Y fue un invierno como los de antes, nomás. Con un frío que no sentíamos desde hacía mucho tiempo, olas polares extensas y rigurosas, y temperaturas mínimas muy bajas. A tal punto que, por ejemplo, el miércoles 10 de julio, en la localidad de El Palomar se registró una temperatura de -7°C, la marca más baja de la historia para la zona del AMBA. Además, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, este invierno se perfiló como el segundo más frío de los últimos 60 años, superando el gélido 2007 (el año que nevó en la Ciudad de Buenos Aires) y sólo por detrás del récord de 1984.

“Sí, realmente fue un invierno frío, como hace tiempo que no teníamos, tal como lo veníamos previendo. Frío tanto en los valores medios como en las temperaturas extremas que fueron muy bajas. Es posible que sea uno de los inviernos más fríos de las últimas décadas”, comenta Matilde Rusticucci, investigadora del CONICET y profesora del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

Sin embargo, el escenario climático de nuestro país va a cambiar radicalmente en estos próximos tres meses. En ese sentido, el pronóstico climático trimestral desarrollado por un amplio grupo de profesionales de diversas instituciones prevé para estos meses primaverales una mayor probabilidad de temperaturas medias superiores a las normales para todo el centro y norte del país, y en particular para la región del NOA. En tanto que, para el oeste de Patagonia, se esperan temperaturas de normales a superiores a las normales. Y para el este de Patagonia se anticipan valores habituales para la época.

Sobre este escenario, otro pronóstico de índices extremos de temperatura confeccionado por Soledad Collazo, desde el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de Exactas UBA, refuerza estas previsiones al vaticinar una mayor ocurrencia de extremos cálidos para casi todo el centro y norte del país, a excepción del NOA donde se prevén condiciones normales. Solamente para la provincia de Mendoza se pronostica una menor ocurrencia de extremos cálidos.

Lo que, a priori, resulta llamativo es que el mismo informe vaticina la probabilidad de una mayor ocurrencia de extremos fríos de temperatura mínima principalmente para el NEA, pero también para el centro del país. “Esto está relacionado con la falta de humedad. Cuando el aire está más seco se genera una mayor amplitud térmica. Con el sol la máxima sube mucho y por la noche se enfría mucho. Eso hace que las mínimas sean más frías, incluso extremadamente frías para la época. Aún con máximas muy cálidas. Es que la humedad actúa como el famoso efecto invernadero, mantiene más estable la temperatura”, explica Rusticucci. Y completa: “Esa señal tan fuerte del noreste implica que todavía podemos tener mínimas muy frías hacia la primavera. Y en algunos lugares, como en el centro de Córdoba, puede haber alguna helada tardía”.

Primavera sin lluvias

En relación con las precipitaciones, luego de un invierno con escasas lluvias en buena parte del país, este déficit se va a acentuar en los próximos meses. Así, el informe para esta primavera prevé precipitaciones inferiores a las normales sobre la región Norte, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Cuyo. Mientras que serían entre normales e inferiores a las normales para el norte del Litoral, gran parte del NOA, Buenos Aires, La Pampa y la región patagónica. “Vamos a seguir con un déficit de precipitación importante en todo el país –subraya Rusticucci–. En algunos lugares esos valores van a ser realmente bajos. Esta situación puede provocar problemas para la producción agrícola”.

El déficit de lluvias está relacionado con la presencia del fenómeno Niña que va a ir ganando influencia en los próximos meses. “Por ahora todavía estamos en una fase neutra, pero nos encaminamos hacía una Niña, que se va a ir imponiendo hacia octubre, noviembre y diciembre y puede extenderse hacia el verano. Aunque no se espera un fenómeno tan intenso y duradero como el que sufrimos entre 2022 y 2023”, anticipa la climatóloga.

En el verano del hemisferio norte, el calentamiento global no aflojó y siguió arrojando datos preocupantes. Por un lado, el domingo 21 de julio se posicionó como el día más caluroso jamás registrado en todo el mundo. Durante esa jornada la temperatura media global del aire en la superficie de la Tierra alcanzó los 17,09°C, superando el récord anterior, de julio de 2023 con 17,08°C.

Por otro lado, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), dependiente de la Unión Europea, entre junio de 2023 y julio de 2024 se encadenaron 13 meses consecutivos de calor récord, y existen muchas probabilidades de que 2024 se convierta en el año más caluroso de la historia desde que se tienen registros. Además, a lo largo de ese lapso, la temperatura se ubicó 1,64 grados por encima de la media del período preindustrial, lo que deja atrás el aumento de 1,5°C, límite fijado por el Acuerdo de París en 2015.

“Sí. Es impresionante el calor sufrido en el hemisferio norte. El promedio en los últimos 12 meses te da muy por encima del famoso 1,5°C establecido en París. El Océano Atlántico también estuvo muy cálido, lo que genera mucha preocupación en varios países por las consecuencias que puede provocar el aumento en el nivel del mar”, advierte Rusticucci.

Y completa: “Por eso nosotros hacemos mucho hincapié en que los países subdesarrollados lleven adelante medidas de adaptación para hacer frente a las consecuencias que va a traer el mayor calor. Pero bueno, las perspectivas no son optimistas. Lamentablemente, estamos en un período de negacionismo”.  «

*Artículo publicado en NEXCiencia, el sitio de la Facultad de Exactas y Naturales de la UBA