“Siempre es un desafío escribir sobre el amor”, afirma Marcela Fernández Vidal, en una declaración de principios que defenderá, con pasión literaria, durante toda la entrevista. Sabe que algunos escépticos hasta podrían calificarla de naif en estos tiempos de grietas pero se planta firme y, citando de vez en cuando a una tal Cristina, asegura que “así como todo es política, todo puede ser amor”. Es, precisamente, a partir de esta premisa que la escritora – nacida en Chile, pero argentina por devoción – plantea la necesidad de reinventarnos en la construcción y la inclusión, como una suerte de antídoto esencial que equilibre la balanza frente a tanta violencia y odio. Es, precisamente, a partir de esta fórmula que Fernández Vidal presenta esta semana Plan Maestro, su nuevo libro.
La novela, o novela corta como ella prefiere decir, cuenta en primera persona el sinuoso devenir de una historia de amor truncada. La protagonista, separada y con dos hijos, reencuentra después de veinte años a un viejo vecino con el que mantuvo una breve pero intensa relación y, a partir de ahí, comienza a recorrer el camino hacia sus sentimientos más profundos. “Es una heroína que lucha contra sus monstruos internos”, sintetiza Fernández Vidal a Tiempo.
– ¿Por qué una historia de amor?
– Escribir una historia de amor es un desafío, hoy y siempre. La literatura gira alrededor del “pero”, es la llave que activa todos los relatos. Se fue de viaje, pero… Se casó, tuvo un hijo, pero… Por eso sentí que era un verdadero reto contar una historia de amor que presentara sus vericuetos y que, de alguna manera, tuviera una buena conclusión. Insisto, hablar de amor es un desafío, así se lo haga desde la literatura, la política o cualquier ámbito. Cristina (Fernández de Kirchner) ha mencionado en algunos discursos esa idea de construir algo a partir del amor. Es un concepto muy amplio, que está en toda nuestra vida. Sentimos amor a un hijo, a un padre, a un hermano, a un trabajo, a un oficio, a una vocación. Es algo que permea todo.
– Plan Maestro también propone una mirada desde lo estrictamente femenino.
– Quise aportar algo pero no desde las consignas, sino desde mi trabajo, desde mi oficio de escritora. Si bien no es un relato estrictamente feminista, quise contar cómo se mueven algunos personajes femeninos. No quise caer en estereotipos.
– ¿Buscó darle un anclaje político y social a la historia?
– Sí, pero no de manera explícita. Menciono muy poco el contexto sociopolítico, a pesar de ser una historia contemporánea que transcurre en la Argentina, entre la ciudad de Buenos Aires y la provincia de Mendoza. Si bien está contada en primera persona, traté de incorporar otras voces. Mi intención fue que estuviera entramada con relatos de otras mujeres.
– Imagino que quizás incluya algún elemento autobiográfico…
– Siempre hay algo. Es como la materia prima. Recuerdo un borrador, muy borrador, que le mandé al escritor cordobés Luciano Lamberti. En su devolución, me dijo algo que me gustó mucho: “Está bien que tenga cosas autobiográficas, pero vos tenés que hacer una construcción”. Eso me hizo un clic en la cabeza. Tenía razón. Nunca hay que olvidar la construcción literaria, recordar que estás frente a un objeto al que tenés que ponerle lo mejor de vos para que tenga sentido, peso, verosimilitud. Entonces, si bien hay mucho de autobiográfico, quise crear a los personajes y darles vida propia. Todos tienen algo de mí.
– ¿Qué quiso contar a través de ellos?
– La historia gira alrededor de una mujer, separada y con dos hijas, que después de veinte años se reencuentra con un antiguo novio que había tenido en su pueblo natal de Mendoza. La particularidad de esta relación es que estuvieron un par de días saliendo, pero con la sensación que habían estado juntos toda la vida. Al reencontrarse después de tanto tiempo ella está con una nueva pareja, por lo que comienza una lucha interna para abrirse paso ante sus sentimientos más profundos. Es una heroína que lucha contra sus monstruos internos.
– ¿Cree que todos los que se animan a estas luchas internas lo son?
– Sí, cada uno en su vida tiene esas batallas. El tema es si las lleva adelante o se da por vencido. En la novela está muy presente el tema de los tiempos: esa posición de decir ya está, me entrego, ¿qué hago con esto tan fuerte que sentí en algún momento de mi vida? Entonces sí, creo que en nuestra vida cotidiana como mujeres damos esa lucha interna cuando nos planteamos romper esquemas.
– ¿Por qué escribir una novela como Plan Maestro hoy?
– La historia se me impuso. Yo tenía un idea, pero tenía mis dudas sobre si valía la pena contarla. En marzo publiqué un libro de cuentos (Junto a un Dique) con Ediciones del Camino, la editorial de Alejandro Russo, y él me insistió que tenía que publicar otro, que siguiera golpeando una y otra vez con todo lo que venía haciendo. Yo tenía la historia en mi cabeza, me parecía fuerte y le mostré el material. Y como decía antes, la historia misma se me impuso. Creo que hay una especie de clima de época para que valiera la pena publicar esta historia ahora. En este tiempo es importante el tema del amor. Porque el amor es construcción, no es odio.
– ¿Considera que en la actualidad hay una resignificación del amor desde lo político?
– Siempre pongo como ejemplo principal a Cristina, quien hace rato viene planteándolo precisamente en esos términos. Creo que si hablamos de una resignificación del amor nos ayuda a sacarlo del territorio de lo personal, de lo vinculado a la pareja y a la idea de hogar. Así como todo es política, todo puede ser amor. La escuchaba mucho a Cristina en sus discursos y en sus actos, y yo que no soy del palo de la política me daba cuenta que estaba frente a alguien que conocía el tema a fondo. Es algo que tiene que ver con los tiempos de enfrentamientos y violencia que vivimos. El amor es todo lo opuesto: es construcción e inclusión. Y la novela también lo es, porque el personaje principal se debate cómo integrar todos los aspectos de su vida. Ella pelea mucho con su madre, con su tía, siente bronca y odio. Pero eso lo tiene que trabajar, ver cómo lo incorpora todo. Por eso se llama Plan Maestro.
– ¿El título lo eligió usted?
– Sí, surgió de algo que piensa la protagonista y alude a esta cuestión filosófica sobre que todo está digitado previamente. ¿Hay una fuerza superior?. Hay un karma?. ¿Todo en mi vida ya está establecido?. ¿Es todo parte un plan? O Nada que ver y todo responde a mi voluntad, a mi capacidad de decidir y construir. La idea del Plan Maestro fue un intento de buscar respuestas a estas preguntas sobre un posible plan superior.
– ¿Qué cree al respecto en lo personal?
– Creo que todo está establecido por mi propia voluntad, que a su vez está unida a otra voluntad superior. Acallar el ego y aceptar más la realidad tiene que ver con la aceptación. Es otro de los debates de la novela. ¿Acepto lo que ocurre? ¿Acepto lo que ocurrió? ¿Hago algo por mi voluntad para modificar la realidad? ¿Me peleo contra lo que ocurre o acepto lo que es, porque tiene que ser?.
– ¿Qué suele hacer ante estos interrogantes?
– Últimamente, cada vez más aceptar. Tiene que ver con esto de dejarse llevar y vivir el presente, de decir que sea lo que tenga que ser, porque lo que venga va a estar bien. Si viene algo es porque tiene que venir. Hay un plan maestro.
Plan Maestro, de Ediciones del Camino, será presentado el jueves 21, a las 19, en el Club Cultural “El más acá, en Caseros 514, San Telmo, CABA