La Argentina es uno de los pocos acreedores netos del planeta y el único en América Latina con unos 400.000 millones de dólares de activos en el exterior, «un ´lujo’ que la economía no puede permitirse y mucho menos en épocas de ‘vacas flacas'», sostuvo el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag). Un análisis de los economistas Guillermo Oglietti y Alfredo Serrano Mancilla asegura que el dato no es para «festejar», en tanto «ese dinero afuera explica la pobreza adentro», razón más que suficiente para «detener la fuga» como un «imperativo». «Ese dinero afuera también se necesita para pagarle la deuda al FMI (Fondo Monetario Internacional) y a los acreedores privados», señalaron los investigadores, al tiempo que valoraron en ese contexto «la creación de un Fondo, con un aporte especial de emergencia sobre el valor de activos en el exterior no declarado».
Oglietti y Mancilla precisaron que en 2020 «los activos de los argentinos en el exterior sumaban unos 400.000 millones de dólares», de los que «un poco menos de 90.000 (millones)» fueron declarados ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). El monto de activos en el exterior es «ligeramente superior al PIB (Producto Interno Bruto) de ese mismo año y unos 120.000 millones de dólares más que los activos que los extranjeros tienen en la Argentina», según datos del FMI.
De los 140 países considerados en la Posición de Inversión Internacional (PII) relevados por el organismo multilateral de crédito, los economistas concluyeron que «Argentina es uno de los mayores acreedores netos del mundo» y «el único en América Latina», además de ser, junto con Sudáfrica y Tailandia, uno de los tres de esa condición entre los países en desarrollo. «Este es un hecho atípico que no podemos festejar», sostuvieron, ya que, si bien «poseer una gran riqueza en el exterior puede ser una buena noticia para un país desarrollado», no lo es para uno subdesarrollado.
En ese sentido, señalaron que «la enorme cantidad de dinero en el exterior no es el uso que más le conviene al país por más que sea conveniente para sus dueños». «Es dinero de unos pocos. Es dinero que no invirtió ni generó empleos ni fábricas en el país. Es dinero en gran parte improductivo. Es dinero fugado, evadido. Es dinero que demandó divisas y debilitó el peso y así generó inflación», puntualizaron.
Al respecto, manifestaron que «ningún país en desarrollo puede sostener el crecimiento si los dólares se van afuera en vez de entrar al circuito productivo», ni tampoco «podrá tener una moneda estable». Por tal razón, agregaron, «detener la fuga es un imperativo para que ese dinero comience a generar un efecto multiplicativo interno: aumentar la producción, mejorar el empleo y salarios, crecer el consumo». Oglietti y Serrano Mancilla finalizaron remarcando que «los dólares afuera son un ‘lujo’ que la economía no puede permitirse. Y mucho menos en épocas de ‘vacas flacas'», por entender que «son dólares generados desde Argentina, pero quedan ociosos afuera, sin contribuir en nada puertas adentro».