Inquieto y multifacético como siempre, Andy Chango busca refugio una vez más en un amigo, músico, en este caso Hernán Jacinto: se reúnen para interpretar la obra de Boris Vian y los temas más emblemáticos de la carrera de Andy. Tocarán en Bebop, en una noche a pura diversión y música. “Tenemos una unión desde hace dos años con Hernán. Ya casi no hago música, salvo en estos shows. Es ideal para mi edad, para mis oídos, para disfrutarlo. Hernán es un músico increíble. Es con quién elijo tocar. Es muy agradable juntarme con él. A ensayar, a charlar y como en este caso, a hacer música”, puntualiza Andy Chango.

“Pero más que nada es deconstruir temas de rock y de pop, con un piano de cola y un cajón flamenco, al que le puso un pedal y suena increíble. Temas que me gustan, temas míos y los de Boris Vian, que son las versiones mías de sus temas que grabé para un disco que hice hace algunos años en su memoria, con traducciones del gran Javier Krahe, que falleció en 2015”, cuenta el artista.

Su última locura fue renunciar en vivo, el mismo día que debutaba en Blender, como columnista de Guillermo Aquino. “El streaming se basa en hablar boludeces todo el tiempo y ya estoy grande para eso. Hice discos y me gusta el arte, esto me duele, así que renuncio”, dijo Andy, se levantó y se fue. Una muestra de su inconfundible personalidad. “Siempre me reinvento, así llegue hasta acá; haciendo lo que siento”, agrega.

-¿En el show con Hernán Jacinto también recorren tu etapa rockera?

-Sí, sobre todo mi etapa europea. Él le pone música y yo lo que hago sobre todo es bromear y disfrutar de ese encuentro musical. No hay guión, pero un 40 por ciento del show es hablado. Canto poco, pero nos divertimos. Me gusta porque cuando estaba en una banda de rock ensayábamos cinco meses para salir de gira y acá es todo al natural, como nos pinta. Lo bueno es que Hernán se adapta a todo lo que hago.

Andy Chango y dos de sus pasiones.

-Ya te había pasado, imagino.

-Sí, tuve suerte de estar cerca de gente muy genial. De hecho en el disco este de Boris Vian tenía 15 días de estudio, y los músicos grabaron todo en una tarde. O sea, tuve 14 días para cantar lo mejor posible.

-¿Es difícil elegir un repertorio después de tantos años de recorrido?

-No, se va armando. Las vamos cambiando ligeramente cada vez que tocábamos. Con Hernán nos sentimos muy cómodos y fluye solo. Nunca nos aburrimos y siempre saco dos temas nuevos para sorprenderlo. Reciclamos y nos gusta hacer lo que hacemos. Ensayamos poco, casi nada, porque yo mis temas ya me los sé, y él también. Si no los supiera le pongo un cifrado y listo, si es un crack. Entonces nos divertimos. Es la frescura de lo que pasa en el escenario. Es el momento, nos hacemos chistes musicales, aceleramos el tempo, meto un solo de la nada y así. Es fantástico.

-¿Es tu manera de vivir siempre intentar divertirse o pasarla lo mejor posible?

-Sí. Me gusta este show porque no preparo nada, dejo salir lo que pienso, según como me siento, y sale bien o mal.  Es inesperado todo, no sé lo que puedo llegar a decir. Imaginate si me animo a decir todo lo que me pasa en la tele o frente a un micrófono, con público amigo, me libero absolutamente.

-¿Cómo fue renunciar en vivo en Blender?

-Era mi primer día, lleno de ilusión. Fui el primer sorprendido. No fue un arrebato, fue porque me sentí incómodo el rato que soporté en el programa. Le escribí a mi hija para contarle y le dije que me parecía que me bajaba. Ella me dijo “Nooooo”, así con muchas o. Pero al rato me dijo “te banco”. Entonces dije listo, ya fue. Fue algo espontáneo. Les agradecí, pero quizás el que se equivocó fui yo. Me parece que estoy para otro formato dentro del streaming o esa forma de comunicar. No me menosprecio lo que hacen otros, pero un poco estamos en la era de la boludez como decía Divididos. Las redes, Tik tok, lo reels, son un poco el triunfo de la tontería chabacana, por sobre otros contenidos más profundos. Yo prefiero no participar. Hay contenidos diferentes en los que puedo aportar más. Estaba en una silla incómoda, tratando de meter un bocadillo y tengo una edad y una trayectoria, entonces sentí que me estaba devaluando. Pero bueno me salió eso. Y me di cuenta después que estuve bien: porque la gente duda si estaba armado. Si pasa eso es porque fue algo distinto.

Andy Chango y otro momento de relax.

-¿Se suma este episodio a tus peleas con Eduardo Feinmann o con Mauro Viale y Lucho Aviles?

-Sume una carta más a mi CV (risas). Es como mi carrera paralela. Yo estudié bellas artes en La Plata y siempre quise ser músico. No pude ser estrella de rock, lo intenté, y bueno: empecé a hacer de todo y se dio por caradura que me pude en situaciones que terminan siendo memorables por graciosas. O por sinceras. Porque si yo salí hablando de la importancia de no ocultar la droga como sustancia fue porque sufrí detenciones, centros nefastos y que me echaran del colegio por un porro. Pero yo no la careteo y mucha gente  me tiene cariño por eso. Yo grabé con Fito, con Calamaro, me produjo Ariel Roth, pero en paralelo se me acumularon locuras, siempre por ir a contracorriente. Pero bueno de nuevo sin trabajo (risas). Este es un país lleno de farsa, no le podés creer a nadie, ni al presidente ni al plomero. Y yo soy transparente y eso no me hará millonario, pero me da cariño: la gente me saluda en la calle, eso es un montón. A muchos los insultan.

-¿Hacer de Charly también ayudó?

-Sin dudas, todo suma. Me gané el premio platino como mejor actor de reparto en miniserie, pero también al recibir el premio dejé claro que están matando la cultura en Argentina y el cambio climático destruyendo al mundo. Dije lo que pensaba. Todo parte de mi manera polifacética de trabajar que gusta. Escribí un libro y no vendí ni 30 ejemplares, pero noto que hay algo en mi transparencia que atrae. Está bueno generar una oleada de amor siendo lo que sos. Por suerte se me acerca gente linda, Elizabeth Vernacci que me deja ser parte de su programa, amigos como Rodolfo, que siempre ayuda. Pero siempre la espontaneidad me salva: los medios están llenos de muñecos que no se pueden permitir decir lo que piensan.

-¿Qué drogas les serviría para pilotear mejor esa situación?

-No, eso depende de cada uno. A mí me gustan todas, no les puedo recomendar, cada uno tiene que hacer su camino.  Lo que sé es que me aburre hablar de drogas a esta altura. Porque la DEA no quiere perder su negocio y hace que hace algo para cuidarnos, y Trump culpa a México por el fentanilo, cuando es una droga legal, hecha por laboratorios norteamericanos. Los primero que se engancharon con los opiáceos fueron porque se los recetó el médico, entonces me venís a correr. Bayer inventó la heroína satanizada, o te daban cocaína por dolor de muela. Creo que hay que dar información y colaborar para controlar los daños, controlar que no la corten. Pero el Estado tiene que estar, controlando. El tabaco y el alcohol son legales y matan a más gente y Patricia Bullrich no dice nada de eso. Yo tengo un enfisema y la nariz la tengo intacta. Entonces te das cuenta que es una falsa guerra, porque los narcos nunca caen. Este es un negocio muy rentable y el mundo capitalista nunca acaba con los negocios. Pero bueno. El porro está naturalizada. Estuvo la feria en La Rural, el emporio de los garcas y se vende de forma careta en lindas presentaciones, pero bueno el uso lúdico por lo menos hay más gente que lo tolera, lo entiende porque saben que es mejor que chupar y salir a manejar. Pero explicar lo obvio me aburre. Así que terminemos acá que me voy a la pileta (risas).

Andy Chango y Hernán Jacinto 

Concierto a cuatro manos, donde reina la improvisación y el juego permanente. Jueves 13 de febrero a las 22:30 en Bebop Jazz Club, Uriarte 1658.