El viernes se realizará el desfile inaugural de los Juegos Olímpicos de París 2024 y los ojos del deporte se mudarán a Francia. Desde una mirada global, la atención estará puesta en una curiosidad: por primera vez, la apertura no se realizará en un estadio sino sobre un río, el Sena, que atraviesa la capital francesa. Los atletas pasearán en embarcaciones. Pero desde un foco nacional, la noticia está en el retroceso en la cantidad de atletas que participarán: será la delegación nacional más pequeña (136 deportistas) desde Barcelona 1992 (109).

Es cierto que, desde el trazo fino, en Beijing 2008 y en Londres 2012 apenas participaron dos y un atleta más, respectivamente, de los que estarán en la capital francesa. Pero en proporción la diferencia es mayor: en esta edición habrá 329 eventos, a diferencia de los 302 en China y los 304 en suelo británico. Hay varias causas para este descenso: atletas que se retiraron, camadas de selecciones que finalizaron un ciclo, modificaciones en los sistemas de clasificación y deportes nuevos sin tanta tradición en Argentina. Pero también están los motivos que de novedosos no tienen nada.

Bajo la presidencia de Javier Milei, a quien lo único que le importa del deporte es la implementación de las Sociedades Anónimas Deportivas (y sin embargo estará en París), se profundizó la crisis con el desfinanciamiento, despidos, recorte de becas, achicamiento y desinversión en políticas públicas, como los Juegos Evita. A este panorama poco esperanzador se le suma la acefalía en la Subsecretaría de Deportes por el reciente despido de Julio Garro después de que pidiera que Lionel Messi se disculpe como capitán del seleccionado por los cantos racistas que se filtraron tras la final ante Colombia.

En ese contexto, el boxeo olímpico argentino es un reflejo de toda esta caída: por primera vez en 100 años no habrá púgiles representando al país en los Juegos Olímpicos. Es un deporte que no solo tenía asistencia perfecta desde París 1924 sino que además es la disciplina que más medallas le brindó a Argentina, 24 en total, con siete doradas, siete plateadas y diez de bronce.

“Cada vez que llegan los Juegos Olímpicos soy noticia, a mí sirve porque me mantiene vigente y me trae recuerdos, pero es muy malo para mi deporte (boxeo)”, se sincera ante Tiempo Pablo Chacón, quien ganó en Atlanta 1996 la última de las 24 medallas y actualmente es un prestigioso entrenador. El mendocino identifica a “la falta de inversión” como una de las variantes que influyen en este presente. Es decir, menos plata para viajes, que a su vez significa menos roce internacional y escasa participación en eventos en el exterior. Según Chacón, se debería volver “a mirar al interior del país y resurgir los campeonatos nacionales y regionales” que fueron la cuna de los grandes atletas.

Para Marcelo Domínguez, excampeón mundial en la categoría crucero, “no es una sorpresa” que no viajen boxeadores argentinos a la capital francesa. Uno de sus argumentos es lo “poco tentador” que resulta para un deportista amateur cobrar una beca que, en el mejor de los casos, apenas supera el medio millón de pesos.

De París 1924 a París 2024

Entre París 1924 y México 1968, Argentina conquistó 23 medallas olímpicas y dos campeonatos mundiales profesionales. Desde entonces, los boxeadores nacionales consiguieron 40 títulos del mundo y una sola presea olímpica (la de Chacón). Esto deja ver un cambio económico y cultural en el boxeo argentino que pasó de priorizar el amateurismo a que la tierra prometida sean las grandes veladas con bolsas y contratos en dólares. “El boxeo olímpico siempre fue más técnico, importa más la factura de los golpes, pegar sin que te peguen” explica Luciano González, periodista especializado, y agrega “son muchos años de trabajo para formar un boxeador olímpico, es muy difícil que alguien invierta en eso”.

A partir de Río 2016 se habilitó a los profesionales para que participen en la cita olímpica, pero, a diferencia del tenis o el fútbol, los boxeadores deben detener sus carreras varios meses para prepararse específicamente. Chacón lo define como “casi otro deporte, menos tiempo de combate y de recuperación”. Recién en Londres 2012 fue incorporado el boxeo practicado por mujeres y Argentina tuvo en Tokio 2020 a la primera representante, Dayana Sánchez. Al menos por cuatro años seguirá siendo la única.

Una fuente cercana a la Federación Argentina de Boxeo (FAB) cree que “aumentar el atractivo económico” puede ser una de las acciones a tomar para que los jóvenes púgiles no se apresuren en su pasaje al profesionalismo. Chacón, que tiene una escuela de boxeo en su provincia natal, reconoce que no están dadas las condiciones para “dedicarse por completo” a un ciclo olímpico: “Para que te den una beca tenés que ganar una medalla, pero ¿cómo hacés? Los boxeadores venimos de abajo y solo te dan los viajes, el hospedaje y la comida. Te tientan con el boxeo profesional y es difícil resistir”. «