Un blues es un dolor que se expresa y viaja por los puertos, acá en el sur supo anclar junto al Riachuelo. Y el dolor es el brutal vaciamiento del Estado por un presidente que confiesa su delictual proceder como topo, que está dentro del Estado para destruirlo. Ese presidente descree del cambio climático. No considera que la contaminación de un río sea un problema, porque si un privado contamina, hará que esa agua contaminada sea un bien cada vez más escaso. Un negocio para que una empresa lo limpie. La Cuenca Matanza Riachuelo es el fracaso de esas leyes de mercado, por allí no pasaron.

Los despedidos en ACUMAR (más de la mitad de su personal) señalan la dirección tomada, que contó con la anuencia de la Corte Suprema que abrió la puerta al suponer que ya había una impronta definitiva para la recuperación de la cuenca. Quienes hemos dedicado gran parte de nuestras vidas a esas orillas sabemos que no es así. Nos entristece el corrimiento del Máximo Tribunal que habilita a un gobierno de características insensibles y depredadoras con el ambiente.

Desde que se llevó adelante esta causa ambiental, se la quiso señalar como ejemplificadora para alertar daños. ACUMAR conformó una planta de personal altamente capacitada. Funcionarios de permanente consulta, muchas veces llevamos con orgullo esta experiencia a distintos lugares del país y la región.

Sabemos lo difícil que es. ACUMAR está conformada por tres Estados: Nación, CABA y Provincia de Buenos Aires, más 14 municipios. Uno ya puede imaginarse las habilidades, destrezas y conocimientos necesarios que se requieren. Allí viven 5 millones de personas, con realidades muy complejas y diferentes. Revertir la mala planificación del territorio, del país cabeza de Goliat, la concentración urbana y el avance de asentamientos después de cada crisis son tareas absolutamente titánicas.

Los héroes y heroínas de esta gesta fueron los cooperativistas, que metieron sus manos en la bosta y las orillas del río, para devolverle su riqueza verde; el personal de salud que recorrió y relevó las problemáticas de toda la cuenca, incluso en pandemia. La capacitación de miles de docentes, la problematización de la cuenca en las escuelas, como tema central, los trabajos de limpieza que han permitido volver pensar en un Riachuelo navegable.

Se hizo mucho y falta, eso lo sabemos. Supimos poner la cara en las innumerables audiencias públicas y mesas de trabajo, donde no todo es alegría. Hace pocos días la tapa de diarios del mundo mostraron teñido de rojo al Arroyo Sarandí, ubicado cerca de la CMR. Es un ejemplo de cómo se debilitan los controles del Estado y todo vuelve a su «normalidad».

El neoliberalismo trajo la destrucción ambiental del puerto de Dock Sud y Villa Inflamable. Allí se inició esta Causa, cuando el Estado miró para otro lado, como ahora. Sabemos que algo cambió, y esa es la esperanza para que se defienda lo hecho desde la comunidad, para no volver repetir la historia de aquel viejo blues, donde “el humo y el hollín estaban por todos lados, mientras en un charco sucio, el agua va pudriendo un zapato olvidado”.