Al menos 19 personas murieron este viernes en un atentado suicida ocurrido en un centro educativo preuniversitario en la capital afgana, Kabul, en un barrio de minoría hazara que en los últimos años ha sido escenario de algunos de los ataques más mortíferos en el país asiático. «Los estudiantes se estaban preparando para un examen cuando un atacante suicida se hizo estallar en el centro educativo. Desgraciadamente, 19 personas murieron y otras 27 resultaron heridas», dijo Khalid Zadran, portavoz de la policía citado por la agencia de noticias AFP. Este establecimiento prepara a estudiantes, de 18 años o más, a sus exámenes de acceso a la universidad.
Videos en redes sociales y las fotografías publicadas por medios locales muestran víctimas ensangrentadas que eran llevadas lejos del lugar. La mayoría de las víctimas trasladadas a los hospitales eran mujeres. Las autoridades desplegaron equipos de seguridad en el lugar, mientras las familias acudían a los hospitales cercanos para averiguar la suerte de sus cercanos.
En al menos uno de esos hospitales, los talibanes obligaron a las familias a abandonar el lugar, por temor a un nuevo ataque contra la multitud.En las entradas de los establecimientos se colgaron listas con los fallecidos y los heridos. Una mujer desesperada declaró que no podía encontrar a su hermana de 19 años. «La estamos llamando pero no contesta», explicó.
Comunicado oficial ante el ataque suicida en Kabul
El portavoz del Ministerio de Interior, Nafy Takor, tuiteó previamente que el ataque se había producido en el centro educativo Kaj, adonde se habían desplazado equipos de seguridad. «La naturaleza del ataque y los detalles de las víctimas se publicarán más tarde», afirmó. «Atacar objetivos civiles demuestra la crueldad inhumana del enemigo y la falta de estándares morales», añadió.
El regreso al poder de los talibanes a Afganistán puso fin a dos décadas de guerra en el país y provocó una notable reducción de la violencia, aunque los retos de seguridad siguen acechando al movimiento islamista. Los chiitas hazaras, un grupo étnico de lengua persa que reside en Afganistán y el noroeste de Pakistán, arrastran décadas de persecución, también de los talibanes, acusados de atrocidades contra este grupo en su primer periodo en el poder (1996-2001). Ahora los hazaras también son blanco recurrente de los ataques del principal enemigo talibán, el grupo islamista radical Estado Islámico (EI). Ambos movimientos fundamentalistas los consideran herejes.
Este barrio del oeste de Kabul ha sido escenario de numerosos ataques, muchos contra niños, mujeres y escuelas. En abril, dos explosiones en centros educativos de la zona mataron a seis personas e hirieron a 20. El año pasado, antes del retorno talibán, al menos 85 personas murieron, la mayoría chicas estudiantes, y unas 300 resultaron heridas por tres bombas que estallaron cerca de su escuela en Dasht-e-Barchi. Ningún grupo reivindicó el ataque, pero un año antes el EI había asumido un ataque suicida en un establecimiento escolar de la zona que mató a 24 personas.
En mayo de 2020 también se responsabilizó al grupo por un ataque armado contra el departamento de maternidad de un hospital del barrio que mató a 25 personas, incluidas madres que acababan de dar a luz. La educación es una cuestión controvertida en Afganistán, donde los talibanes no permiten la apertura de los colegios secundarios para chicas, mientras que el EI se opone a cualquier formación para niñas y mujeres.
El atentado es «un recordatorio vergonzoso de la ineptitud y fracaso total de los talibanes» para proteger a la población afgana, señaló Amnistía Internacional. «Se deben tomar medidas urgentes para garantizar la seguridad» de los habitantes «en particular los miembros de las comunidades minoritarias», insistió la ONG.