Fue todo muy veloz. Tanto que dio para sospechar que el Covid de Joe Biden vino como anillo al dedo para dar un golpe blando contra su gestión, sacarlo del medio y presentar, en el mismo acto, a la que debería ser su sucesora en la campaña, la vicepresidenta Kamala Harris. El mandatario explicó su renuncia a una nueva postulación en un mensaje de once minutos en el que se lo vio muy estático y con muestras evidentes de que leía minuciosamente el texto del teleprompter. Por si eso no bastara para dar muestras de que algo había pasado en los entresijos de la Casa Blanca, se conoció un memorando en que el presidente delega funciones claves relacionadas con la ayuda en armas y dinero a Ucrania al secretario de Estado y al Tesoro. Una señal que supo aprovechar el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, para sostener que “si Biden no es apto para postularse para presidente, no es apto para ocupar el cargo” y pedir su dimisión inmediata.

Mientras tanto, el viernes Barack Obama posteó en su cuenta de X el apoyo a la candidatura de Harris tanto personal como de su esposa, Michelle. Es que el expresidente, uno de los “capos” del partido demócrata, sostenía la candidatura de la exprimera dama, lo que explica el apuro a mover fichas: no sólo Harris tenía que mostrarse fuerte contra Donald Trump sino en la interna partidaria. Por eso en sus primeras declaraciones subrayó que cuenta con los delegados necesarios para su postulación en la convención partidaria del 19 de agosto en Chicago.

A todo esto, Trump, que incluso antes de la renuncia de Biden había puesto la mira en la vice, salió con los botines de punta contra la exfiscal General de California. «Hace tres semanas era una inútil. Era una vaga, una vicepresidenta fracasada en una administración fracasada con millones de personas cruzando, y ella era la ‘reina de la frontera'», fustigó el empresario, que calificó a su contrincante como “la vicepresidenta más incompetente, impopular y de extrema izquierda de la historia de Estados Unidos».

Harris, a todo esto, en su primer acto de campaña en West Allis, Wisconsin, mantuvo un estilo enérgico y descontracturado que hasta ahora no se le conocía. Y entre los festejos efusivos de un público adepto y sonrisas a granel, alabó la gestión de Biden como un legado que “no tiene parangón en la historia moderna”. Y se batió golpe a golpe con la estrategia opositora. Así, puntualizó que siendo fiscal “enfrenté a los grandes bancos de Wall Street y los hice responsables de fraude”, para recordar que Trump había sido declarado culpable de 34 cargos de fraude. “Me enfrenté a perpetradores de todo tipo: depredadores que abusaron de las mujeres, embaucadores que estafaron a los consumidores, tramposos que rompieron las reglas para su propio beneficio”. Y agregó, con aire resuelto y una sonrisa pícara: “Así que escúchenme cuando les digo que conozco al tipo de Donald Trump”.

Luego enumeró una serie de propuestas que van en la misma senda que la fórmula Biden-Harris había prometido en 2020: “Creemos en un futuro en el que ningún niño tenga que crecer en la pobreza, donde cada trabajador tenga la libertad de afiliarse a un sindicato, donde cada persona tenga atención médica asequible, guarderías infantiles asequibles y licencia familiar paga. Creemos en un futuro en el que cada persona mayor pueda jubilarse con dignidad”. Y para darle más contenido, añadió: “el desarrollo de la clase media será un objetivo definitorio de mi presidencia. Porque esto es lo que todos aquí, Wisconsin, sabemos: cuando nuestra clase media es fuerte, Estados Unidos es fuerte”.

El compañero de fórmula de Trump, el senador por Ohio J.D.Vance, a todo esto, apuntó en su primer acto de campaña en Radford, Virginia, contra el oficialismo y sus medios afines por haber ocultado que el presidente «no es capaz de hacer el trabajo». “La historia recordará a Joe Biden –abundó– no sólo como un desertor, que lo es, sino como uno de los peores presidentes de la historia de Estados Unidos”. Y completó: “Kamala Harris es un millón de veces peor y todo el mundo lo sabe. Ella fue la responsable de todos y cada uno de los fracasos de Joe Biden y mintió sobre su capacidad mental para ejercer como presidente”. Trump, a todo esto, está buscando una alianza con el tercer candidato en carrera, el independiente Robert Kennedy Junior. El hijo del asesinado exfiscal general y sobrino del también asesinado presidente John Kennedy se lanzó por las suyas en abril pasado cuando vio obturadas sus posibilidades dentro del partido demócrata. Con una visión que por momentos capta el encono de Trump contra el “estado profundo” (acusa a la CIA de haber estado implicada en el magnicidio de JFK) y a favor de hacer las paces con Rusia, al mismo tiempo está en línea con la tradición roosveltiana del Partido del Burro que pretende desempolvar Harris, Kennedy Jr. había despegado en las encuestas arañando votos descontentos con el bipartidismo vigente. Según el Washington Post, Trump le ofreció un alto puesto en temas de salud y medicina si gana el 5 de noviembre. 

No le fue nada bien a Netanyahu esta semana

Mala semana para Benjamín Netanyahu. Se presentó en el Congreso de Estados Unidos para reclamar más apoyo a su ofensiva en Gaza justo cuando la noticia era la renuncia de Joe Biden a la candidatura. Y Donald Trump estuvo más frío de lo que esperaba, al punto que en el canal Fox dijo que debe poner fin a la guerra de inmediato. “No puede seguir así. Es demasiado tiempo. Es demasiado”. No sólo eso: “Israel tiene que ocuparse de sus relaciones públicas. Sus relaciones públicas no son buenas, y tienen que hacerlo rápido porque el mundo no se lo está tomando a la ligera”.

Las tropas israelíes, que en las últimas horas habían provocado al menos 30 muertos en el bombardeo a un hospital de campaña en la escuela Khadija, de la ciudad de Deir el-Balah, en el centro de la Franja de Gaza, ya causó más de 39500 muertos desde el ataque de Hamas del 7 de octubre pasado.

El gobierno británico del laborista Keir Starmer, en tanto, declaró que no presentará objeciones a la orden de arresto contra Netanyahu emitida por el Tribunal Penal Internacional (TPI) en mayo. El Gobierno de Australia, por su parte, anunció sanciones contra siete israelíes y un grupo de jóvenes por ataques violentos contra palestinos. «Esto incluye palizas, agresiones sexuales y torturas a palestinos que provocan lesiones graves y, en algunos casos, la muerte”, indicó.