Confirmado: la investigación por corrupción policial en la Comisaría 35 apunta, como una inesperada derivación, hacia el exjefe de la Federal, Román Di Santo. La declaración indagatoria del detenido comisario retirado Guillermo Néstor Calviño lo enfoca directamente a él como responsable de las designaciones de toda la línea sospechada de haber armado una asociación ilícita para cobrarles sumas ilegales de dinero a comerciantes y trapitos de los barrios de Núñez, Belgrano y Saavedra.
Calviño, exjefe de la Federal y luego traspasado a la Policía de la Ciudad durante el actual gobierno, negó ser parte de esa asociación ilícita. Y, como todos los otros imputados, dijo vivir solo de sus ingresos («la jubilación de la PFA»), desconocer los hechos que se le imputan e individualizar a quienes nombraron y ascendieron a los acusados. Tal como adelantó Tiempo, la investigación va hacia arriba, pero «arriba» no es una sola ni única dirección.
«Para septiembre y octubre del año 2014, de mi último año de comisario mayor, me cita el jefe de Policía, el comisario general Román Di Santo, que se encontraba junto al subjefe de policía, Héctor Tévez, y me dice esta noche sale publicado en la orden del día interna que usted va a estar a cargo de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana», declaró Calviño. La sigla de esa repartición es «SSM» y, como tal, figura recibiendo pagos ilegales en una anotación de un cuaderno secuestrado en el despacho del extitular de la Comisaría 35, Norberto Villarreal, prófugo desde hace meses y pieza central en la causa.
Nadie sabe, a estas alturas de la investigación, quién era el padrino de Villarreal, ni por qué llegó adonde llegó. Potocar, en una declaración anterior, lo demonizó: «Es un hijo de puta que nos cagó la vida a todos». Se desentendió de él. Calviño hizo lo mismo: «Yo no propuse a Villarreal para comisario de la 35. La Junta (calificadora, el organismo interno de la Policía encargado de las promociones y ascensos) lo nombró, no yo». La Junta reportaba directamente a Di Santo.
Calviño dijo que le «llamó la atención» su designación al frente de la SSM «porque faltaba uno o dos meses aproximadamente para que se traten los pases y ascensos». Declaró que le planteó su objeción a Di Santo, y este le respondió: «la decisión está tomada».
La declaración 18 páginas del expediente le atribuye a Di Santo un poder casi absoluto en el manejo de la fuerza, a punto tal que, según Calviño, era él quien se encargaba de «los pases de todos los oficiales jefes y superiores El señor Román Di Santo materializa los pases de superintendentes, de directores y de comisarios inspectores.» Más aun: Calviño indicó que el también detenido José Pedro Potocar «fue nombrado por Di Santo».
Cuando se produjo el traspaso de la Federal a la nueva fuerza de la Ciudad, recordó Calviño: «Me comunica Di Santo que tenía que ir a ver a Rodríguez Larreta a la calle Uspallata, a la sede de la Jefatura de Gobierno. Me entrevisto con el jefe de Gobierno y el vicejefe, y me ofrecen la jefatura aludida y estaba también el jefe de la Policía Metropolitana, el comisario general retirado Horacio Giménez. Yo acepté y me refirieron que debíamos trabajar todos juntos para que lo más pronto posible se puedan unir las fuerzas». Es en ese punto, una vez más, donde la dirección «arriba» se bifurca.
El juez Farías tomó una licencia de dos semanas. Sin embargo, en su ausencia, el fiscal José María Campagnoli pidió que la causa fuera pasada a «secreto de sumario», y el juez subrogante Marcelo Conlazo Zavalía se lo concedió. El secreto de sumario es una medida que, por lo general, se implanta con dos objetivos: realizar allanamientos o concretar detenciones. «