“Me generó mucho aprendizaje y muchas ganas de comprender el valor de la obra grabada, registrada, el elemento fonográfico como elemento cultural: fue una revelación”, intenta sintetizar Barby Aguirre vida y obra de su poderoso e impactante Cosmos arrabal, que en once canciones en las que la acompaña la banda La Soñadora, expone una variedad de sonidos, combinaciones y contundencias varias que mueven el cuerpo y conmueven el espíritu. Y que es su primer disco. “Toco mucho, con una agrupación o solista, y atiendo pacientes en forma virtual. Y me llevó tiempo comprender la importancia que tiene la obra grabada -dedicándome los últimos años mucho más al vinilo lo noto de esa manera-, y todo eso requiere una etapa de la vida del artista que es bastante diferente a la de tocar en vivo: todo un trabajo que necesita tiempo, pausa, revisión, estar en diálogo con eso: necesita las caídas, como esas situaciones de hartazgo o de punto de llegada y de pedir ayuda.  Y si estás trabajando todo el tiempo es muy difícil tomarse el momento  necesario para atravesar de una manera más sensible el proceso.”

Y todo eso se siente al escuchar Cosmos arrabal. Deberá asistir el pŕoximo 16 de agosto al Club Cultural Morrison quien esté curioso por saber si la experiencia en vivo es similar (que no es igual, claro, tampoco equivalente). O si lo que mueve son las ganas de disfrutar de una experiencia de presentación distinta, ya que incluye una apertura a cargo de Ernesto Romeo, DJ Sets 100% vinilos, visuales analógicas y digitales y pista de baile. “Es un conjunto de acontecimientos que se dan en la nueva sede del Morrison y trata de generar cosas que no necesariamente se ajusten a los requerimientos o tendencias de los espacios culturales actuales”, dice Aguirre, que gusta ser definida como artista popular riachuelense. Movida por la idea de propiciar cosas que vayan “un poquito más allá de lo comercial y que realmente tengan que ver con un latido cultural del momento”, Aguirre también estará festejando cumpleaños, aunque eso fue más que nada una de esas coincidencias que la vida (el cosmos mismo, arrabal o no) conjuga cuando se la trata de buscar de una manera algo novedosa a cómo se la venía buscando hasta no hace mucho. 


Es que Barby Aguirre además de cantar y tocar, actúa, baila, escribe poesías, es DJ, psicoanalista, da reiki y es docente, además de participar en el colectivo Tango Hembra. “Empecé a estudiar psicología para ver la relación entre el arte y la psicología en el ser humano, qué potencia puede generar eso, pero el compromiso social me llevó para otro lado.” La pandemia, con su reacomodamiento de partículas elementales, la llevó a retomar el estudio y la escritura sobre el tema, que desembocó en el abandono de la terapia presencial y en la unificación de su población de tratamiento: a partir de allí se dedicaría a colegas en búsquedas vitales de sus proyectos artísticos, por decirlo de alguna manera directa y práctica, aunque se trata de algo más. “En ese diálogo con otres artistas es muy fructífero el trabajo que se puede realizar o por lo menos el que puedo realizar desde mi lugar. Está buenísimo encontrarme con una comunidad de personas de muchas partes del mundo que están atravesadas por lo mismo: esta exigencia, por un lado, a tener que funcionar en el medio, en el sistema en el que se encuentran, y por el otro, el tema de la existencia, de generar un cotidiano en el cual el agobio, el sufrimiento no rijan el día.”

Y aquí Aguirre, aunque no lo presente así, introduce de otra manera el tema de la revelación que la llevó a grabar el disco: una que se fue cimentando en ella de a poco -al atravesar la pandemia y su derrotero-, pese a que se presentó como revelación. “Las infancias, las adolescencias, la psicosis tienen un atravesamiento muy marcado pero en la Argentina también está súper marcado por el tema económico. Las cuestiones artísticas tienen ese plus de herramientas que pueden, más allá de las adversidades, generar un revés de la trama. Pero hoy por hoy les artistas están muy compelidos a esto de tener que correrse todo el tiempo del plano más creativo -por decirlo de alguna manera, imaginativo, fantasioso-. Obsesionarse con generar contenidos para ganar cierta visibilidad y venderse afecta la salud de las y los artistas.” Una salud que también es la propia. Y que pasa más que nada por esa diferencia que marca entre el funcionar y existir.


“Hay una tendencia por los tiempos que corren en la Argentina, que ya venían de antes, en relación a la dificultad de acceder a posibilidades que puedan hacer como una amortiguación a toda esta situación de crisis económica. Esto es muy determinante. Afecta mucho a lo creativo tener que pensar todo el tiempo cómo solventarse. Vengo evangelizando (ríe) a la gente con Miguel Benasayag (el filósofo, epistemólogo y psicoanalista argentino radicado en Francia, ex guerrillero del ERP-PRT, detenido desaparecido por la dictadura de 1976 y liberado en 1978), que marca la diferencia entre funcionar (que nos hace adaptables al sistema) y existir, que nos abre a las potencias de los recursos que tenemos como seres humanos culturales.”   

En una cultura que se jactó -con razón y mérito- durante tantos años de que lo atamos con alambre, la diferencia que marca Benasayag y pregona y difunde Aguirre también entra en tela de juicio, máxime en días en los que parece que ni atándolo con alambre funciona. “Hay que generar una red de posibilidades entre personas concretas en un espacio y tiempo determinado. El atar con alambre puede ser enaltecido por este tipo de prácticas, es decir, las prácticas en reunión, colectivas, en organizaciones. Todas esas posibilidades son las que generan muchísimos más recursos a la hora de poder prestar un proceso creativo, a un hecho creativo o un evento, un aporte cultural al momento que estamos viviendo. Es difícil pensar todas estas cosas en individual. La red y el encuentro es lo que de alguna manera nos va a salvar.” 

Barby Aguirre

Presenta Cosmos arrabal el viernes 16 de agosto, en el Club Cultural Morrison, Yapeyú 790, CABA.