El encuentro para elegir a las nuevas autoridades de la asamblea del PRO terminó en un escándalo. El bullrichismo abandonó la reunión y el larretismo se abstuvo para dejar a Mauricio Macri en soledad. El ex presidente logró de todas formas imponer a su candidato.
La asamblea nunca fue demasiado importante el PRO. Hasta ahora. En medio de los tironeos por una eventual fusión con los libertarios, el órgano partidario es clave porque decide la política de alianzas.
Mauricio Macri había llegado a la presidencia del PRO tras un acuerdo con Bullrich para evitar las internas. Ese pacto incluía que Bullrich fuera designada como presidenta de la asamblea.
El problema para Macri es que Bullrich juega con Milei y el ex presidente teme quedarse sin partido. Para conservar una cuota de poder, apuesta a la supervivencia del PRO.
Antes de que comenzara la reunión, Bullrich sacó un duro comunicado donde sostuvo que Macri se había quedado “a mitad de camino”. Fue el prólogo de una jornada agitada.
Horas más tarde, Nidia Moirano, la titular saliente de la asamblea y aliada de la ministra de Seguridad, propuso que Bullrich fuera elegida presidenta sin necesidad de votar. Eso provocó una larga discusión que incluyó insultos, pero al final el macrismo logró imponer a Martín Yeza.
En ese momento, el bullrichismo abandonó la asamblea y armó una cumbre paralela en un bar de la zona.
El larretismo tampoco apoyó la designación de Yeza. “Lo único que se está debatiendo acá es quien va a tener la lapicera para negociar con La Libertad Avanza el frente electoral del año que viene. Hay una postura de fusión absoluta y otra de mantener cierta ‘autonomía especulativa’ para poder conversar con más poder los apoyos y las alianzas electorales del año que viene. Frente a estas dos opciones de fusionamos o en alianza, mi postura es la abstención”, dijo Guadalupe Tagliaferri, perteneciente a la línea de Larreta. Así, Macri conservó el partido, pero quedó debilitado sin el apoyo de Bullrich y del ex jefe de gobierno.
«Se quedan con un partido chiquito, el partido de los amigos, el partido de los perdedores», dijo Pablo Walter, cercano a Bullrich.