La piedra, el camino, la voz y el futuro: Atahualpa Yupanqui se hace memoria digital. Desde 2022, la Universidad del Salvador (USAL) y la Fundación Atahualpa Yupanqui trabajan en conservar y digitalizar sus libros, cartas, fotos, partituras, manuscritos y dedicatorias. Un legado invaluable del referente de la música de raíz folklórica argentina: el cantautor, escritor y pensador clave de la relación entre el paisaje y las luchas sociales insertas en él. Gracias al acervo digital, ¿cuántos Atahualpa Yupanqui esperan por delante?

En el marco de este proyecto (el Fondo Atahualpa Yupanqui: Memorias en Papel), el 22 de agosto la USAL presentó su revista online Huellas en papel nº 17, dedicada a la Biblioteca La Capataza, del Centro Cultural Casa-Museo “Agua Escondida”, allí en Cerro Colorado, sede de la Fundación Atahualpa Yupanqui (y donde descansan los restos del ícono).

La biblioteca se había inaugurado un año atrás, junto con el Archivo “Chavero-Fitzpatrick”, en alusión a Héctor Roberto Chavero, el nombre real de Yupanqui, y a su esposa, la pianista y compositora Nenette Pepin Fitzpatrick, co-autora de muchos de sus temas legendarios.

Atahualpa Yupanqui y la Biblioteca La Capataza

La novedad es que la USAL terminó de digitalizar el catálogo de la Biblioteca La Capataza, que cuenta con más de cuatro mil documentos en papel, entre libros, folletos y partituras. Se trata de un catálogo enriquecido, ya que ofrece las imágenes y transcripciones de las quinientas dedicatorias de los libros de Yupanqui y permite navegar las estanterías en forma remota.

 “Lo nuevo que tenemos es que ya están digitalizadas y terminadas de ingresar al catálogo todas las partituras: son entre 400 y 500”, cuenta Liliana Rega, Directora de Bibliotecas de la USAL. El catálogo de la Biblioteca La Capataza es de acceso libre y público y está en https://bibliofundacionyupanqui.usal.edu.ar.”

Pero el Fondo Atahualpa Yupanqui: Memorias en Papel  tiene otras líneas clave de preservación aún en proceso, y que mostrarán sus resultados en 2025. Por un lado, el Archivo Chavero-Fitzpatrick, con documentación familiar y del recorrido artístico de Yupanqui.

 “Por ahora está subida la descripción general del archivo, que se compone de cartas, postales, fotos y manuscritos -prosigue Rega-. Ya tenemos digitalizado un cincuenta por ciento. Hay mucho material valioso, como las cartas y los manuscritos dactilografiados de Atahualpa”. Todo este material está  disponible online.

El proyecto integral se completa con la Biblioteca Digital, que permite leer online las primeras ediciones de la obra literaria de Atahualpa Yupanqui. Aquí aclara Rega: “Pensamos digitalizar completa la Colección Yupanqui, pero también va a depender de que se otorguen los permisos de derechos de autor. Lo que es nuevo, allí, son los libros La palabra sagrada (1989) y El sacrificio de Tupac Amarú (cantata, 1971), que son inhallables en Argentina”. Todo este material está disponible online.  

Casa de Yupanqui-La Capataza

La obra de Atahualpa Yupanqui es vasta, múltiple y diversa. Su visión del folklore arraigado no sólo al paisaje sino a los hombres y mujeres con sus problemáticas sociales en cada territorio interpela constantemente a la cultura y la sociedad argentina del siglo XXI: desafía a quienes buscan asimilar la tradición al pasado, en vez proyectarla al futuro. Por eso, poder acceder a los archivos digitalizados de Yupanqui es abrir pensamientos, y futuras investigaciones, a nuevos aspectos de su vasta obra.

Lo sabe Liliana Rega: “En general, nosotros tenemos la figura de Yupanqui muy idealizada en relación con la tierra y la tradición. O nos vamos al otro extremo y decimos ‘uy, se fue a vivir a Francia y no vino más’. Pero no es así. Leyendo sus papeles se ve que la idea de la patria lo atravesaba verdaderamente: él sentía que cumplía una misión. Y cada vez que daba un recital, sobre todo en lugares alejados como Hungría, Alemania, Bulgaria o Japón, Don Ata decía ‘pude cumplir con la patria y llevar nuestro canto genuino a otros lados’”.

En las cartas, documentos y manuscritos que digitalizan desde 2022, Liliana Rega pudo comprobar algo en sintonía con la mirada de Roberto “Kolla” Chavero, el hijo del músico y presidente de la Fundación Atahualpa Yupanqui: “Don Ata tenía una profunda comprensión del vínculo que existía entre el paisaje y la persona, no solamente en la Argentina -apunta Rega-. Es decir, en el corazón del paisaje se halla la comprensión del corazón de las personas que viven ahí. Yupanqui ve una ligazón entre el paisaje, el modo de ser de la gente y el corazón humano”.

“A mí no me pregunten lo que traigo de nuevo. Pregúntenme lo que traigo de viejo, para que ustedes puedan conocer cómo es nuestro espíritu y nuestra manera de ser. Eso que viene de lejos y de muy atrás”, reflexionaba Atahualpa Yupanqui. Por ello tenía una gran habilidad para relacionarse con la gente de a pie -los paisanos y trabajadores- tanto como con los académicos más encumbrados de la arqueología, la etnografía o de otras ciencias que investigan lo recóndito, lo ancestral y lo primigenio.

Allí se inserta también el desafío del proyecto: analizar los lazos de Yupanqui con otras disciplinas. “En 2025 esperamos tener terminada la digitalización del archivo y lanzarlo, así como los demás papeles de Yupanqui. Es una satisfacción haber terminado de subir el catálogo enriquecido de la Biblioteca La Capataza -dice Rega-. Dentro de los cuatro mil libros hay unos mil que conforman la Colección Yupanqui: aquellos con los que él estudió y que tienen sus marcaciones. Esos van a estar digitalizados, siempre tomando en cuenta los derechos de autor”.

Manuscritos, fotos y papeles de Yupanqui

Todo el archivo de manuscritos, fotos y papeles de Yupanqui se está subiendo para ser preservado en el taller de conservación de bienes culturales de la USAL: allí donde también se lo podrá consultar físicamente. “La catalogación y digitalización de los libros nos llevó dos años. Insume tiempo porque hay que restaurarlos previamente: en un mes se pueden digitalizar entre tres y cuatro libros”, aclara Rega, satisfecha con lo realizado.

Y agrega: “La biblioteca La Capataza necesitaba ser organizada y catalogada. Siento una gran alegría de que esto se pueda difundir, así como con lo que va a ocurrir más adelante con el archivo”.

¿Qué es lo que más desean desde la USAL? “Que otros vengan a investigar el legado yupanquiano. Los libros antes estaban, pero en las sombras. Ahora están publicados. Es increíble, por ejemplo, ver las dedicatorias que él recibía de gente tan distinta como María Elena Walsh o el pintor Oswaldo Guayasamín”, evoca Rega.

“Ahora –prosigue-podrían venir investigadores y trazar la red de relaciones de Yupanqui con otros folkloristas, músicos e intelectuales de aquí y del resto de Latinoamérica, o ver sus notas en los márgenes. Hay mucho para aprovechar”.

Pero no sólo los investigadores tienen nuevas facetas de Yupanqui para descubrir, y otras para corroborar. El público en general también podrá reencontrarse con el autor de “Piedra y camino”, “Los ejes de mi carreta”, “Luna tucumana”, “La pobrecita” o “Chacarera de las piedras”, entre sus más de seiscientas canciones.  “Lo que tiene de bueno Yupanqui es que dice cosas muy profundas en un lenguaje muy sencillo y simple -siente Rega-. Y su biblioteca también es eso: una literatura folklórica e indígena de diferentes espacios de Latinoamérica que estará al alcance de la mano”.

El Fondo Atahualpa Yupanqui: Memorias en Papel hasta atesora su colección de sobres. “Nosotros los guardamos porque ahí están las fechas y lugares desde donde Yupanqui escribía. Se podría hacer todo un itinerario de su obra y de sus vínculos a partir de los lugares donde estuvo. ¿Trajo libros del folklore de Hungría, de Bulgaria, de Japón?”, indaga Rega. Y las preguntas se siguen expandiendo.

¿Qué culturas conectó y atravesó Atahualpa Yupanqui? ¿Qué senderos comunes vio en ellas? Las respuestas estarán en los materiales del Archivo, de la Biblioteca Digital y del catálogo de La Capataza. “Yupanqui llevó el canto de la Argentina a lugares alejadísimos de todo el mundo y aún tenemos mucho para saber de él, por sus archivos y documentos. Y seguirnos preguntando por qué no se lo enseña en las escuelas: sus canciones, pero también sus libros. Seguimos batallando con una gran desinformación en torno a Atahualpa Yupanqui”.