Hay películas que registran un tiempo. Amén. Francisco responde (2023) -disponible en Disney+- es mucho más: se trata de un manifiesto urgente de lo que el Papa Francisco le quiso dejar en el mundo. A contramano de la rigidez dogmática, Jorge Mario Bergoglio aparece en el centro de una mesa circular para dialogar con diez jóvenes de realidades diversas. No hay púlpito, no hay encíclicas, no hay fórmulas latinas. Hay escucha, silencios, desvíos, y sobre todo, preguntas.
Dirigido por los periodistas Jordi Évole y Màrius Sánchez, el documental propone un escenario casi teatral: una sala vacía, austeridad franciscana, cámaras al ras. Frente a Francisco se sientan una exmonja lesbiana, un musulmán africano, una joven que trabaja en la industria del porno, una persona no binaria, entre otros. Todos llegan con historias personales marcadas por el dolor, el prejuicio o el desencuentro con la Iglesia.

La escena más recordada es quizás la más simple: una joven le pregunta por qué la Iglesia no acepta a las personas trans. El Papa no evade, tampoco cede en lo doctrinario. Pero ofrece algo que en la historia reciente del Vaticano no abundó: ternura, duda, contradicción. Dice que «Dios no rechaza a nadie», y esa frase, pronunciada sin solemnidad, opera como tesis del film.
Amén no busca respuestas teológicas ni reivindicaciones doctrinales. Es un gesto de apertura, un puente hacia las periferias que Francisco siempre invocó. En ese espacio incómodo para el poder –el de quienes cuestionan, desde el margen–, el Papa mostró su costado más pastoral, más humano.
La elección de filmar este encuentro no es ingenua. Francisco sabía que su tiempo se agotaba y que sus reformas, tantas veces resistidas, necesitaban un legado. El documental se vuelve así un testamento político y espiritual, un mensaje directo a quienes vendrán: la Iglesia no puede hablar de amor si no empieza por escuchar.
Este lunes, con la noticia de su muerte, mirar Amén adquiere otro peso. Es el retrato de un Papa que no se aferró al poder, sino a la palabra compartida. Que no buscó imponer, sino abrir. Que no quiso clausurar el conflicto, sino alojarlo. En una hora y veinte de película, se condensa su mirada del mundo: imperfecto, plural, y digno de ser acompañado.

Francisco no fue un Papa cómodo. Fue un Papa en movimiento. Este documental, más que cualquier discurso oficial, resume su legado con una potencia inusual: la del diálogo sincero con quienes la Iglesia solía ignorar. Esa es, quizás, su revolución más profunda.
Amén, Francisco responde
Disponible en Disney+.