Los primeros diez días de junio fueron decididamente malos para la pretensión de las autoridades del Banco Central de acumular dólares. De las seis primeras ruedas financieras, en tres de ellas la autoridad monetaria debió sacrificar reservas. El resultado adverso se produjo en plena época de liquidación de la cosecha gruesa (soja y maíz), una cuestión estacional que suele asegurar abundancia de divisas.

En la primera semana del mes, el saldo en el mercado mayorista fue favorable para el Central en U$S 99 millones, a pesar de las ventas ocurridas el miércoles (1 millón de dólares) y el viernes (27 millones). La segunda semana también arrancó con el pie izquierdo: el lunes tuvo que vender 9 millones.

En esas seis ruedas, los agroexportadores liquidaron U$S 609 millones en ese mercado. A pesar de la virtual intervención del Banco Central que, a través de férreas regulaciones y cepo cambiario mediante, limita la demanda, la entidad apenas pudo retener U$S 90 millones, menos del 15% de ese total.

Las irregularidades contrastan con las fabulosas cantidades acumuladas por el Banco Central desde el comienzo de la era de Javier Milei (más de U$S 17.000 millones en seis meses). Hay un factor que explica parcialmente esa abundancia como también la actual escasez: gran parte de la demanda de los importadores fue “cajoneada” con un esquema que preveía entregar los dólares parcialmente y normalizar el acceso a los billetes a partir de mayo, generando una deuda comercial que diversas estimaciones privadas sitúan en el rango de los 10.000/12.000 millones de dólares.

Sin embargo, ese hecho no termina de encajar con un motivo adicional: tampoco hay una avalancha de compras de divisas para abonar facturas impagas. De hecho, el jueves 4 ocurrió que “el volumen operado en el segmento de contado fue el más bajo para una rueda desde el 15 de enero pasado”, según describió el operador Gustavo Quintana: sólo U$S 172 millones.

La circunstancia remite a un tema que viene siendo debatido por los economistas hace ya varias semanas: si el tipo de cambio está atrasado y si su actual valor es atractivo para los exportadores. En su afán de fijar un ancla para las expectativas de inflación, el Central sólo actualiza el precio del dólar a una pauta del 2 por ciento mensual. El jueves pasado, incluso, se dio el lujo de bajar la cotización en 50 centavos.

“Desde el 13/05 al 04/06 la cotización del dólar financiero aumentó un 21,8%, pasando de $ 1.076 a $ 1.311 por dólar. En el mismo período, el precio del A-3500 (mayorista) del BCRA aumentó sólo un 1,4%. De esta manera, la brecha cambiaria pasó del 21,7% al 46,2%”, resaltó un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario.

Esa diferencia también es analizada en el último informe de coyuntura de la Fundación FIEL. “El tipo de cambio real multilateral (último dato 88.5, base 17/12/15) se aproxima a los niveles mínimos que, en los últimos 27 años, convergieron siempre a un rebote brusco, o al menos a una corrección importante”, opinó uno de sus economistas, Juan Luis Bour. “No pueden imponerse retenciones elevadas a las exportaciones y forzar la apreciación del peso y al mismo tiempo pretender tener un boom exportador”, agregó.