“Había bajado un montón la venta. La primera semana (tras la devaluación) fue una caída de casi un 50%”, dijo Víctor Villalba. Tiene 43 años, dos hijas y hace dos décadas que trabaja como carnicero. Está al frente de Carnes Víctor, uno de los comercios que acordó con el Municipio de Merlo una baja en el precio del asado hasta fin de mes, para que pueda llegar a la mesa en las fiestas de Navidad y Año Nuevo. “El asado estaba picante, pero ya vimos una mejoría en la venta. La gente se puso contenta”.
La carnicería de Víctor es una de las diez del distrito que fijaron el precio del kilo de asado en 4.500 pesos hasta el 31 de diciembre. Se alcanzó el acuerdo por impulso de Gustavo Menéndez, intendente de Merlo. “El corte de asado es un producto con el que el argentino está familiarizado. Por eso, buscamos que lo siga consumiendo y decidimos fijar el precio hasta fin de año, para abarcar las dos fiestas”, indicó.
Tras el final del programa Precios Justos y el ajuste anunciado por el ministro de Economía, Luis Caputo, la carne –igual que el resto de los productos- se había disparado tanto que hasta hubo una iniciativa del Consorcio de Frigoríficos Exportadores ABC –en diálogo con el Gobierno- por un plan de ofertas de cortes parrilleros antes de las fiestas, pero con alcance a pocos supermercados.
No dan los números
“Ya habíamos bajado los precios de cortes populares como milanesas, roast beef, paleta. El día que nos citan al Municipio nos hacen la propuesta de si podíamos bajar a 4.000 pesos el kilo de asado, pero había carniceros a los que no les daban las cuentas. Acordamos en 4.500. De un asado de 5.500-6.000, es un montón”, destacó Villalba. Y señaló que además en los últimos días “empezó a bajar la carne (en el mercado de hacienda) porque estaba muy parado el trabajo. Están desesperados por vender”.
Con dos décadas en el rubro, no recuerda una caída tan fuerte de las ventas como la de las primeras semanas del gobierno de Javier Milei, salvo un paro del sector en 2006. “Después, fue siempre parejo. Siempre en el parque buscamos precio para la gente, pero cuesta. Hoy aumentaron todos los impuestos, inflación, cuesta un montón. Muchas veces pasa por la cabeza cerrar, porque no es negocio. No dan los números. Cuesta un montón mantener el negocio, pero hay que seguir. Vivo de esto, no tengo otra cosa”, afirmó. Y deseó: “Va a mejorar. Tiene que mejorar”.
Carne y justicia social
Días antes del acuerdo en Merlo, algo similar había pasado en el municipio bonaerense de Castelli. A contramano del libre mercado y el Estado ausente que proclama el gobierno libertario, el intendente Francisco Echarren consiguió que las carnicerías de su distrito ofertaran el kilo de asado a 2.900 pesos. Y lo celebró al grito de “¡viva la justicia social, carajo!”.
“Vamos a regular los precios de los alimentos básicos y vamos a ayudar desde el municipio para que a ninguna familia le falte un plato de comida en estas fiestas”, dijo Echarren a Tiempo. La baja en el precio se logró eliminando la intermediación, sacando tasas y haciendo acuerdos con algunas carnicerías locales.
“Lo que estamos haciendo en Castelli es un grito de que vamos a cuidar a nuestros vecinos con todas las herramientas que tenemos los intendentes, que no son muchas, para que la gente pueda acceder a los alimentos a un precio razonable. Somos un Estado con un rol activo que antepone al libre mercado la bandera de la justicia social”, definió.
Ni un lechón
Entre el lunes y el martes posteriores al cambio de gobierno, el precio del ganado en pie en Cañuelas registró subas de hasta 43 por ciento de un día para el otro. Alzas que se sumaron a la inflación que se venía acumulando. Y que no tardaron en llegar a las carnicerías de los barrios.
Alberto Williams, presidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías en CABA, dijo a Radio Continental que “el precio de la carne se fue a las nubes. Las carnicerías prácticamente no venden nada. Si sigue esto así, más de una va a cerrar”.
Vaticinó que “si queda la exportación libre, olvidémonos del churrasco. Hace dos meses se podía comer una milanesa. Hoy a 8.000-9.000 pesos ya no se puede comprar. En estas semanas, la carne subió casi un 60%. Y arrastra al pollo, no es una sola cosa. El cerdo está carísimo también, una bondiola está pisando los 8.000 pesos”.
En la previa navideña, lamentó que “no hay ni un pedido de lechón. Un lechoncito de diez kilos vale 38-40 mil pesos. Ni siquiera matambre está pidiendo la gente. Me horroriza, y eso que tengo años en esto”.
Que no falte el pan
Además de intervenir para establecer un precio para el asado, en el Municipio de Merlo se llegó a un acuerdo con el Centro de Industriales Panaderos para mantener el precio del kilo de pan en 1.500 pesos hasta el último día de 2023.
Para jubilados y jubiladas, se estableció un 20% de descuento adicional. La medida abarca a las 600 panaderías del distrito y, según el comunicado oficial, “es resultado de una decisión conjunta entre el municipio y el presidente del Centro de Industriales Panaderos, Martín Pinto, con los comerciantes locales del rubro, y tiene como objetivo, evitar la suba de precios y cuidar la economía de las familias merlenses”.
En el mismo sentido, el viernes se cerró un acuerdo con supermercadistas del distrito para ofrecer una caja navideña a tres mil pesos. Con ocho productos -sidra, pan dulce, turrones, confituras, garrapiñada, budines- y con vigencia hasta el 31 de diciembre.
En Castelli, tras el anuncio de la oferta de asado y otros cortes, el intendente también se comprometió a seguir con otros productos. La idea es replicarlo con frutas y verduras y extenderlo a todos los alimentos de primera necesidad, como fideos, aceite y arroz. La premisa es que si no hay Estado nacional, haya Estado municipal.