Al minuto y treinta y siete segundos del segundo tiempo, Brian Fernández recepciona la pelota y se adentra en el área rival. Al treinta y ocho, descarga el derechazo. Y al treinta y nueve, cuando se infla la red del arco, corre aparentemente desorbitado en el festejo. Es el 1–0 ante Deportivo Morón: será la primera victoria de Almirante Brown en el Nuevo Francisco Urbano (inaugurado en 2013), fecha 29 de la Primera Nacional 2024. Brian Fernández se libera, los brazos en cruz, y se monta en un abrazo abrasador a Daniel Bazán Vera, muchísimo más que su entrenador: desde que juega en el Brown, Brian Fernández vive en la casa de Bazán Vera.

Es el futbolista que, después de sufrir recaídas en su lucha con la adicción a la cocaína, vive con el técnico, que cuida al ser humano.

Brian Fernández, 29 años, se sumó a Almirante Brown a principios de 2024. Sin debutar, en septiembre de 2023 había rescindido el contrato con el Morelia de México 25 días más tarde de que fuera anunciado como fichaje. “Estamos capacitados para brindarle una familia sustituta, que es la que siempre encontrás en un club. Se apoya estando, siendo familia, colaborando. El fútbol no es simplemente un negocio”, lo había recibido Maximiliano Levy, presidente de Almirante Brown. El entrenador era Facundo “Luigi” Villalba, quien había reemplazado a Darío Franco, con el que Almirante Brown había alcanzado la final que perdió por el ascenso a Primera frente a Independiente Rivadavia de Mendoza en 2023. En marzo, ya con Rodrigo Alonso de DT, Brian Fernández volvió a jugar después de casi seis meses. Y el 6 de abril, en su primera titularidad, empató el clásico ante Morón: 1–1 en Isidro Casanova. A finales de ese mes, Bazán Vera asumió como técnico. Brian sumaba dos partidos sin haber sido citado. “Ayúdame Dios, sácame de este pozo por favor”, escribió el 1 de mayo en una historia de Instagram.

El Indio Bazán Vera, un ícono del Ascenso que reconoció alguna vez que comió por primera vez las cuatro comidas del día cuando llegó a la pensión de Almirante Brown, recordó minutos después del clásico del domingo pasado que nunca había perdido con Morón en sus años como delantero del Brown: que había convertido cinco goles en diez partidos (seis triunfos y cuatro empates). Bazán Vera vive ahora su segunda experiencia como entrenador después de haber dirigido a Tristán Suárez entre 2016 y 2019, en su hogar, Almirante Brown, fuera del descenso en la Zona B del Nacional pero muy lejos del Reducido.

–¿Brian Fernández vive, literalmente, en tu casa?

–Vive en mi casa de Ezeiza las 24 horas. Lo llevo a entrenar, termina, comemos en casa, se duerme la siesta, a la tarde tomamos unos mates, a la noche hacemos la comida, comemos, tomamos un té, se acuesta, y al otro día vamos a entrenar. Lo conocí cuando llegué y sentí que podía ayudarlo. Lo invité un jueves a que se venga a quedar para llevarlo al otro día a la concentración y nos fuimos encariñando. No soy solamente yo, sino toda mi familia, mis hijas, mi hermano Oscar. Se dio así, y hoy la relación es fuerte, de familia.

–“Donde va, le gritan ‘falopero’. Cada día pelea y sufre por su enfermedad. Nunca se rinde. Hace 60 días vive en la casa de su DT y lucha como nadie por vivir la vida que se merece”, dijo Levy, el presidente de Almirante. Más allá de Brian Fernández, ¿por qué se estigmatiza en el fútbol?

–Como le digo a Brian, el pasado ya está, lo estamos dejando atrás. Volver al pasado es volver a remover etapas malas de su vida. Si quieren hablar del pasado de Brian, hablemos de lo futbolístico. ¿Por qué tiene que ser siempre noticia por lo malo de su pasado? Le puede pasar a cualquiera. Nunca va a ser noticia lo bueno. Estoy para cuidarlo, para protegerlo. Quiero que hablen de su presente y de su futuro, que va a ser mucho mejor. Es maravilloso su presente, la pasa bien, disfruta de cada entrenamiento. Es un chico extraordinario; conocerlo es una de las cosas más lindas que nos ha pasado a la familia. Pero acá hay una confusión muy grande: Brian nos ayuda a nosotros y nos enseña en su lucha del día a día, y nosotros aprendemos. Todos piensan que mi familia lo ayuda. Y es más de él que lo nuestro. Lo sentimos de corazón. Es recuperar un humano. El jugador pasa a segundo plano. Es un chico cariñoso, se hace querer. La familia lo trata como a uno más de nuestros hijos. Él tiene 29 años y yo tengo un hijo de 33. El otro día tenía ganas de comer un flan y mi hija se lo hizo. Es hermoso hablar con él. Queremos que sus hijos lo vean a su papá bien, contento, contenido.

–Y en dos partidos contra Morón, dos goles.

–Los tiene de hijo, ya.

Brian le había metido dos goles a Morón con la camiseta de Ferro: 2–0 en Caballito en 2021. Sin ser goleador, también había marcado el gol del ascenso a Primera de Defensa y Justicia, en 2014: 0–1 contra San Martín en San Juan. Pero en 2015, cuando jugaba en Racing, dio positivo en un control antidoping por primera vez: un año y medio de suspensión. Las recaídas de Brian Fernández evidenciaron la “moral” del fútbol. La adicción como una de las enfermedades desatendidas en el “úselo y tírelo” del negocio. Porque la adicción es la imposibilidad: es no poder decir que no.

El gol es un cable a tierra. Es lindo hacer goles en partidos importantes. Pero voy más allá, voy al amor al gol. Es como me dijo el profe: ‘A vos, estando mal, la pelota te pega en el palo’. Me alegró de que me lo dijera. Me llegó ese mensaje, lo tomé así. Pensé solamente en festejarlo, en darle un abrazo a mi profe, que se lo merece; es para él. Hoy necesito estar un poquito más contenido desde lo emocional que algo lujoso. Eso es lo que rescato de lo que me brinda él”, le devuelve, ahora, Brian, “cómodo” en la convivencia, según el Indio. “Y él, desordenado”, le replica al DT.

Foto: @Club_AlteBrown

Cada vez que la dependencia le repica en el cuerpo, Brian lee esta frase que guardó en su celular: “La mejor venganza es la felicidad. Porque nada vuelve más locos a tus enemigos que verte feliz”.

–Hace mal de verdad leer un mensaje malo, eh. No sólo se burlan, sino que que no saben que te hacen mal. Siempre estoy alerta, las 24×7, porque puede pasar cualquier cosa en un segundo. Cuando toqué el éxito no lo pude manejar. Hoy no me está sucediendo. Disminuyeron los mensajes que recibía antes. “¿Qué pasa que no contestás? ¿Te olvidaste?”. No, no me olvidé, estoy en otra, comprendé mi momento. No lo voy a perder porque un mensaje te puede llevar a otro, y llega la llamada, y ya sabés dónde es el lugar, y llegás, y ahí, ¿cómo hacés para dar un paso para atrás? Quizá le doy charla. Pero después: “Che, voy a descansar que mañana tengo que entrenar. Dejo el celular”. Ya no quiero pagar más las consecuencias. Quizá si me pusieron este escalón tan alto es porque lo puedo saltar. El día de mañana lo único que deseo es estar en mi casa con Delfina y Milan, mis hijos, y poder levantarme y disfrutar.

El martes, 48 horas después de su golazo frente a Morón, Brian Fernández compartió en su Instagram una foto junto a Daniel Bazán Vera, su entrenador. Escribió: “Te amo rey”. La musicalizaba Compañera, de La Nueva Luna: “Porque ya he sufrido tanto, tanto/ Que hoy no puedo detener mi llanto/ Y no puedo callar mi soledad/ ¡Ay, qué soledad!/ La felicidad/ ¿dónde está yo la quiero encontrar?”.