Al presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, parece funcionarle la estrategia de la polarización y la profundización de posiciones que sacan a relucir su intolerancia y el extremismo de derecha que suele encarnar sin reparos. En una semana intensa que culmina con la suspensión del gobernador de Río de Janeiro, en disputa con el presidente (vre recuadro), Bolsonaro se fue despachando entre otros, con amenazar a un periodista de cerrarle “la boca con una trompada” y llamar “imbéciles” a todos los trabajadores de prensa; defendió el trabajo infantil y anunció la compra de armas a EEUU.
Días atrás, se había conocido un sondeo publicado por el diario Folha de Sao Paulo, que afirma que el presidente creció desde junio cinco puntos en aprobación, de 32% a 37%, y el índice de rechazo cayó diez, de 44% a 34%. Pero además la encuesta del Instituto Datafolha reveló que un 47% de los encuestados por respondió que Bolsonaro «no tiene ninguna culpa» por los cerca de 119 mil fallecidos, frente a un 41% que lo considera «uno de los culpables (pero no el principal)», y un 11% que lo ve como el «principal responsable» de ese saldo. Estos días Bolsonaro volvió a pregonar que la hidroxicloroquina habría salvado muchas vidas en el Brasil, una droga que la OMS desestimó para el tratamiento del coronovirus, la “gripecita” que el propio presidente contrajo en julio, y que, según lo anunció el martes, también su hijo mayor, el senador Flávio Bolsonaro, convirtiéndose en el cuarto miembro diagnosticado con el virus en el núcleo familiar del presidente.
En un comunicado, el legislador indicó que inició un tratamiento a base de esa droga, en sintonía con su padre. En su momento el expresidente Lula Da Silva había puesto en duda los intereses del presidente en el medicamento. “Parece que tuviera un laboratorio de hidroxicloroquina”, dijo entonces Lula. Flavio se encuentra bajo investigación por un supuesto esquema de pagos ilícitos en su gabinete cuando era diputado regional en Rio. Según la denuncia, el policía retirado Fabrício Queiroz, amigo de Bolsonaro y exasesor de su hijo depositó en la cuenta de la primera dama, Michelle Bolsonaro, 21 cheques por un valor total de 72.000 reales entre 2011 y 2016. Cuando un periodista se lo preguntó, Bolsonaro respondió “te cerraría la boca a golpes”.
Paralelamente, Bolsonaro suspendió el lanzamiento del plan social Renta Brasil, que reemplazaría al Bolsa Familia implementado por Lula. La decisión dejaría al desamparo a casi la mitad de la población activa en la informalidad y supone un enfrentamiento con el ultraortodoxo ministro de Economía Paulo Guedes. «
Disparen contra gobernadores
La justicia brasileña destituyó al gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, por sospechas de corrupción en el área de la salud en plena pandemia. Witzel, de 52 años, denunció “persecución política” y recordó sus enfrentamientos con Bolsonaro, de quien fue un aliado. «Otros gobernadores y yo somos víctimas de un posible uso político de la institución», dijo. Su caso será analizado por una corte especial del STJ. La destitución, por un mínimo de seis meses, fue ordenada por el juez, Benedito Gonçalves tras afirmar que el funcionario integra un “grupo delictivo” que “actuó y sigue actuando, desviando y lavando recursos en plena pandemia».Gonçalves ordenó igualmente decenas de allanamientos con impresionantes despliegues policiales, incluido en el Palacio de Laranjeiras. La justicia ordenó además la detención de varios empresarios y la del pastor Everaldo, líder evangélico que preside el Partido Social Cristiano (PSC), al que pertenece Witzel. La esposa del gobernador, Helena Witzel, también fue denunciada. El vice Claudio Castro se hará cargo interinamente del gobierno.