Con palas y baldes, entre 60 y 80 personas mueven nieve manualmente todos los días hace semanas desde los recovecos más o menos accesibles hasta la zona de pistas del Cerro Catedral, en Bariloche. Las máquinas pisa-nieve complementan el trabajo, en un intento por aprovechar la poca cantidad de nieve que está cayendo en la temporada alta 2021, tanto en la Patagonia como en las áreas con centros de esquí de Mendoza. Mientras desde Brasil llegan inéditas postales blancas, la zona cordillerana argentina atraviesa un período de falta de nieve que no solo complica a nivel turístico.
“Llama la atención y preocupa la falta de nieve. Soy de Esquel, donde está el centro de esquí La Hoya, y para esta fecha el año pasado esquiaban en la puerta de las casas. Ahora ni siquiera pueden ir al cerro”, contrasta Lucas Ruiz, geólogo del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA). El especialista señala que en la estación meteorológica del aeropuerto de Bariloche se registró un 50% menos de nieve que el promedio para esta época.
La situación se da en toda la Cordillera de Río Negro y Neuquén, donde ningún centro de esquí pudo operar con normalidad en esta temporada, en la que la última nevada moderada data del 9 de julio. Las siguientes fueron leves y no permitieron acumulaciones. El panorama se repite en Mendoza, donde hasta esta semana la poca cantidad de nieve hacía inviable el funcionamiento del centro de esquí de Las Leñas, uno de los más importantes del país.
“Hay una temperatura súper alta (en el sur). Todo indica que la próxima semana seguirá igual. La ola polar de Brasil está asociada a vientos del este, entró por el Atlántico y se mete en el continente por la circulación de vientos alisios. En la Patagonia se observan centros de alta presión en los Andes patagónicos y eso hace que los vientos del oeste, que traen la humedad del Pacífico, entren por el extremo sur. Pero no están entrando. Es la continuación de un verano superseco”, detalla Ruiz desde El Bolsón. Y apunta que “el cambio climático, entendido como un aumento de la temperatura global, favorece este tipo de condiciones. Es esperable que por el cambio climático este tipo de sequías sean más comunes en el futuro”.
La falta de nieve en zonas dedicadas al esquí no es, de hecho, un fenómeno local. En Europa ya se viene registrando y se recurrió a la fabricación de nieve artificial, tal como ocurre en el cerro Catedral, en Bariloche, o en Chapelco, en San Martín de los Andes. “Lo que se observa a escala global es que muchos lugares se están quedando sin nieve en cotas bajas. Aumenta la temperatura, en zonas de montaña más que en el promedio del planeta, y entonces en cotas bajas la nieve dura menos. Muchos centros de esquí históricos de Europa van a ser inviables para fin de siglo”, alerta Ruiz. Según un estudio del Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC), el 63% de las estaciones de esa cordillera no podrá funcionar sin nieve artificial si se da una suba de 2 grados. En los Pirineos, la temperatura ya trepó 1,3°C en los últimos 60 años, un 30% más que la media global.
El calentamiento es más marcado en la montaña porque recibe más radiación y hay un proceso de retroalimentación: menos nieve, más impacto del calor solar. “La nieve refleja casi el 90%. Cuando no hay, las rocas solo reflejan el 20%. El resto lo guardan en forma de calor y se va calentando más el terreno”, explica Ruiz.
Después de un 2020 con mucha nieve pero casi sin turismo por la pandemia, Bariloche, San Martín de Los Andes y Villa La Angostura están recibiendo un buen caudal de turistas, pero es el caudal de nieve lo que complica el panorama esta vez, obligando a cerrar o restringir acceso sobre todo a las pistas para esquiadoras y esquiadores más avanzados, que usan el tercio superior de la montaña. “La experiencia es que hay años más y menos secos. Pero no podemos negar el calentamiento global”, dice Matías Marcaccini, gerente de Montaña de Catedral Alta Patagonia. Describe una tarea “literalmente a pulmón” para mover a diario nieve hacia sitios accesibles para esquiar, además del recurso de la nieve artificial. “A nivel mundial se está implementando este sistema porque el clima es algo que no podemos manejar. Entonces, tratamos de dar previsibilidad a la gente”.
Para Fernando Curetti, presidente de la Autoridad Interjurisdiccional de las Cuencas (AIC) de los ríos Limay, Neuquén y Negro, “la situación de estrés hídrico y escasez pronunciada en la cuenca viene de hace años, pero hoy lo distinto es el fenómeno en toda la zona y toda Latinoamérica: una sequía importante que viene de la mano del cambio climático y ya no es algo cíclico, sino que se viene agravando”.
“Hay que tener en cuenta que mayor calentamiento también significa menos superficie de glaciares, eso impacta en el balance”, agrega Ruiz, desde IANIGLA. Y señala que si bien estas noticias no tienen gran impacto “para el argentino promedio que vive lejos de la montaña, lo importante es tomar conciencia de que el clima está cambiando, que los recursos son finitos y lo principal que tenemos que hacer como usuarios del agua es cuidarla”. «
La sequía, no solo en el Paraná
Las imágenes de la bajante récord del río Paraná generaron un gran impacto en las últimas semanas y hasta se llegó a hablar de un “holocausto ambiental”. Sin embargo, no es la única cuenca que atraviesa problemas. La Autoridad Interjurisdiccional de las Cuencas (AIC) de los ríos Limay, Neuquén y Negro acaba de declarar la emergencia hídrica por la “escasez pronunciada” en esos cauces, “teniendo en cuenta los caudales que se requieren para el riego del área productiva y que casi no hay nieve en la cuenca del Neuquén”, según explicó Fernando Curetti, representante de Río Negro y presidente de la AIC. La medida significa que esa entidad deberá controlar el accionar de las centrales hidroeléctricas en el marco de la emergencia.