El partido tardó una hora y veinte en empezar. Graves accidentes en las inmediaciones del estadio pusieron en peligro el inicio de la final, que no estuvo tan lejos de suspenderse. Pero el show continuó y el partido se jugó con normal desarrollo, aunque en un ambiente raro.
La Conmebol pretendió copiar y pegar el modelo UEFA, que funcionó bien en Europa. Pero lo que funciona bien en una sociedad, no necesariamente funcione bien en otra. Sudamérica tiene una idiosincrasia distinta y el método europeo no aplica. Tampoco aplica el modelo estadounidense, con un espectáculo musical en el entretiempo que solo aportó lo que la juventud define como «cringe». El tiempo le dio la razón a Bielsa y no hizo falta esperar demasiado para comprobarlo.
Colombia sorprendió a Argentina. A partir de una presión insoportable, le quitó pelota y terreno. Lo puso muy incómodo y le generó peligro. Sin embargo, el equipo de Scaloni, una vez más, le encontró la vuelta. No se puso nervioso y amoldó sus virtudes al nuevo escenario. Con ataques rápidos y precisos, el campeón defensor generó las opciones más claras.
Después, el partido fue parejo y un tanto accidentado. Mucho jugador rodando por el piso, poca claridad, pero todo en nivel alto. Lo más trabado que puede verse entre equipos de élite. A falta de claridad, la lesión de Messi enrareció aún más un clima ya viciado.
La despedida de Di María tampoco pasó desapercibida. Por un momento, hubo un tufo feo a fin de ciclo, pero no, fue solo un temblor. El llanto de Messi parecía indicar que el sueño se terminaba, pero no, el sueño no terminó. La imagen del torneo no fue de llanto, sino de alegría, con Messi levantando otra copa.
Más allá de partidos peores o mejores, el equipo tiene una columna vertebral muy fuerte, capaz de resistir cualquier golpe sin venirse abajo. Dibu, los centrales, los laterales, De Paul, Paredes, Di María, cualquiera de los dos nueve. Messi. Hay titulares y hay banco. Casi que hay 16/18 titulares y todos hacen pesar la experiencia.
En el suplementario, el partido se abrió y fue más de ida y vuelta. Dos equipazos con ambición de triunfo. Ninguno se conformó con el empate. Colombia no se guardó nada y Argentina tampoco. La diferencia fue ese golazo colectivo con definición de Lautaro Martínez.
En el Mundial, a Lautaro le faltaban cinco para el peso. En esta Copa, Lautaro puso siempre los cinco para el peso que le faltaba al equipo. Paredes -de buen ingreso- recuperó una pelota bárbara en el medio. Luego, la jugó para Lo Celso, que metió una gran asistencia de primera. Lautaro corrió y puso la pelota por encima del hombro del arquero, en una definición que ya había ensayado en esta Copa. El ex de Racing fue el goleador del torneo, con 5 goles.
Argentina ganó la Copa América por 16° vez en su historia. Es el máximo ganador en solitario del torneo continental. Es la segunda de la Scaloneta. La segunda de Messi, de Di María, del Dibu, de toda la banda. Y es un justo campeón. Tal vez sin mostrar su mejor versión, la ganó bien. El mejor equipo ganó su cuarto torneo consecutivo y la alegría futbolera parece no tener fin.