Sin dudas, la historia del streaming tiene reservado un lugar de honor para la serie Black Mirror. Fue de esas singulares y escasas obras de ciencia ficción -a la altura de Un mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury en el campo literario- que, llevando al paroxismo las tendencias del presente tuvieron la clarividente virtud de presagiar el futuro. En efecto, pocas ficciones como Black Mirror captaron las terroríficas consecuencias de los universos virtuales y la manera en que las redes sociales afectan los cuerpos, las vidas, los corazones y las formas de  vivir, de relación y de amar de los seres humanos al punto de fagocitarlos, deshumanizarlos o sumirlos en una desconsoladora soledad. También supo tener una notable mirada crítica con respecto a los efectos nocivos de las nuevas tecnologías en el marco de los valores individualistas, exitistas, mercantilistas y de deidad del dinero propios del capitalismo salvaje. 

"Black Mirror" volvió, pero el futuro ya llegó y la realidad superó a las distopías

Si se escribe en pretérito es porque, como le suele suceder a los seriales, el paso del tiempo ha ido en desmedro, si bien en este caso no de la calidad cinematográfica, de la interpretación de los actores y de la belleza aterradora de las imágenes, sí de la capacidad profética y de la originalidad de las ideas. Parecería que la eminente aceleración de los cambios tecnológicos y humanos desde aquel 2011 en que tuvo su extraordinario debut han tendido a reducir las posibilidades de la serie. Es decir, el gran desafío de Black Mirror -y que parece estarle siendo dificultoso resolver- es seguir prediciendo el futuro catorce años después de su génesis cuando las evidencias dan cuenta de que el futuro llegó hace rato. O, en otras palabras, parece difícil crear fantasía a partir de los universos virtuales cuando el propio desarrollo y los efectos de ramas de la informática tales como la Inteligencia Artificial, por ejemplo, parecen salidas de la más alucinada fantasía. Asimismo, la creciente y cada vez deshumanizante experimentación genética y el auge de los discursos de odio traspasó incluso los límites del devastador pesimismo y la visión apocalíptica que supieron tener los creadores con Charile Booker a la cabeza. 

"Black Mirror" volvió, pero el futuro ya llegó y la realidad superó a las distopías

En este contexto Black Mirror llega a su séptima temporada con el desgaste lógico de las correr de las sesiones y con posibilidades cada vez escasas de sorprender y cautivar a un público que siempre pide más, distinto y mejor. Así, de los seis capítulos que componen esta nueva etapa se puede señalar que solamente dos son buenos (aunque con ideas repetitivas Una pareja cualquiera y Hotel Reverie), tres olvidables y uno lisa y llanamente lindante con el desastre (Bête Noire).

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La temporada arranca con todo y con lo que parece una potente vuelta a los orígenes: un drama íntimo y existencial dentro del género de la ciencia ficción. En efecto, Una pareja cualquiera relata la historia de Amanda (Rashida Jones), una maestra de escuela, y Mike (Chris O’Dowd), un obrero de la construcción, un matrimonio feliz que se ve asolado por la tragedia cuando la mujer sufre un colapso súbito y queda en estado vegetativo. Para salvarla, el esposo recurre a un servicio experimental que revive la conciencia de la mujer a través de una copia digital de su mente. El resultado es que Amanda resucita, pero no es la misma. A su vez, el servicio “vital” se vuelve cada vez más oneroso e imposible de sortear por la clase obrera. De esa manera la trama indaga sobre las preguntas existenciales respecto de qué nos hace realmente humanos, qué es estar vivo y estar muerto e incorpora tópicos tales como el duelo y la importancia de dejar ir. Pero también habla de un universo médico cada vez más proclive al lucro y a la cual en el marco más amplio del neocapitalismo poco le importan salvar las existencias. Siguiendo la lógica de un Milei la salud deviene suscripción: si pagás podés vivir y si no pagás estás muerto. A su vez, en un mismo movimiento, son burlados los servicios que, como el propio Netflix, desarrollan mecanismos más excluyentes de selección de sus usuarios.

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Bête Noire se centra en María (Siena Kelly) una empleada prodigio de una chocolatería multinacional, que de repente se ve acosada por un fantasma del pasado: Verity (Rosy McEwen), una compañera de colegio a la que solía bullynear y que se incorpora a la empresa con evidentes deseos de venganza y una irreal tecnología hecha a la medida de su revanchismo. Lo único rescatable de este capítulo es la denuncia de los climas de competencia laboral.

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Con reminiscencias de los cuentos de Horacio Quiroga sobre el cine –Miss Doroty Phillips, mi esposa, El espectro y El vampiro-, Hotel Reverie presenta a Brandy Friday (Issa Rae), una afamada actriz de Hollywood que queda atrapada en una simulación de película romántica al estilo Casablanca. Con gran virtuosismo y belleza visual, el capítulo rinde tributo al cine clásico blanco y negro, indaga sobre las posibilidades tecnológicas de manipular el arte del pasado, reflexiona poéticamente sobre las vidas que perdemos viviendo y brinda una bella y trágica historia de amor entre mujeres. 

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Finalmente, ambientada en un Londres futurista Juego mezcla un videojuego de los noventa con un excéntrico sospechoso de asesinato interpretado por un sobreactuado Peter Capaldi; Apología es una remanida y predecible historia de amor trunca narrada por un hombre solitario (poco creíble Paul Giamatti) que intenta recuperar los espacios negros de su pasado a partir de una tecnología moderna aplicada sobre sus viejas fotografías. El capítulo naufraga con una historia poco sólida y un guión olvidable. A su vez, el cierre de temporada es USS Callister: Infinito, una secuela largamente esperada y pedida por público y crítica de un recordado capítulo de la temporada 4, que cuenta con majestuosos recursos cinematográficos que poco aportan a la versión original. Así, la que supo ser caracterizada comoLa dimensión desconocida del siglo XXI se despide ¿definitivamente? con un capítulo que no está a la altura de lo que una serie destinada a ser antológica supo ser. «


Black Mirror, séptima temporada

Showrunner: Charlie Brooker. Capítulos: Una pareja cualquiera, Bête Noire, Hotel Reverie, Juego, Apología, USS Callister: Infinito. Disponible en Netflix.