La Unión de Escritores y escritoras representa a uno de protagonistas principal de ese encuentro anual en que se dan cita escritores, editores y público en torno a un objeto que sigue siendo un emblema indiscutido del a cultura: el libro.
Este año, la Feria ha tenido características particulares no solo por la apremiante situación económica que vive el país y que desplaza al libro casi a la categoría de objeto suntuario aunque no lo es. Por esta razón, la Unión de Escritores y Escritora entiende la Feria como un lugar de resistencia y así lo hace saber en el documento que se reproduce entero más abajo y marca las aristas destacables de este encuentro que culmina hoy, según sus propio punto de vista. Aquí, el documento completo.
«La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es un acontecimiento cultural, recreativo y comercial mayúsculo, importante para toda América Latina y con efectos más allá de su fecha de cierre. Esta edición estuvo precedida por decisiones económicas de público conocimiento que han debilitado el consumo masivo y provocado zozobra en la sociedad. Pero teñida, sobre todo, por la manifiesta hostilidad del gobierno hacia la cultura.»
Balance de la una edición singular
Es algo que la Unión de Escritores y Escritoras (UEE) ya ha expresado y prestado su apoyo y participación en los distintos reclamos. Aumentando este tormento, un mes antes de la apertura de la Feria el Ministerio de Capital Humano decidió suspender la compra de 14 millones de libros escolares y desertó de su lugar en el predio ferial. A su vez, el presidente Javier Milei dio una de sus clásicas muestras de deplorable histrionismo al anunciar y luego suspender la presentación de un libro de su autoría.
«La deserción nacional fue acompañada por varias provincias que tradicionalmente se presentan con stand propio. Esto significa que numerosos autores y libros de las mismas no pudieron estar presentes ni participar en actividades. Lo mismo ocurrió con varias editoriales universitarias nacionales, ya que la red que las agrupa tampoco tuvo stand».
También concurrieron con menguada presencia y menores recursos para la compra las bibliotecas populares, porque la Conabip les otorgó el mismo monto que el año pasado y llegó con la confirmación a último momento. Los resultados fueron que hubo unas 200 bibliotecas menos respecto del año pasado y que el promedio de compra se estima en 50 ejemplares por biblioteca, cuando este programa conoció un número tres veces mayor.
Desde 2015 en las Jornadas Profesionales que preceden a la apertura al público de la Feria, la Fundación El Libro promueve un programa que permite la adquisición a libreros y bibliotecarios al 50% y subvenciona una parte de los envíos.
«Las compras nacionales de 2023 fueron de 30 toneladas y al exterior de 12; este año cayeron a 22 y 8.50. Siempre es difícil, casi imposible, determinar las ventas en los stands. Pero los expositores fueron declarando a los medios una baja general, lo que no tiene nada de sorprendente. A ello hay que agregar otro tipo de merma: el de lanzamiento de novedades».
«Esto afecta especialmente a los autores, primeros e imprescindibles eslabones en la industria del libro, que no pudieron participar de presentaciones ni debates y que seguirán a la espera de la salida de sus libros. ¿Cuándo? Porque es obvio que muchos planes editoriales para el año están, en un mar de incertidumbre general, en duda o suspenso».
Sobre todo cuando la caída de ventas de marzo se estimó en un 40%.Todas estas son apenas las primeras palabras sobre un problema con mayores aristas y cuya perspectiva no es halagüeña. No implica que un numeroso público (aunque menor que otros años) no haya disfrutado de la Feria ni mucho menos que el sector del libro agite la bandera blanca. Pero para los autores hoy redunda en menor circulación de sus creaciones y, por consiguiente, en menores ingresos. Y todavía hay otras víctimas, que no siempre tienen voz ni representación: nuestros lectores».