El bombardeo israelí al consulado de Irán en Damasco representa una nueva amenaza para la estabilidad regional, que en el actual estado de cosas puede llevar directo hacia una conflagración de mayor magnitud. El ataque, condenado por el gobierno de Teherán -que prometió una respuesta “decisiva”- dejó un saldo de al menos ocho muertos, entre ellos un comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), el general de Brigada Mohammad Reza Zahedi. Esa organización emitió un comunicado en el que dice que también resultó víctima otro alto mando de la Fuerza Qods, Mohammad Hadi Haji Rahimi. El hecho se produjo cuando en Israel el gobierno de Benjamin Netanyahu está comprometido entre su propia población, que el fin de semana protagonizó masivas manifestaciones en reclamo de elecciones adelantadas. El ministro iraní de Relaciones Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, pidió una urgente «respuesta seria de la comunidad internacional», ante lo que consideró un atentado terrorista y señaló que el primer ministro israelí «perdió completamente el equilibrio mental debido a los sucesivos fracasos del régimen israelí en Gaza y a la incapacidad de lograr los ambiciosos objetivos de los sionistas».
El bombardeo destruyó este lunes, cuando en Irán se celebran los 45 años de la creación de la República Islámica, tras un referéndum que se realizó en 30 y 31 de marzo de 1979 y que resultó aprobado por el 98% de la población. Ese consulta popular, exigida por el líder de la revolución iraní, el imam Ruholah Jomeini, se efectuó a 50 días de la toma del poder por el movimiento que derrocó a la monarquía del sha Reza Pahlevi, apoyada por Estados Unidos y el Reino Unido.
Así, mientras en Teherán el CGRI y el Ministerio de Defensa señalaban en un comunicado que “el Día de la República Islámica es un punto de inflexión en la historia de Irán” y consideraban que con el referéndum “se abrió una ventana para que la nación iraní deje atrás el dominio de las potencias arrogantes y avance hacia el éxito, la prosperidad y el poder”, la sede diplomática en Damasco quedaba prácticamente destruida.
El golpe en ese edificio es violatorio de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establecido en 1961, recordó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Nasser Kanaani, quien condenó el ataque y recalcó que Irán se reserva el derecho a tomar contramedidas “y decidirá el tipo de reacción y castigo del agresor”.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, organización con sede en Londres y cercano a los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses, fue el primero en informar sobre el hecho e identificar a algunos de los fallecidos, entre ellos Zahedi y cinco miembros más de la CGRI.
No es la primera vez que Israel salta las fronteras para golpear en Siria y El Líbano, con el argumento de que desde allí se organizan los grupos de Hezbollah que luego cometen atentados en su propio territorio. Tampoco que un alto mando de las Fuerzas Qods es eliminado sin contemplaciones. Ocurrió en enero de 2020 en el aeropuerto de Bagdad, cuando fue asesinado el poderoso y respetado general Qasem Soleimani, en este caso por orden del entonces presidente Donald Trump, según el ahora nuevamente candidato a la presidencia dijo en ese momento.
Ahora, con un gobierno de Netanyahu debilitado por la respuesta tan desproporcionada como poco efectiva por los ataques de Hamás del 7 de octubre pasado, podría leerse este bombardeo en la capital siria como un nuevo salto hacia adelante del primer ministro ultraderechista. De hecho, grandes sectores de la sociedad ya le estaban pasando factura por su intento de modificar el sistema jurídico a su favor ante varios escándalos que enlodan su trayectoria antes del 7-O.
En una seguidilla de protestas programadas hasta el 6 de abril, miles de manifestantes colocaron desde el viernes tiendas de campaña frente al Parlamento israelí para pedir por una nueva ronda electoral que permita sacarse del medio a esta alianza ultraconservadora que sostiene a Netanyahu. Los carteles que portaban aludían al reclamo por los rehenes aún en manos de Hamás. El exjefe Adjunto del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa, el general Yair Golan, es uno de los que desde la oposición busca mellar el poder de Netanyahu y declaró que con otra gestión los rehenes ya estarían de vuelta en casa, «pero en cambio, estamos atascados con el gobierno de Netanyahu-Gantz».
El primer ministro, en tanto, fue sometido a una operación de hernia, según un comunicado oficial. “Está en buena forma y comenzando a recuperarse”, dijo su oficina de prensa. En julio pasado, cuando arreciaban manifestaciones en su contra por la reforma judicial había sido, intervenido quirúrgicamente para ponerle un marcapasos.