Trescientas cincuenta personas llegadas desde distintos puntos del planeta coincidieron en la Corte Penal Internacional de La Haya. Las une el daño que les causó Monsanto. El médico argentino Damián Verzeñassi, subsecretario académico de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, fue el único representante de Latinoamérica en el tribunal que la semana pasada recogió testimonios contra la poderosa multinacional de los agronegocios, ahora adquirida por Bayer. Verzeñassi describió la experiencia recogida en los 27 campamentos 23 en la provincia de Santa Fe, uno en Córdoba, otro en Buenos Aires, dos más en Entre Ríos donde se pudo demostrar la correlación entre el uso de agrotóxicos y la creciente incidencia en las poblaciones afectadas de los casos de cáncer y otras afecciones como el hipotiroidismo, los abortos espontáneos y las malformaciones.
¿Qué puede definir este Tribunal Monsanto a futuro?
Este tribunal fue convocado con el objetivo de armar un marco jurídico que le dé a la Corte Internacional un sustento para que se reconozca en el Tratado de Roma el término de «ecocidio». Y el otro punto importante era crear un marco jurídico para demostrar el delito de daño ambiental a la vida humana y animal provocado por Monsanto. Significa un punto de inflexión.
Hace años que estudiás los daños que producen los agroquímicos. ¿Qué experiencia personal rescatás de La Haya?
Es la primera vez que vivo lo que genera Monsanto a nivel global. Había estado muchas veces en charlas en el marco de Latinoamérica. En Paraguay, por ejemplo, un miembro del gobierno de Lugo contó cómo Monsanto participó del golpe. Pero nunca había tomado dimensión real de lo que significa este monstruo. Fue conmovedor ver cómo en distintos lugares del mundo la estrategia de penetración es la misma, sea con berenjena, soja o algodón transgénico, es idéntico: se apropian de los territorios donde se producen alimentos. Son las mismas prácticas que generan los mismos daños, porque la química es la misma. Han instalado la lógica de que el científico que da herramientas para entender que esto que está ocurriendo tiene que ver con el avance transgénico, es perseguido por empleados de estas mismas empresas.
¿Expusieron especialistas y también víctimas?
Hubo un módulo en el que pudieron expresarse las víctimas. Dos chicas embarazadas que estuvieron expuestas al glifosato contaron su experiencia. Al nene francés lo operaron en París por vez número 51. Un productor de arroz de Sri Lanka contó cómo muchos habitantes de su pueblo terminaron con insuficiencia renal, lo que derivó en que ese sea el único país que prohibió el uso del glifosato. Después habló un hombre de Burkina Faso: contó cómo sus vecinos se suicidan porque no pueden sostener los costos del nuevo sistema de producción tecnológico-dependiente. Y habló un granjero francés que le ganó un juicio a Monsanto: logró demostrar que el tóxico le generó un daño neurológico importante. Y explicó muy bien el proceso de dilación que fuerza Monsanto en la justicia.
¿En qué consistió tu exposición ante el tribunal?
Mostramos nuestra experiencia desde la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario. En los distintos pueblos que recorrimos encontramos estos casos recurrentes. Y un incremento extraordinario desde 1996 hasta ahora, por el uso de agrotóxicos, que no puede soslayarse. Yo no puedo decir que sea el glifosato el culpable, pero sí hay bibliografía que dice que los agrotóxicos producen estos efectos. Según datos oficiales, desde 1994 creció un 848% el uso de agrotóxicos, con un aumento del 50% de la superficie de producción.
¿Qué significa la adquisición de Monsanto por Bayer?
Es un paso más en la monopolización del manejo de la semilla y, por ende, de la alimentación. Hoy la producción está en manos de cinco empresas. Es probable que queden tres. Hay un proyecto de limpieza de cara de Monsanto, cuando en realidad Bayer también es productora de agrotóxicos que dañan la salud.
¿Cuán informados están los argentinos sobre los efectos nocivos de los agrotóxicos en las poblaciones fumigadas?
Lamentablemente en la Argentina todavía la media de la población sigue creyendo en la falacia del milagro del campo. No se tienen en cuenta las externalidades, que para ese modelo no son ni más ni menos que personas. Creo que eso es posible por la complicidad de los medios de comunicación que están al servicio de las empresas de agroquímicos y del Estado, que más allá de los cambios de color y de ideología siempre han coincidido en no tocar este modelo sino más bien en estimularlo.
A la Corte
La iniciativa global Tribunal Internacional Monsanto busca responsabilizar a la multinacional por violaciones a los Derechos Humanos, crímenes contra la humanidad y ecocidio. Durante tres días, prestigiosos jueces escucharon en La Haya testimonios de víctimas, y en los próximos 45 días brindarán una opinión consultiva siguiendo los procedimientos de la Corte Penal Internacional de Justicia.