Anthony Hopkins, Mel Gibson, Paris Hilton, Jeff Bridges, Billy Crystal, Diane Warren, John Goodman, James Wood podrían reinar en cualquier marquesina de Hollywood, promesa segura de otro éxito de taquilla. Estamos acostumbrados a esos tanques norteamericanos que arrasan entre los públicos del mundo, muchas veces bajo forma de películas catástrofe, donde una amenaza externa -extraterrestres- o interna -terroristas- amenaza el estilo de vida occidental. También podríamos pensar en un cross-over cuyos malvados sean extraterreses terroristas. Pero si las mencionadas estrellas están unidas esta vez, no es para pelear contra malévolos planes sino que son noticia porque las mansiones que habitaban han sido consumidas por el fuego. Arden Los Ángeles.

Una explicación sugiere que a un año lluvioso le sucedieron dos años de sequía, con lo que la mayor abundancia vegetal quedó seca y dispuesta para ser pasto de las llamas. Además los vientos fuertes ayudaron a la propagación del fuego, que pronto llegó a los barrios linderos a los bosques, o situados enfrente del mar, residencias preferidas por los pudientes, lejos del centro empobrecido. ¿Qué parte le toca al calentamiento global producto de las actividades económicas en estos fuegos inéditos? Pero es una explicación demasiado científica para ser cierta.

Otra inferencia sugiere que la reducción del presupuesto de los bomberos de Los Ángeles penalizó las capacidades operativas del cuerpo. Así lo argumenta desde allá The Left Voice (reproducida por La Izquierda Diario), que denuncia el aumento del presupuesto municipal a favor de la policía en desmedro de las fuerzas de bomberos. Citan a Kristin Crowley, la jefa del Fire Departement, que declaró hace un tiempo que «la reducción del presupuesto ha limitado severamente  nuestras capacidades para prepararnos, entrenarnos y responder a emergencias de gran escala, incluyendo incendios». Crowley empezó como bombera hace 24 años y consiguió todos los ascensos por experiencia y excelente puntuación. Es una referencia mundial en la materia, está casada con una mujer y tienen tres hijos. Quizás una inferencia demasiado política para ser creíble.

Por suerte, vecinos de West Hill atraparon a Juan Manuel Sierra Leyba, un inmigrante ilegal mexicano con cuentas pendientes con la Justicia, que provocaba los incendios en Kenneth Hill con un lanzallamas. El lanzallamas después fue un soplete (?). Quizás sea pronto un encendedor de los baratos. Vino la policía, que lo arrestó por violar una libertad condicional, no por incendiario. Con lo cual es cierto que tiene antecedentes penales, además es marrón oscuro. El caso es claro: la política protege a los criminales, y como bien dice Trump la responsabilidad es toda del gobernador de California, el demócrata Gavain Newsom, que en una política “woke” decidió usar el agua de las montañas para proteger a los peces y no a los californianos, y la jefa de bomberos Crowley es una lesbiana que deja sin agua a los bomberos, ¡Habilitó perspectiva de género! ¡Es culpable! Y además el cambio climático no tiene nada que ver. Por fin definiciones entendibles e indiscutibles.

Digamos que los daños provocados por el incendiario ascienden -por lo menos- a 50.000 millones de dólares. Esto provoca cierto resquemor por el lado de las aseguradoras, comprometidas por la mitad del citado monto. Así que llegó el momento de “delay, deny, defend” (atrasar, negar, litigar), eso que grabó Luigi Mangione en las balas con las que asesinó a Brian Thompson, un empresario en seguros de salud. Mal presagio para los damnificados que deberán esperar años para esperar la resolución del siniestro. No será así con los millonarios, sobretodo con aquellos que alquilaron servicios de bomberos privados a 2000 dólares la hora para proteger la mansión propia.

Aún así, faltan horas para que Donald Trump inicie una segunda presidencia: será el primer mandatario que asuma con condena firme (saludos a los muchachos de la “ficha limpia”). Enfrenta un mundo en llamas con la guerra en Ucrania; la masacre en medio oriente, asistida por Estados Unidos que ahora busca un cese al fuego; el renacimiento africano del Sahel; las jugadas de la India; la potencia de China; la existencia de los BRICS+. Por lo pronto, Trump amenazó a Dinamarca -un aliado en la OTAN- con quitarle Groenlandia; con quitarle Canadá a los canadienses y sacarles el canal de Panamá a los panameños. La relación con México no luce prometedora. Es que el perfil del gobierno Trump 2, con Marco Rubio como Secretario de Estado, parece sesgado hacia ordenar un “patio trasero” que -según ellos- merece disciplinamiento. ¿Serán Cuba y Venezuela las primeras víctimas? ¿A costa de ignorar la tormenta de fuego interna? Líbrenos Dios de esa gente que quiere encender hogueras en el medio de las llamas.

Hubo otro presidente norteamericano, también republicano, aunque estaba hecho de otra madera. Ante la inminencia de la guerra civil -que es el peor de los incendios posibles- Abraham Lincoln llamaba a ejercer el poder político de forma responsable, mantener la Unión, dejar las luchas fratricidas en nombre de “los mejores ángeles de nuestra naturaleza”. Fue en el discurso inaugural en 1861 de Honest Abe, como le decían a Lincoln. Pero a pocos les importan los hechos demasiado históricos. «Oh, Captain! / My Captain!». «