No se acallan los estertores del intento de golpe de Estado en Bolivia del pasado miércoles 26, hace semana y media. Por lo que hubiera representado una nueva ruptura de la institucionalidad. Y también por el agregado sustancial que implica la descarnada pelea interna en el seno del Movimiento al Socialismo gobernante. Causa estupor que ese enfrentamiento ponga en juego la transformación que se produjo desde que Evo Morales asumiera la presidencia en enero del 2006 y que tuviera su continuidad en la actual administración de Luis Arce, a pesar, nada menos del cruento golpe de 2019 y el posterior gobierno de facto de Jeanine Áñez.
Por todo ello, para comprender la complejidad de la situación, nadie mejor que Ariel Basteiro, quien fuera dos veces embajador argentino en Bolivia y un gran conocedor de la realidad.
Por empezar desestima cualquier posibilidad de autogolpe. “Hubo un golpe, sin dudas. Más allá de las internas y de la derecha que las aprovecha. Hubo un militar (Juan José Zuñiga) que intentó romper el orden institucional. La cohesión del gobierno lo evitó. Después, el otro tema es la pelea específica entre Evo (Morales) y Lucho (Arce). A esta altura ya no hay condiciones esperables de que se pueda solucionar o encontrar acuerdo. Si bien vale la pena aclarar en Bolivia todo puede pasar. Vos crees que un conflicto va a terminar con derramamiento de sangre y de manera imprevista se encuentran acuerdos y se soluciona.
–Para eso debería ceder uno de los dos. Y que ocurra eso es difícil.
–Evo no se baja bajo ningún punto de vista de la candidatura. Eso hace que refuercen a Lucho, todos los que lo acompañan y que están en contra de Evo, a que tampoco baje la candidatura. Una solución sería encontrar a un tercero, pero en verdad es muy difícil. En el último año se polarizó tanto.
–¿Cómo se entiende esta posición tan rupturista o inflexible de Evo, incluso para acusar a Arce de promover un autogolpe?
–En octubre del 2020 o antes, los movimientos sociales que son las organizaciones fundantes del MAS habían determinado que el candidato a presidente de fuera (David) Choquehuanca. En un congreso, en Buenos Aires, Evo da vuelta esa decisión y lo pone a Lucho, que era el candidato a vice. El motivo por el cual se da vuelta la fórmula, es que Evo creía que con Choquehuanca iba a haber conflicto rápidamente. Supongo que también lo impulsó a Lucho, suponiendo que lo iba a poder influir en el gobierno. Lo que también sucedió a posterior es que Lucho terminó teniendo mayor nivel de autonomía y no se dejó manejar. Intimamente creo que Evo tenía como idea que el mandato de Lucho no fuera de cinco años y que él podía volver en algún momento. Yo creo que ese es el problema. Lo hablé con Lucho. Decía: “Déjenme mantener la fuerza de poder de gobernabilidad hasta el año 2025”. Pero la interna se abrió mucho antes. No tenía como intención primaria la reelección, porque esperaba poder gobernar tranquilo hasta el 2025. Pero el año pasado empezó cada vez con mayor fuerza el nivel de confrontación, fundamentalmente para ver quién era el candidato en el 2025. Evo tenía la necesidad de que se lo declarase como candidato único en el 2025.
–¿Esta pelea tan fuerte hace peligrar el futuro gobierno?
–Si, Bolivia se caracteriza por tener un tercio de votos de derecha. En todas las elecciones de los últimos 20 años, la derecha sacó siempre 25/30%. El MAS, unido, sacaba siempre un 60%, que ahora puede dividirse en dos. Con esta disputa se genera un escenario de tres tercios, lo cual hace que por primera vez se genere un escenario proclive para la derecha que estaba muy lejos de poder conquistar por sí misma.
–En Bolivia hay balotaje. Eso podría aliviar el panorama.
–El nivel de enfrentamiento que existe hoy, me hace dudar de que si gana uno, el otro acompañe. Tiene que ser algún voto muy consiente que termine resolviendo que es mejor votar a un a un ex aliado que a la derecha. Pero el nivel de enfrentamiento es muy grande.
–¿También lo hay en la sociedad?
–Sí. Bolivia tiene una característica: tiene mucha población rural muy importante y cada vez una mayor población urbana. Hace diez, 15 años atrás, la población rural estaba arriba del 60% . En los últimos años hay una migración donde el campo a la ciudad y una influencia de las ciudades que antes no era tan importante: ahí se hace más fuerte Lucho. En la zona rural es más fuerte Evo.
–Más allá del golpe y de este enfrentamiento, ¿cómo está Bolivia hoy?
–Bolivia tuvo 20 años de estabilidad absoluta, no había inflación, era un 1% anual; donde el dólar había estado fijo durante 15 años, desde el 2006 hasta hace muy poco, no se movía de los $7; donde había ningún problema en la adquisición de dólares… Ahora hay una inflación del 2 o 3% o que haya una especie de dólar paralelo -con una brecha no tan grande como la que se está acá; un 10/15%- y hay algún inconveniente en encontrar divisas ya que los bancos instalaron una especie de cepo que, en un país donde durante 20 años hubo estabilidad y plena tranquilidad en todos los rubros. Eso genera cortos circuitos pequeños que se quieren convertir en un gran conflicto. Apareció un dólar blue porque los bancos no te venden abiertamente. Comparado con lo nuestro es un juego de niños. Además, la desocupación se sigue manteniendo baja muy baja y la economía sigue creciendo.
–¿Y el conflicto por el gas?
–Tienen el inconveniente de que se les frenó la producción de gas y con ello el ingreso de divisas que antes de garantizaban Argentina y Brasil. Hoy solamente está garantizado a medias por Brasil. Argentina no compra más, ya no por Vaca Muerta sino porque tampoco Bolivia puede vender más. Sino Brasil le compraría toda la producción. De unos U$S 4000 millones que entraban hoy deben entrar no más de 1000, mil doscientos. Eso obviamente repercutió en la disponibilidad de divisas y de caja. Pero Lucho, a su vez, está con un programa de sustitución de importaciones con industrialización. Por primera vez, Bolivia frenó la compra de productos que ellos mismos fabrican. Esto mínimamente está dándole un poco más de fuerza a la producción a la industria boliviana. «
El ingreso de Bolivia al Mercosur
Dentro de pocas horas, este lunes 8 está prevista la reunión de Jefes de Estado del Mercosur, en la ciudad de Asunción del Paraguay. Las actividades comenzaron ya el jueves pasado, especialmente con la asistencia de las cancillerías y sus delegaciones, y concluirán con la reunión de presidentes en la que el país anfitrión, cederá la presidencia pro témpore a Uruguay. Argentina debía estar en ese cónclave, pero el presidente Javier Miler confirmó que no asistirá. Claro, varios de sus enemigos regionales sí se harán presentes allí. Luiz Inacio Lula da Silva, por caso. Y también Luis Arce, a quien le atribuyó haber accionado un autogolpe.
El presidente boliviano entregará a sus colegas la ley aprobada por la Asamblea Nacional de su país, por cual ratificó su plena adhesión al bloque. Es más, entre las banderas que sacudieron los vientos asunceños en la sede, el Palacete Villa Rosalba, ya estaba la del Estado Plurinacional de Bolivia. Un símbolo de la bienvenida aún antes de que se formalizara el ingreso. Justamente, la canciller boliviana, Celinda Sosa, afirmó el viernes que “a partir de este momento el país inicia el proceso de adecuación al bloque”.