Hay una escena que conocemos por Get Back, la película de Peter Jackson. Es 22 de enero de 1969. Los Beatles están ensayando en los estudios Apple. Faltan ocho días para que suban a la terraza y hagan su último recital. Tocan I’ve got a feeling, pero John está un poco distraído; juega con la canción y empieza a cantar otra letra: “I had a dream this afternoon. Yeah, I had a dream (sic)”.
Enseguida el ensayo se distiende. John le pregunta a George: “Did you hear Marthin Luther King? Like a big poem it was. Just like a poet. He would have been president, you know?” (“¿Escuchaste a Martin Luther King? Fue como el gran poema de un poeta. Él habría de ser presidente”).
Algunas horas después llega Billy Preston. Está en Londres para hacer unas breves apariciones televisivas y pasa a saludar a sus amigos. Ignora que los Beatles necesitan un pianista para Let it Be. Lo invitan a tocar con ellos. La cara de felicidad de Billy es total. Y nunca más se le va. Así se queda, estática, mientras pasea sus manos por el teclado eléctrico y John grita: “¡Nos estás llevando, Bill!”.
Después, transforman “I have a dream” en I Want You (She’s So Heavy). Y, por un rato, todo eso que soñó Luther King se hace realidad: chicos negros y blancos jugando juntos, “singing with new meanings”. Faltan dos años para que John, ya en su carrera solista, escriba Imagine. La inspiración de la letra, se dice, fue de Yoko Ono. Tal vez también algo de la poesía de Luther King actuó como guía.
Lo singular y lo universal
Una canción que se transformó en himno para toda una generación; una banda de artistas excepcionales que escucharon su propia época, la anterior y la del futuro. Sobre este punto habla The Beatles: arte y vanguardia en la sociedad de masas (Eudeba), de Bernardo Suárez, libro que recoge, a grandes rasgos, dos vías de análisis para pensar a la banda: lo singular y lo universal; el individuo, su contexto y lo que se escapa de todo eso, como línea de fuga en la que se mezclan los tiempos.
“Los Beatles están. Parece suceder como con los mitos: su ausencia agiganta su presencia. Simbólicamente tienen un lugar en la sociedad actual. Sus símbolos se reactualizan en cada grupo que se asoma a una terraza o se hunde en un sótano para hacer música; en cada cruce peatonal. Sus rostros, como los de otros seres mitológicos, parecen no envejecer, y contemplan desde la contemporaneidad de la imagen el derrotero del mundo, que cada tanto parece querer guarecerse en ese grito esperanzador», escribe Suárez.
«Y esa confusión de temporalidades, incluso, aborda al mismo McCartney, al de carne y hueso, que confiesa, ya promediando la última década del siglo pasado: ‘Siento que los sesenta están a punto de suceder. Se siente como un período del futuro para mí en lugar de un período del pasado’”, continúa el autor.
La revolución de los cuatro de Liverpool
Hay una advertencia al principio: The Beatles: arte y vanguardia en la sociedad de masas no es un libro más con anécdotas “secretas”, material biográfico y sucesos aparentemente desconocidos de la banda; es un análisis de todo lo que hizo posible que estos cuatro chicos de Liverpool transformen la experiencia musical y la vida de una sociedad, y al mismo tiempo, sean transformados por ella. ¿Cómo hicieron para leer y revolucionar ciertos elementos simbólicos que estaban latentes hasta llegar a la creación de un universo estético propio que se reactualiza en el presente?
En un gesto casi instrumental, para responder a esta pregunta el libro se organiza en dos “movimientos” de los Beatles: una primera etapa del “vivo”, con escenarios y giras, y un segundo período experimental, el de la banda tras bambalinas, cuando se encierran a tocar. A través de estos movimientos, se produce un ida y vuelta constante entre las propuestas artísticas de los Beatles y su contexto de surgimiento: el desencanto de la guerra, el lugar contestatario de la juventud, los movimientos estéticos de la época, entre muchos otros acontecimientos y combinaciones casi mágicas de elementos.
De trasfondo hay otra invitación, la de leer los relatos de un mito que empieza en las profundidades de The cavern, el subsuelo del rock and roll, hasta el “descubrimiento”, el ascenso a los grandes escenarios. Un viaje que avanza sin demoras hasta el golpe final: en la terraza de Londres, cerca del cielo y con la perspectiva aérea del vuelo, los Beatles están a punto de dar un salto inmortal.
CLAUDIA
31 March 2023 - 17:34
MUY BUENO