Los jugadores de Bélgica se funden en un abrazo en la mitad de cancha. Se escucha un grito de guerra, un festejo, un desahogo. Acaban de eliminar nada menos que a Brasil, el último de los sudamericanos en Rusia. Acaban de dar otro golpe, uno más en el Mundial de las sorpresas y de los protagonistas impensados, al ganar por 2-1 con una actuación consagratoria. Acaban de sacar protagonizar un partidazo: dominantes en el primer tiempo y acorralados por Brasil en el complemento. Pudieron, sin embargo, resistir el 2-0 que habían logrado en los 45 minutos iniciales. Pudieron, sobre todo, contener al equipo de Tite que fue con todo en busca del empate. Pero la sexta copa tendrá que esperar, no será en tierra rusa.
Se esperaba un partido atractivo en Kazán. Y lo fue. Desde lo colectivo, con dos equipos que cuando ponen a circular la pelota lastiman, y desde lo individual, con el peso de figuras como Hazard, De Bruyne, Lukaku, Coutinho y Marcelo. Acaso faltó un poco más de Neymar, una aparición clave, una jugada definitoria. Aunque el de PSG la pidió siempre, incluso cuando no desequilibraba. Bélgica se puso en ventaja con un gol de Fernandinho en su propio arco y con una contra que De Bruyne definió con un latigazo directo al costado de la red, ahì donde nunca se llega.
Pero en el complemento Brasil creció, adelantó sus líneas, ensanchó la cancha y puso a Bélgica a defender cerca de Courtois, otra de las piezas elementales en la clasificación de los europeos. Sin embargo, a los de Tite les costó descontar. Recién llegó a 14 minutos del final. Faltaba poco, pero a Brasil le alcanzaba para generar algo más. Y lo tuvo Coutinho, también Neymar y Courtois se hizo gigante mientras Hazard consumía segundos cada vez que ponía la pelota debajo del botín. No hubo empate para Brasil. No hubo remontada. Bélgica resistió y sepultó la ùltima esperanza sudamericana. Ya no hay representantes del continente. Europa domina Rusia, el suelo en el que los candidatos caen en fila.