La búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo siempre estuvo atravesada por la ciencia. Para poder identificar a sus nietos, recurrieron a la genética y generaron avances inéditos, como el primer Banco Nacional de Datos Genéticos del mundo y el índice de Abuelidad. A 36 años de la creación del Banco, se suma un nuevo hito: a través de la utilización de la tecnología denominada “microarrays”, se aumentará el poder de identificación del Banco y podrá comenzar a entrecruzar muestras de los bisnietos, los hijos e hijas de las nietas y nietos apropiados, con sus bisabuelas.
El equipo de microarrays, el primero de Argentina y apenas el tercero en América Latina, fue adquirido el mes pasado a través de Programa Federal “Equipar Ciencia”, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación, y será la primera vez que se aplique para la identificación genética.
“Desde su creación, el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) fue adquiriendo todas las herramientas y desarrollos científicos-tecnológicos que se fueron dando en el mundo aplicados a la identificación humana para cumplir con su objetivo. Desde los primeros análisis que se hacían en base a los métodos serológicos, de grupo sanguíneos, después se pasó a los estudios de STR y ADN mitocondrial y ahora el desafío es esta nueva tecnología”, sostuvo en diálogo con Tiempo Florencia Gagliardi, directora del área de Investigación y Desarrollo del BNDG.
A través del índice de Abuelidad, se pudo lograr la identificación de los nietos a través del ADN de sus dos abuelos y dos abuelas, que permiten “reconstruir” el de sus padres desaparecidos. En los casos en los que no se tienen las muestras de sus cuatro abuelos, se utiliza ADN de sus tíos o primos, pero a medida que la relación de parentesco es más lejana el rastro genético es cada vez más difícil de comparar con el de las personas que dudan de su identidad.
“Hay grupos familiares que son muy complejos, porque han sido diezmados durante la dictadura o algún abuelo ya había fallecido cuando se tomaron las muestras. El paso del tiempo lo complejizó más aún y hoy en día, porque en algunos casos los nietos han fallecido y son sus hijos quienes están buscando su identidad”, detalla Gagliardi.
En el Banco hay muestras genéticas de unas 300 familias que buscan a niños apropiados durante la dictadura. Estas se comparan con las que entregan quienes tienen dudas sobre su identidad o que la justicia sospecha que pueden ser hijos de desaparecidos. Pero, a partir de un relevamiento realizado en 2015, lograron detectar que alrededor del 20% de esas muestras no tienen información suficiente para hacer la identificación, aunque en la base de datos estuviera alguno de los nietos que se buscan.
Gagliardi explica que, a partir de ese relevamiento y ante la necesidad de aumentar la capacidad de identificación, comenzaron a buscar herramientas que pudiesen aplicarse a la identificación humana y así fue como surgió este proyecto de incorporar tecnología de microarrays, usada hasta el momento en medicina clínica y farmacología. A diferencia de la técnica utilizada hasta ahora, que permite comparar algunas decenas de marcadores genéticos de las muestras, los nuevos equipos analizan cientos de miles de marcadores, por lo que se amplifica la capacidad de lograr una identificación a pesar de la falta de información genética.
“En todos estos casos en los que falta información y la posibilidad de identificarlo era muy baja, ahora vamos a poder resolverlo. Nos da esperanza e ilusión”, señala la especialista y agrega: “Además, tenemos el gran desafío de los bisnietos en los casos en los que los nietos han fallecido. Al tener un vínculo que es más lejano, con lo que hasta ahora estaba disponible no se podía hacer un cálculo estadístico que tuviera robustes como para hacer la identificación. Con la implementación de esta tecnología y el aumento de la cantidad de marcadores que se dispone, la posibilidad de que el cálculo estadístico sea robusto es mayor y se va a poder identificar”.
Durante este año, el Banco comenzará con la puesta a punto el equipo, el acondicionamiento del laboratorio para poder instalarlo y, sobre todo, la capacitación del personal científico-técnico para ponerlo en funcionamiento, ya que no hay antecedente de su uso en genética forense aplicado a identificación humana. “Es todo un desafío”, concluye Gagliardi.
La emoción de encontrar los nietos
Un video subido a las redes mostró la felicidad de los trabajadores del Banco al lograr identificar al nieto 133, hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho. “Trabajar acá es una emoción, un desafío y una responsabilidad. El Banco es una herramienta científico-tecnológica creada por el Estado para la resolución de delitos de lesa humanidad que el mismo Estado cometió. Todos los que estamos trabajando acá tenemos una responsabilidad para con todos. Para mí es super emocionante cada vez que logramos una restitución, en este caso, además, la abuela (Nélida Navajas) había sido una de las pioneras, de las que más había luchado por una respuesta para la identificación todos los casos son movilizantes pero este caso tenía este agregado”, comentó Gagliardi.