El 2 de julio se conmemora el Día Internacional del Cooperativismo, instaurado desde 1923 a iniciativa del pensador argentino Domingo Borea, fijándose el primer sábado de julio de cada año como fecha de celebración en todo el mundo
No debería ser un día más, debería ser un momento de reflexión, de reforzar la aplicación de principios y valores solidarios, de no perder nuestra identidad y de vencer al individualismo abundante. Vaya en estas líneas el reconocimiento a las cooperativas de servicios públicos, que sin ellas, numerosos habitantes de nuestro país tendrían necesidades básicas insatisfechas, llámese telefonía, energía eléctrica, agua potable, gas y una diversidad de servicios que mejoran la calidad de vida de los seres humanos ya que, las grandes compañías lucrativas no le resulta demasiado rentable y olvida sectores de la patria.
A las cooperativas de trabajo que ayudan a dar ocupación plena, colaborando en erradicar la desocupación o al menos como alternativa de mínima contribuyendo a no expulsar a más trabajadores del mercado, en sus distintos formatos, las consideradas tradicionales productivas o serviciales, las resultantes de empresas recuperadas por sus trabajadores o las fomentadas a través de los Estados.
A las cooperativas de vivienda por la loable tarea de proporcionar a sus asociados la posibilidad de tener un techo digno en condiciones más accesibles. A las cooperativas agrarias por contribuir al crecimiento del país, procurando que los productores se agrupen para obtener insumos en forma más económica y facilitándoles la colocación de sus productos al mercado nacional y mundial.
A las cooperativas escolares por mantener vigente los principios y valores cooperativos educando a nuevas generaciones de futuros cooperativistas.
También debería ser un tiempo de reivindicaciones y peticiones
A nuestros gobernantes para que apoyen a este movimiento solidario, evitando obstaculizar el creciente accionar de las cooperativas, a través del mantenimiento de legislación inadecuada y discriminatoria.
A nuestra sociedad para que las apoye, se interiorice de las bondades del sistema cooperativo, que sepa del origen nacional y genuino de sus capitales, y que los excedentes de una buena administración sepa que se vuelcan en más y mejores servicios a la comunidad.
A los propios cooperativistas para que aprovechen la oportunidad de ser protagonistas, que demuestren y difundan las obras que llevan a cabo, que trasciendan nuestras propias fronteras y sobre todo, para que en nuestras empresas sociales los LAZOS COOPERATIVOS sean más fuertes que los lazos competitivos.
En esta fecha tan especial, es imprescindible destacar los importantes aportes que el cooperativismo brinda al país. Cerca de 15 millones de personas se encuentran vinculadas con el sector cooperativo. Se estima en un 10% la representación de las cooperativas dentro del Producto Bruto Interno de la república Argentina. Solamente el cooperativismo urbano, aporta 200.000 puestos de trabajo directo, 150 mil productores integran el sector rural generando 300 mil puestos de trabajo, 4 millones de habitantes son abastecidos por cooperativas de agua potable, 7 millones de pobladores reciben suministro eléctrico de cooperativas, con el llamativo dato que en la provincia de La Pampa están cubiertas la totalidad de los usuarios. Casi un 30% de la producción de lácteos que se consumen en todo el país, es provista por cooperativas.
Estas cifras son solo muestras del enorme potencial que se aporta a la sociedad en términos económicos, mostrando que existe otra alternativa válida donde se prioriza el capital humano sobre el excesivo fin de lucro.