Los precios de los alquileres en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aumentaron muy por encima del promedio de la inflación y en el caso de las unidades más pequeñas superan con holgura el valor del salario mínimo. Así lo revela la actualización del informe mensual sobre el tema que realiza el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO).
De acuerdo al relevamiento, el alquiler promedio de un monoambiente en CABA en marzo fue de $ 25.692, con un aumento interanual de 57,2%. En el caso de los dos ambientes el valor subió a $ 30.724, con una suba de 49,1% con relación a un año atrás, mientras que los de tres ambientes pasaron a $ 45.285, con un incremento de 48,3%. Todos esos porcentajes estuvieron por encima de la inflación anual (42,6% entre marzo de 2020 y el mismo mes de 2021, según el Indec).
El trabajo fue realizado en base a la publicación de ofertas de alquileres de alrededor de 10 mil departamentos. Por esa razón no reflejan el congelamiento de las viviendas para las cuales ya se había celebrado un contrato, que fue dispuesto por un decreto de necesidad y urgencia en marzo de 2020 y prorrogado a lo largo de un año. De la misma manera, aclaran en el CESO, el valor de la oferta puede diferir, en más o en menos, del que finalmente se conviene entre las partes. A pesar de esas salvedades, se considera una buena aproximación al precio real del alquiler.
En cada categoría, los precios varían en función de otras características propias de la unidad, tales como su antigüedad y la disponibilidad de cocheras, entre otras variables. También influye el entorno (infraestructura, disponibilidad de transporte y cercanía a centros comerciales, por ejemplo). Aun así, el trabajo es concluyente al indicar que que “el Salario Mínimo, Vital y Móvil de $ 21.600 no alcanza para pagar el alquiler de un monoambiente medio” y que la misma afirmación vale para la jubilación mínima ($ 20.571).
Los valores no incluyen los precios de las expensas, que agregan un 19% promedio, ni los demás requisitos exigidos, como garantías y comisiones. De todos modos, los economistas del CESO concluyen que “los altos precios impiden a gran parte de la población alquilar siquiera un monoambiente medio, empujándoles hacia zonas con infraestructura y servicios de menor calidad”.