La firma de la adenda al convenio petrolero para los hidrocarburos no convencionales generó reacciones diversas entre las distintas vertientes sindicales. Las CTA y los sindicatos en manos de la izquierda la rechazaron de plano pero también hubo matices entre los dirigentes de la CGT.
Guillermo Pereyra, dirigente del sindicato del Petróleo y el Gas de Neuquén, La Pampa y Río Negro, hizo un esfuerzo por presentar el acuerdo como un avance para los trabajadores. Según su visión, la adenda habría llenado un vacío legal en lo que hace a la formalización de la actividad para el sector de los hidrocarburos no convencionales. Su par de Chubut, Jorge Ávila, sin embargo, opinó que el acuerdo conlleva «una flexibilidad laboral encubierta» que deja «muy mal parado» al resto de los sindicatos del sector que ahora se verían obligados a suscribir acuerdos similares.
Desde dentro del triunvirato que conduce a la CGT se mostraron matices. Carlos Acuña, por caso, declaró que «el gobierno no se deja ayudar» y que mediante la reforma de los convenios lo que pretende el ejecutivo es «esclavizar» a los trabajadores. Con todo, aclaró que «cada sindicato discute lo que le conviene». Para Juan Carlos Schmid, abordar la productividad por el lado de revisar los convenios es «empezar al revés». Días antes, el mismo dirigente criticó las políticas de empleo del gobierno caracterizándolas como «poco serias».
Héctor Daer, por su parte, se mostró más condescendiente con el petrolero Pereyra. Señaló que la mentada adenda que, entre otras medidas modifica condiciones de seguridad y elimina beneficios salariales de hasta un 40% que existen en el convenio vigente para hidrocarburos convencionales, «no es que flexibiliza el empleo sino que lo adecúa a las condiciones actuales». Así las cosas, el dirigente de la Sanidad, uno de los gremios cuyos convenios están en la mira junto a los de la industria audiovisual, la UOCRA y los gráficos, entre otros, dio pie a la posibilidad de una discusión «caso por caso» en los acuerdos, algo que sus socios también dejaron entrever. Estos matices podrían ser la excusa, además, que impediría que la CGT encare una acción unificada en defensa de todos los convenios vigentes.
Es que está claro que la reforma del convenio petrolero no es un rayo en cielo sereno. El gobierno ya manifestó que la adenda es apenas la punta de lanza de un plan más general para avanzar sobre todos los convenios, muchos de los cuales fueron suscriptos en 1975 en el marco de un ascenso de las luchas organizadas por el movimiento obrero y que, en ese contexto, plasmaron importantes conquistas para la clase trabajadora.
La avanzada contra los convenios forma parte de la estrategia de elevar la productividad del trabajo a costa de las condiciones laborales, la seguridad y el salario. Allí se enmarcan también las iniciativas tendientes a reformar la ley de ART y a relanzar un sistema nacional de pasantías como forma, ya no de modificar, sino directamente de evadir los convenios.
En diálogo con Tiempo, Jorge «Pino» Sola, secretario de Prensa de la CGT y titular del sindicato del Seguro, y a la vez considerado uno de los «estrategas» de la central obrera unificada, dio una pista sobre la táctica que podría elaborar la CGT en su reunión de Consejo Directivo que se realizará la semana próxima de cara a la discusión sobre productividad que se inaugurará oficialmente en la primera reunión anual de la Mesa del Diálogo y la Producción, a realizarse en los primeros días de febrero.
Sola, que además es uno de los economistas responsables del Observatorio Económico y Social de la CGT, explicó que «ante una propuesta de revisar algunas condiciones en los convenios colectivos, nosotros vamos a salir a plantear que es prioritario discutir la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas, que es un derecho constitucional que ha sido ignorado», señaló en alusión a la letra del artículo 14 bis de la Carta Magna.
La propuesta bien podría servir para establecer un criterio general a partir de la aprobación de alguno de los varios proyectos de ley que se han presentado en el Congreso desde 2010 y han sido cajoneados, u oficiar de mascarón de proa para que cada sector desenvuelva una negociación particular en nombre de ese reclamo general. En cualquier variante, daría vía libre para la negociación «caso por caso» de los convenios.
Para Sola, «ya hemos hecho uso de esa herramienta. En la primera reunión que tuvimos del Consejo del Salario el año pasado, cuando (el representante empresario Daniel) Funes de Rioja planteó la posibilidad de discutir la productividad o establecer salarios mínimos por regiones, le dijimos que antes de discutir eso debíamos resolver la participación en ganancias. No fue una bandera que llevamos sino una respuesta».
Consultado sobre si estarían dispuestos a abrir los convenios a cambio de un ingreso en la participación de las ganancias, el dirigente aclaró que «no es una moneda de cambio. El gobierno y los empresarios van a poner su agenda de prioridades. Nosotros haremos lo mismo, empezando por el empleo. Pero entre los principales puntos está la participación en las ganancias».
El dirigente se excusó de opinar sobre el acuerdo suscripto por Pereyra para Vaca Muerta. «No podría opinar sobre una actividad que desconozco», se desmarcó.
Aunque parezca un contrasentido, la participación en las ganancias tiene adeptos entre los propios empresarios. La UIA se resistió cuando fue materia de debate a principios de esta década, impulsado por el entonces líder de la CGT, Hugo Moyano. Pero luego, diversos economistas fueron mostrando que sin un piso salarial indexado al valor de la canasta familiar, esa cláusula podría ser también una fórmula para transformar en variable una parte del salario, es decir conseguir el propósito de atar el salario a la productividad, algo que, precisamente, se busca con la reforma de los convenios.
Uno de los pocos gremios que obtuvo ese «beneficio» fue el Sutna, del neumático, que lo consiguió para Firestone en medio de la crisis de 2001 a cambio de una rebaja salarial. Desde entonces el bono no fue abonado en la mayoría de los ejercicios porque la empresa aducía que no se llegaban a los objetivos mínimos para su aplicación. El año pasado, la conducción de Pedro Wasiejko terminó perdiendo el sindicato a manos de la oposición de izquierda.
La reunión del Consejo Directivo de la CGT tratará también la situación de los despidos, que se acentuaron en las últimas semanas, tanto en el ámbito privado como en el estatal. Schmid señaló en un comunicado de la semana pasada que la CGT «estará obligada a analizar un panorama es complicado» por las cesantías. «