Si bien los conservadores del CDU/SU han vencido en las elecciones del domingo pasado, lo que significó un giro a la derecha del electorado, según declaraciones de su líder  Friedrich Merz «el cordón sanitario a la extrema derecha continuará».

La crisis del gobierno tripartito le cobró su factura recesiva al SPD, el histórico partido Social Demócrata  alemán, que terminó en el tercer lugar con tan sólo un 16% de los votos, detrás de la extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), conducida por Alice Weidel, quien duplicó sus votantes superando el 20% del electorado. El  ganador cosechó 208 escaños y estará obligado a formar un gobierno moderado con el SPD de Olaf Scholz o los Verdes. Los temas que atravesaron e incidieron profundamente en los resultados han sido la inmigración y la prolongada recesión económica, principal punto que destruyó la alianza tripartita que sustentó a Shcolz.

Alemania, en tiempos de Angela Merkel, junto a Suecia, fueron los únicos países que cumplieron con la política de cupos  migratorios  planteada por la Unión Europea y fue la que mayor número de refugiados sirios recibió, una clara demostración de lo sensible del tema migratorio y su transversalidad. Un ejemplo es la posición de uno de los  partidos de izquierda, el BSW (Por la Razón y la Justicia), una ruptura de Die Linke encabezada por Sarah Wagenkneckt, quienes a pesar de reivindicar una política económica de izquierdas se definían por políticas  sociales de corte conservador al posicionarse contra el tema de la migratorio.

El tercer tema ha sido la Guerra de Ucrania y el genocidio en Gaza. Die Linke, el partido tradicional de la izquierda, que irónicamente dominó hasta hace poco en la antigua Alemania Oriental, si bien creció en votos superando el 8% de los sufragios, viene de perder gradualmente electorado. Entre sus posicionamientos más controvertidos estuvo su posición conciliadora sobre el Estado de Israel, lo que les hizo perder mucho apoyo entre los votantes más jóvenes y migrantes.

La sumatoria de las fuerzas democráticas impedirán en esta oportunidad la conformación de un gobierno de coalición de la derecha y la extrema derecha neonazi, pero el crecimiento de AfD coloca en el desafío tanto a la derecha institucional como a la social democracia del SPD y a los Verdes. El reto será conformar un gobierno lo suficientemente eficaz que pueda sacar a Alemania de la actual crisis recesiva y de la compleja situación en materia de provisión energética, dinamizando la decaída industria automovilística de combustión, profundamente afectada por la hegemonía China en relación a los vehículos eléctricos.

Significativos sectores de la población consideran a la Alemania actual una economía de bajo rendimiento y muestran una creciente angustia por el costo de la vida y la sensación de que la locomotora europea ha perdido el rumbo.

Para no repetir experiencias fallidas y superar una suerte de dinámica inercial de tres fuerzas que se neutralizaron en el accionar gubernamental, esta nueva posible alianza de social cristianos, conservadores  y socialdemócratas tendrán en sus manos un desafío no menor  de cara al futuro que trasciende sus fronteras y deja expectante a toda Europa.

Como dijo la referente de AfD Alice Weidell a pocas horas de superar el 20,7%  de los votos: «Nuestra fuerza merece formar parte de una nueva coalición de derechas que exprese la voluntad del electorado alemán».  Entre los argumentos centrales de Alternativa para Alemania figura que la crisis de la economía alemana se debe a la falta de combustible barato procedente de Rusia y las formas de energía sostenible después de que el gobierno de Merkel decidiera abandonar la energía nuclear en favor de la energía verde. Dos temas que golpearon en el Ser Nacional de Alemania, según su publicidad.

El gran interrogante que definirá la futura coalición gobernante es si ante la derrota electoral mas profunda en 100 años de la socialdemocracia, las bases aceptarán los acuerdos de cúpula con los conservadores. La voluntad política de la coalición victoriosa definió claramente que es la última oportunidad para tener un gobierno normal en Alemania.

Otro dilema es si la implementación del Cordón Sanitario a la ultraderecha será el antídoto efectivo ante la epidemia neofascista a abortar,  o la experiencia alemana se convertirá en el último bastión de la resistencia de las fuerzas institucionalistas europeas como una avant premier de lo que vendrá, en una Europa atravesada por la era Trump y la crisis de la globalización neoliberal. «

El regreso del armamentismo germano

«La Bundeswehr (Fuerzas Armadas) necesita un equipamiento completo. Esto incluye un ejército de drones con 100.000 drones, 800 nuevos tanques, así como 2000 Patriots y 1000 Taurus solo para Alemania, como escudo protector similar al ‘Domo de Hierro’ (de Israel», dijo Markus Söder, presidente de la Unión Social Cristiana (CSU), integrante del bloque conservador que ganó las elecciones alemanas.

Söder también consideró muy convincente la idea de Friedrich Merz, el seguramente próximo canciller de Alemania y líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), de «establecer además un escudo nuclear europeo».