Unas semanas antes de que Independiente jugara el clásico con Racing, Hugo Moyano se encargó de defender a Claudio “Chiqui” Tapia frente a Alberto Fernández. El líder camionero y titular del Rojo fue uno de los dirigentes que intentó construir un puente entre el presidente de la AFA y el Gobierno, que pretende a otro hombre en el comando de las oficinas de Viamonte 1366. Fue esa misma semana que el Comité Ejecutivo se pronunció a favor de Tapia y contra cualquier injerencia oficial. Ahí estaba la firma de Moyano, que aún ocupa la vicepresidencia segunda de la AFA. La primera, que le pertenecía a Daniel Ángelici, hoy figura vacante. Ese movimiento del sindicalista explica la storie que Marcelo Tinelli, presidente de la Liga Profesional, publicó el sábado por la noche en Instagram. Minutos después de que Mauro Vigliano le cobrara un penal invisible a Racing en tiempo de descuento, el conductor posteó, lacónico, en la red social de la felicidad: “Seguí defendiéndolo”. Se lo dedicaba a Moyano; se refería a Tapia.
La defensa de Moyano a Tapia -que incluyó una discusión muy fuerte con Tinelli- es un antecedente que no ayuda a la idea de conspiración que atribula a buena parte de Independiente por los perjuicios arbitrales. El penal contra Racing fue parte de una acumulación, es cierto. Ya habían soportado otros dos penales, contra Boca y Talleres, en los partidos anteriores. Los dos sobre el final. En esta historia tampoco es todo lineal. Si Moyano padre defiende a Tapia, Moyano hijo lo castiga. Se cose ahí también una interna familiar. Pablo no se lleva bien con su excuñado desde hace muchos años. Por eso hizo retumbar que el penal lo había cobrado Tapia y que había que terminar con la “AFA macrista”. Y agitó un reclamo formal ante la AFA para que se anule el penal de Vigliano, un trámite burocrático que nunca cae bien en los hinchas.
Moyano hijo sabía que el calificativo más duro que le podía lanzarle a Tapia era el de macrista, justo en momentos en los que el presidente de la AFA intenta enviar todo tipo de guiños al frente que gobierna el país. Lo hizo con sobreactuación el mes pasado cuando se acordó de modo súbito que Raúl Pleé, el fiscal que había pedido el juicio contra Cristina Fernández de Kirchner en la causa por el dólar futuro, era el presidente del Tribunal de Ética de la AFA. Recién ahí lo suspendió con el argumento de que ocupaba un cargo en Boca, algo que sucedía desde 2007.
Tapia intenta mostrar a una AFA a tono con la época, incluso con el spot emotivo que lanzó la última semana, donde se combinan las voces de entrenadores argentinos históricos y de la actualidad, y que se transforma en una arenga para cuidarse en medio de la pandemia. Pero desde el oficialismo no le creen. Lo ven muy cerca del vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, con quien armó el procotolo fallido para que el público pudiera volver a las canchas. Pero quien, sobre todo, le garantizó su cargo como vicepresidente del CEAMSE, para lo que se requirió la firma de Horacio Rodríguez Larreta.
La ambición a veces puede llevar a una trampa. En el gobierno generó cierto disgusto que luego del intento de ruptura, Tapia llegara a un acuerdo cerrado con Disney para la televisación del fútbol. Tampoco gustó que se hiciera reelegir en plena pandemia, mayo del año pasado, para un mandato que recién comenzaría a regir en octubre próximo. Hay dos presentaciones en la Inspección General de Justicia que pueden derribar esa elección. Sólo falta que se active un botón.
Aunque Moyano lo intentó, no convenció a Alberto Fernández de las virtudes políticas de Tapia. Desde que asumió como presidente, Fernández sostiene que el fútbol así no funciona. Si fuera por él, ya habría otro dirigente al frente de la AFA. Lo prefiere, por supuesto, a su amigo Tinelli. Pero el conductor televisivo, que tiene ganas de ir por el cargo, todavía no cuenta con los votos suficientes. Alberto también pensó en Matías Lammens, pero el ex presidente de San Lorenzo, que mantiene un buen diálogo con Tinelli, seguirá como ministro de Turismo y Deportes.
La fortaleza de Tapia consiste en que todavía, aunque la IGJ le haga caer su futuro mandato, tiene más votos que un eventual oponente. Su otra fortaleza es la situación general, lo que pasa en la calle. Hay muchos problemas urgentes para el Gobierno antes que el fútbol. Pero Tapia siente el condicionamiento. Aunque pretendió resistir, en una tarde tuvo que modificar los horarios de los partidos que se jugarán en AMBA para que todos terminen a las 20 siguiendo las restricciones impuestas por el gobierno nacional. También tiene que hacer equilibrio con sus aliados. Con su familia. Moyano padre ya avisó que no podía haber otro Vigliano.