. No por el hecho de exponerse o por el reconocimiento, nunca me importó la fama o lo que piensen los demás. Creo que pasa por haber encontrado poder hacer algo que me hace feliz y eso me da cierta tranquilidad. Me da seguridad hacer algo en lo que me siento útil, y me relaja, como si fuera una catarsis de todas las tensiones que tengo.
-¿Cómo ves estos tiempos difíciles para el mundo artístico?
-Está muy duro. Estoy pendiente y cada laburo que me toca le meto el doble de energía, también por estar consciente de que hay sectores que quieren terminar con la cultura. Por ejemplo, el ataque al cine nacional me parece tremendo. Mercantilizar todo, y que solo se mida por el dinero que un producto cultural puede producir, no me parece que sea el punto. No es el rol que ocupa, pasa por otro lado. Bajo esa mirada no vamos a llegar a ningún sitio concreto, nunca cerrar la canilla puede ser la solución a la sed. Pero por suerte los artistas demostraron que en los momentos más oscuros la resistencia fluye con fuerza. Tengo esperanza, no vamos a dejarnos caer por esta situación. Creo que vamos a salir. Espero.
Camila Peralta en Suavecita
Con dramaturgia y dirección de Martín Bontempo. Martes a las 20:30 en el Teatro Metropolitan, Av. Corrientes 1343.