El presidente Javier Milei finalmente firmó el proyecto de Ficha Limpia. Lo central de la iniciativa es que no le permite ser candidato a los ciudadanos acusados por delitos de corrupción que tengan condena en segunda instancia, siempre y cuando el fallo confirmatorio se haya producido en un año que no sea electoral. Esas casualidades de la vida llevan a que esta sea justamente la situación legal de la expresidenta Cristina Fernández. ¿Quién lo hubiera imaginado?

El primer proyecto de Ficha Limpia había sido impulsado por el PRO. Había fracasado en la Cámara de Diputados a fines del año pasado porque los diputados de Milei no aportaron lo suficiente  para que se logre el quórum. La iniciativa del macrismo, al igual que la de Milei, estaba hecha para proscribir a CFK.

¿Cuál es el problema con una ley de este tipo? Por un instante se puede viajar con la imaginación a un país de cuento. Se llama Justiciolandia. En ese lugar remoto, los jueces son ecuánimes. Sus sentencias se basan en las pruebas y los argumentos jurídicos que presentan las partes. Además, no son corruptos. No aceptan la influencia de los empresarios, ni de las embajadas de potencias imperiales, ni de los medios de comunicación. Son incapaces de inventar pruebas o de violar las normas del debido proceso. Su único objetivo es que se cumpla con la ley y se respete la constitución. En Justiciolandia-quizás-la ley de Ficha Limpia podría ser un instrumento aceptable.

La Argentina no es un territorio imaginario creado por los hermanos Grimm. Es un país del capitalismo periférico con un sistema judicial cuasi mafioso. Darle Ficha Limpia al poder judicial argentino es como poner al Chapo Guzmán a luchar contra el narcotráfico. Es darle a la mafia la capacidad de decidir a quién podrá votar el pueblo. 

Durante los últimos meses pareció que había cierto acuerdo político bajo la mesa entre el kirchnerismo y el presidente Javier Milei. Santiago Caputo había enviado señales públicas y reservadas en las insinuó que el objetivo de La Libertad Avanza es recrear el bipartidismo. En ese esquema el mileísmo sería el contrapeso del peronismo y viceversa. Este nuevo sistema traería consigo la reinstalación del pacto democrático que la política argentina había forjado desde el final de la última dictadura y que tenía una regla: las diferencias no se resuelven ni a los tiros ni en la cárcel sino en las urnas. Ese pacto es el que Mauricio Macri rompió apresando a cuanto adversario se le pusiera adelante. Esa ruptura generó un proceso de mentiras mediáticas, causas armadas, odio, que desembocó en el intento de asesinato de Cristina.

Cuando La Libertad Avanza dejó caer el proyecto impulsado por el PRO, Milei esgrimió un argumento bastante hábil. Dijo que la iniciativa podía servir para que algún gobernador «feudal»-léase peronista-lo utilice para proscribir adversarios en su provincia. Era ingenioso. Cuestionaba la imparcialidad de los jueces, pero sólo de las provincias. De esta manera Milei mantenía su estrategia de no cuestionar a la Justicia Federal ni a la Corte Suprema, pero al mismo tiempo decía que Ficha Limpia se podía utilizar para la persecución política.

El tema es que aunque el gorila se vista de seda, gorila queda. El mileísmo no pudo escapar a la tradición autoritaria del antiperonismo. Está en su naturaleza, como en la fábula del escorpión.  

En la Casa Rosada dicen en reserva que el nuevo proyecto es  un guiño al electorado del PRO para terminar de absorberlo y de ese modo hundir a Mauricio Macri como opción de poder. Dicen que no creen que la norma pase en el Senado.

Si se tomara el argumento como verdadero, lo que muestra es la ilusión de quienes creen que pueden manejar el devenir de los acontecimientos. En política se toma una decisión y el proceso que se dispara no es controlable. ¿Por qué pensar que Victoria Villarruel no hará todo lo posible para que la iniciativa se apruebe y de esa manera relanzarse en el electorado anti K, luego de la caída en las encuestas que ha tenido tras la pelea con Milei? El peronismo no tiene quórum propio en la Cámara Alta y por lo tanto numéricamente es absolutamente posible construir una mayoría sin el respaldo de Unión por la Patria.    

El nuevo texto fue trabajado por el macrista Alejandro Fargosi. El abogado había hecho declaraciones radiales la semana pasada: «Me preocuparía que Cristina vuelva a tener un cargo». Fue toda una confesión. El objetivo de Fargosi es proscribir a CFK.

Milei y Caputo finalmente son parte de ese andamiaje antiperonista y de los factores del poder económico permanente que quieren dar una lección encarcelando a Cristina. Quieren que quede claro que con ellos no se jode, que sus intereses son intocables. «