Borges es  un autor sobre el que han corrido y continúan corriendo ríos de tinta. Se lo ha enfocado desde las más diversas áreas del conocimiento al punto de que los libros que se titulan Borges y…se han  convertido en una suerte de género literario según se advierte desde la propia contratapa del libro de Leonardo Pitlelvnik. Baste citar Borges y la física cuántica de Alberto Rojo, Borges y las matemáticas de Guillermo Martínez, Borges y la música de Ana Lucía Frega, Borges y la arquitectura de Cristina Grau…

Intentar un nuevo libro de ese tipo constituye un gran desafío y, en consecuencia, también un gran riesgo que el autor de Borges y el derecho (Editorial Siglo XXI) ha decidido correr y del que sale airoso. Profesor de Derecho  Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, se doctoró en 2022 con la tesis Narración y Derecho. Las ideas de ley, justicia, reproche y castigo a partir de la prosa narrativa de Jorge Luis Borges, antecedente de este libro.

Pitlevnik deja claro su objetivo desde el principio: “(…) este libro no intenta afirmar cuál es el concepto de justicia en Borges ni se propone convertirse en una suerte  de albacea de su legado que le explique al mundo qué quiso decir cuando dijo lo que dijo. No es mi intención ser un traductor oficial de las ideas de Borges en el campo del derecho. Pero sí intentar entender de qué modo concebimos la asignación  de reproches o la idea de justicia gracias a esos espacios abiertos por sus relatos; principalmente los reunidos en Ficciones  y El Aleph”.

Borges, el derecho y la ficción

Tal como lo hizo Freud, el padre del psicoanálisis, para elaborar sus teorías, Pitlevnik recurre a la ficción para señalar de qué modo esta puede iluminar sectores de lo que suele llamarse realidad, cómo en la ficción pueden encontrarse elementos de disciplina que, como el derecho, en apariencia nada tienen que ver con ella. Vincular dos campos que habitualmente permanecen separados constituye uno de los grandes méritos de Borges y el derecho.

“Así –dice el autor- “Emma Zunz” nos permite explorar cuántas versiones de la verdad se pueden dar en un proceso judicial; “Pierre Menard, autor del Quijote” proyecta el relato hacia la cuestión de los límites de la interpretación de las leyes; “La lotería de Babilonia” explora la idea de cuánto de lo que nos toca como premio o castigo es por merecimiento o mero fruto del azar; y por último, “Deutsches Requiem” nos enfrenta a los límites del derecho y del lenguaje para dar cuenta de los crímenes más atroces”.

Foto: Clement / AFP

Para terminar de fundamentar la relación que hace entre dos esferas distintas como la ficción y el derecho, el autor cita a otro escritor, Italo Calvino, quien “señalaba que la escritura de Borges iba contra la corriente principal de la literatura mundial de su tiempo que su escritura era `un desquite del orden mental contra el caos del mundo`.

En relación con la afirmación de Calvino, Pitlevnik se pregunta: “Y, en definitiva, ¿no es eso lo que esperamos del derecho?”

Y agrega: “Cuando pensamos, desde una definición clásica, en dar a cada cual lo suyo, en poner fin a inequidades que no podemos tolerar o en castigar a quien ha cometido un hecho atroz, ¿no intentamos un desquite para preservar un modelo racional ante la realidad que lo pone en jaque?

Más adelante, cuando se refiera a “Emma Zunz” y las versiones que hay de un delito el autor señalará  que, en definitiva, el litigio, el juicio y las sentencias no son sino formas de narrar “acciones que se pretenden  culpables o inocentes”.

Y, en el epílogo, remarcará: (…)”este libro sobre Borges y el derecho es solo una forma de pensar esa estructura, de valernos de esa ficción para espejar algunas de nuestras prácticas, para entender cuánto se asemejan o distancian de ella y así comprender mejor a qué nos referimos cuando hablamos de ley, de castigo o de justicia”.

La estructura de Borges y el derecho

A la introducción le suceden cuatro capítulos con subdivisiones internas. El primero de ellos es  “La lotería de Babilonia, entre el merecimiento y la suerte”. El autor plantea aquí la oposición orden caos. El primer caos, según la Biblia, fue lingüístico. Dios nombra los objetos que crea conformando una lengua única.

Pero el deseo humano de construir una torre en Babel que llegara al Cielo es castigado por Dios por la soberbia que entraña esa actitud. Es así como las lenguas se multiplican y se mezclan creando la confusión y el caos.

La condena impuesta por Dios era imprevisible para los seres humanos. La surte en la lotería depende del azar El autor de Borges y el derecho se pregunta: ¿Hay un componente de azar en aquello que puede llevar a alguien a recibir una condena? Y aquí el cuento de Borges se relaciona con el derecho y aclara que “los filósofos del derecho suelen diferenciar varias clases de suerte a las que estaríamos sometidos: suerte constitutiva, suerte situacional o circunstancial, suerte causal y suerte por el resultado.

El segundo capítulo es “Emma Zunz”: ¿Cuántas versiones hay de un delito”. Emma comete un crimen por venganza. Un crimen parece  una verdad contundente. Pero Emma tiene su propia verdad que difiere del hecho crudo que lleva a cabo.

“Emma Zunz –dice el autor- es una joven que según lo que el relato afirma como verdad inicial, actúa  desde la humillación sufrida y es su voz la única que da sentido a todo lo que ocurre desde que recibe la carta proveniente de Brasil. En cierto modo, estamos ante el relato de  una justificación y también su puesta en duda.”

La sentencia de un juez dependerá de “la adopción de determinada versión de lo ocurrido” y el caso de Emma Zunz resulta ilustrativo de este tipo de operación que realiza el derecho.

“Deustsches Requiem. Cómo narrar y juzgar el mal absoluto” es el tercer capítulo del libro. En el cuento que se menciona Borges toma la figura de un oficial nazi que, terminada la guerra, intenta justificar sus crímenes.

Aquí el autor señala que “tanto a la literatura como al derecho les resultó complejo ingresar en lo que fue el exterminio de las comunidades judías en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.” El hecho de narrar obliga a entender. Un sentencia sería entonces la consecuencia de cómo se  ha entendido  un determinado relato.

“`Pierre Menard, autor del Quijote`: cómo leer e interpretar las leyes” es el cuarto capítulo. En él el autor se refiere a que la letra escrita manteniéndose siempre idéntica a sí misma como el libro de Cervantes, cambia, sin embargo, su sentido según las circunstancias y el tiempo en que se lean.

“El personaje –dice Pitlevnik refiriéndose a Pierre Mendar- entonces, no es más que una excusa para resaltar aquello que se concluye en las últimas páginas del relato: los textos viajan en el tiempo y en ese viaje reciben distintas asignaciones de significado por parte de quienes los leen.”

“Cualquiera que se asome al modo en que los juristas, los abogados y los jueces leen los textos legales reconocerá de inmediato prácticas afines  a la propuesta de Menard (…)”.

Borges y el derecho es un libro que supone una gran erudición tanto sobre la obra borgeana como sobre el derecho. Pero, lejos de abrumar con ella al lector, el autor la pone al servicio de la lectura de Borges desde otra de las múltiples perspectivas en que la riqueza de su obra admite ser leída.