En la Dársena D del Puerto Nuevo de Buenos Aires, la delegación de Futbolistas Argentinos Agremiados esperaba a Natalio Pescia para subirse al hidroavión (un avión que despega y aterriza en el agua) de la empresa Aviación del Litoral Fluvial Argentino (ALFA) que partiría hacia Colonia, en la vecina orilla del Río de la Plata. Allí cerca, en Juan Lacaze, a sólo 45 kilómetros, los argentinos jugarían un amistoso contra un combinado de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales.

Mientras la impaciencia ganaba terreno por la demora del volante de Boca, José Manuel «Charro» Moreno (ídolo de River) intentó romper el hielo con José Marante (referente xeneize): «¿Ustedes son siempre así?». Cuando Pescia arribó a la terminal, justificó su retraso porque había mucha espera para votar en una escuela de Dock Sud en las elecciones para la Asamblea de Constituyentes de 1948.

Ya en Uruguay, los jugadores de ambos equipos se saludaron antes del partido. El escenario era muy humilde pero la causa, muy noble. El domingo 5 de diciembre de 1948, en el estadio Miguel Campomar de Juan Lacaze, se enfrentaron en un partido «fraternal» los futbolistas de la Mutual y los de Agremiados. En la prensa de la época se lo nombró como el «amistoso de los huelguistas«, porque en ambos márgenes del río más ancho del mundo estaban en huelga desde hacía un mes por reclamo de mejores condiciones laborales.

Ni ferroviarios, ni gráficos, tampoco aceiteros. Los futbolistas fueron los primeros en realizar una huelga durante el gobierno peronista, iniciado en junio de 1946. Los jugadores de la Primera División, con Adolfo Pedernera a la cabeza, optaron por esta medida de fuerza a fines de 1948, luego de ocho meses de reclamos ante una AFA que no brindaba soluciones. Algunas de las exigencias eran la libertad de contratación (porque los jugadores no podían cambiar de equipo si su club no se los permitía), que los sueldos tuvieran un piso pero no un techo y otras conquistas que el resto de la masa obrera había adquirido (vacaciones pagas, aguinaldo e indemnización).

Argentinos y orientales acordaron realizar un cotejo y que la recaudación fuese para la mutual local, con la promesa de una revancha en suelo argentino. El estadio Centenario no podía ser una opción porque la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) era una de las partes en conflicto, al igual que el resto de la dirigencia de los clubes. Por eso las canchas de las instituciones afiliadas a la AUF no estaban disponibles para albergar el partido.

El escenario elegido fue la cancha del club CYSSA en Juan Lacaze, en el departamento de Colonia. Las 8000 localidades del humilde estadio no alcanzaron para las 20.000 personas que se arrimaron a ver a los cracks rioplatenses. El conjunto argentino contó con la base del equipo que un año antes se había consagrado en la Copa América de Ecuador. Además de Alfredo Di Stéfano, Pescia, el Charro Moreno y Marante, también dijeron presentes Julio Cozzi, Juan Filgueiras, Norberto Yácono, Néstor Pipo Rossi, Norberto Tucho Méndez y Félix Loustau.

Algunos de los jugadores del combinado local serían protagonistas del mitológico Maracanazo, dos años después, entre otros Obdulio Varela y Schubert Gambetta, entre otros. Los huelguistas albicelestes se quedaron con el triunfo gracias a los goles de Camilo Cervino y Di Stéfano; había empatado Schiaffino.

Otro Uruguay-Argentina de huelguistas

Este curioso partido no es el único en su especie. En 1971, los reclamos de los trabajadores del fútbol seguían vigentes en ambas orillas del Río de la Plata, por lo que hubo huelga y reedición del match. Pedernera volvía a estar al frente de la protesta, en esta ocasión como representante de Agremiados y técnico del equipo. José Omar Pastoriza fue una de las voces de los jugadores durante todo el conflicto y quien arregló con sus colegas uruguayos.

Como todo parecía repetirse, la dirigencia de los clubes no prestó sus estadios para el evento. Por eso, el 14 de noviembre las estrellas argentinas y uruguayas disputaron la «Copa de los Derechos Humanos» en el marrón césped del Centro Social y Deportivo Paso de la Arena, un club de barrio a 20 kilómetros de Montevideo que recién en 2021 se afiliaría a la AUF, en la cuarta categoría.

La selección de Agremiados contó con Miguel Ángel Brindisi, Óscar Más, Daniel Onega, Rubén Ayala, Alfio Basile, Rodolfo Fischer y Carlos Bianchi, que utilizaron una camisa blanca con dos finas líneas azul claro y botones. La celeste se vistió de rojo y así salieron a jugar, entre otros, Roberto Matosas y Luis Cubilla. Los futbolistas de Nacional eran los campeones vigentes del continente.

Los vecinos de Paso de la Arena se acercaron para ver a los jugadores que solían escuchar por la radio. A falta de tribunas, buenos fueron los árboles, camiones y alguna estructura rudimentaria hecha con cajones. El resultado, anecdótico, fue 3-1 a favor de los argentinos. Dos goles de Brindisi y otro de Pinino Más. Crónica rescató un diálogo entre los caudillos de ambas huelgas, Don Adolfo y el Pato.

-Pastoriza: «Lástima que los dirigentes que dicen que quieren proteger al hincha no nos dieron tribunas para brindar un partido gratis».

Pedernera: «Se olvidan que, en la construcción de los clubes, también participamos los jugadores. Es lo mismo que nos pasó en el 48».