La pandemia es y será un karma que estará presente entre nosotros mucho más tiempo de lo alguna vez imaginado. Pero no todas sus consecuencias y disrupciones en la vida como la habíamos conocido hasta entonces serán amargas, tristes, depresivas. Hay expresiones vitales que contradicen su sentido más lúgubre, como el último disco de Jorge Araujo, que tuvo su origen y los avatares que le dieron sentido en ese momento histórico de la humanidad.
“A la pandemia, yo soy un artista antes y después de la pandemia -responsabiliza de su flamante Electro, carne y hueso Jorge Araujo, que asegura que el disco define su actual momento-. Lo doloroso de la pandemia, los que de alguna manera nos vimos reflejados a estar en un encierro en momentos de incomunicación, en el caso mío artístico, me llevó a situaciones que nunca hubiera abordado que son las de empezar a conectarme con la tecnología.”
Sí, aunque usted no lo crea, este músico que bordea los 60 años, que tocó con grandes de todo tipo y la mayoría del público lo conoce por haber sido el baterista de Divididos entre 1995 y 2004, no sabía, mejor dicho, no quería saber nada con programas como el “Ableton Live o el AIMP”, lo que le costó bromas varias de distintos colegas que en algunos casos aún perduran.
“Imaginate que este disco sale de una situación mía muy muy triste, que de tanto meterme con la computadora y de investigar y qué sé yo, empieza a estar muy lenta por la cantidad de grabaciones que yo venía haciendo de audios, me empecé a copar, a microfonear; bueno, el viaje que tenemos los artistas cuando empezamos a conectar con aparatos de última generación, y en eso termino borrando los audios que pertenecían a esas grabaciones.”
Todo lo que imagine quien esté leyendo esto pudo haber sucedido excepto la muerte, ya que Araujo resume todas esas sensaciones, sentires e intenciones en un “me bajonee muchísimo”. Y si bien el bajón está reflejado en el disco, también hay partes más alegres -nunca festivas- que indican una relación más amigable con el camino que tuvo que recorrer.
“Tuve que reformar un poco mi cerebro para poder empezar a contemplar que este tipo de situación electrónica ya pertenece a mí artística. Si no voy con esto es porque estoy haciendo un acústico o una versión de lo que yo estoy tocando, pero si en un show hoy escuchás que salen sonidos electrónicos, obviamente disparados y tocados, ejecutados como toco un acorde o le pego a un tambor, es parte de lo que estoy grabando. Es un momento bastante bisagra de mi propuesta artística: yo mismo estoy anonadado de la importancia que empezó a tener esto.”
Así, el disco muestra su frescura en las fluctuaciones anímicas que expresa, que son las que, se puede decir, iba viviendo ese cerebro reformulado.
“Hay un tema que se llama ‘Pepino el perro’, el disco es bastante autorreferencial podría decir: tiene que ver con mi vida, o con mi entorno. Y no de manera metafórica, sino bastante directa.” Tal vez Pepino escuchó que se lo nombraba y por eso minutos después de escuchar su nombre ladró pidiendo algo. “Por lo que me sucedió estaba muy necesitado de volverme a expresar y ahí me largué con todo de nuevo.”
El asunto es que Pepino tiene tema propio en Electro, carne y hueso: “Es un perro hemofílico que en ese momento estaba todo el tiempo en situaciones de transfusiones, intervenciones quirúrgicas que no cicatrizaban, y fue medio terrible. Pero eso se lo debo a los productores, que hicieron de ese tema una canción que ahora la toco en vivo y es casi alegre, y yo la canción la hice en un estado de profunda tristeza. De hecho por suerte Pepino vive y más de una vez lo tengo que sacar del ensayo.”
“Sí totalmente”, dice Araujo cuando se le sugiere que su reciente descubrimiento de las posibilidades tecnológicas que permiten los nuevos programas se parece al descubrimiento de América. “Si vos me conocías a mí hace cinco años, o un poco antes, cuando empecé a grabar mis discos más en solitario, directamente creo que te grababa un casete”, ríe y hace reír.
La ocurrencia le da pie para contar su trauma: “Yo tuve una relación muy fulera con las baterías electrónicas en los ‘80, lo sufrí mucho. Yo soy del ‘65, y en el año ‘80 cuando aparecen las máquinas y por lo menos todos los artistas populares de rock empiezan a grabar con máquinas o incluirlas en sus discografías, empecé a bajonearme, porque mis primeros pasos como batero fue escuchar a grandes bateros de rock y ya no reconocía a los bateristas. ¡¿Qué es esto?!”.
Con su oído formado con John Bonham (Led Zeppelin), Araujo se encontraba perdido. “Entonces después me tocó a mí tocar como la máquina, algo que nos pasó a un montón de bateristas. Tenías que imitar una máquina.” Pero en el escenario de la presentación en el Berlín -que probablemente tenga una gira por provincias del país luego del 21 de mayo- habrá siete músicos entre invitados y banda. Una formación que también es una apuesta frente a lo que vive el país, que no sólo es un tema económico.
“Es un momento muy difícil para la cultura», sostiene Araujo. «A los artistas a veces nos pasa que tenés que lidiar con tantas cosas que no tenés mucha información de lo que pasa realmente, por ejemplo, con un pibe de 20 años. No podés abarcar toda la problemática. Pero lo que sí sé es que en general es un momento muy difícil en el que todos tenemos que hacer un aporte para que la gente siga conectando, siga creyendo que hay un artista que va a tocar igual, sea como sea».
«Porque sinceramente la bajada desde arriba es: ‘Che, la cultura no importa’. ¡Es terrible! Qué gente como (Adrián) Suar salga a hablar es porque hay una línea de no darle importancia, no es un problema de un sector. Y la cultura no es algo solamente que divierte a la gente, es algo que tiene que ver con nuestra formación. La cultura, la música me salvó la vida más de una vez. Pensar que todo eso es una cosa que no interesa porque lo único que importa son los números es rarísimo. No lo puedo entender», dice Araujo.
«Y creo que es el momento donde más energía nos da a todos los artistas a salir a romper las pelotas y a tocar, los actores a actuar, los escritores a escribir, los pintores a pintar. ¡Así que no sabés las ganas que tengo de subirme el martes que viene!”
Jorge Araujo
Presenta su tercer disco solista, Electro, carne y hueso. Martes 21 de mayo a las 20:45 en Café Berlín Av. San Martín 6656.