Intensas lluvias y casi 200 deslizamientos de barro causaron al menos 78 muertos en la antigua ciudad imperial brasileña de Petrópolis, en el estado de Río de Janeiro. Equipos de rescate trabajaban para contrarreloj para hallar sobrevivientes bajo el lodo y los escombros.
«Es una situación casi de guerra», dijo Claudio Castro, gobernador de Río de Janeiro (sureste), en la zona del desastre, en la región serrana del estado, informó la agencia AFP.
La gobernación confirmó 78 muertes, una cifra que puede seguir creciendo con el correr de las horas tras el temporal ocurrido en la tarde del martes en la ciudad ubicada a 68 kilómetros al norte de Río de Janeiro.
Según autoridades locales, se produjeron 189 deslizamientos e inundaciones, que dejaron viviendas reducidas a escombros en laderas arrasadas y vehículos apilados en calles plagadas de agua y barro.
Videos que se viralizaron en redes sociales mostraron imágenes de algunas avenidas de Petrópolis convertidas en ríos correntosos.
Equipos de rescate trabajan en el lugar para socorrer a los afectados, constataron periodistas de la agencia AFP. En su cuenta oficial de Twitter, Defensa Civil indicó que unas 301 personas quedaron sin hogar.
Wendel Pio Lourenço, un habitante de 24 años, caminaba con un televisor en brazos hacia una iglesia cercana en busca de refugio, tras dejar su casa. Sin haber dormido, colaboraba en los rescates e intentaba poner a salvo algunas pertenencias. «Encontré con vida a una niña que estaba soterrada», contó.
La iglesia de Santo Antonio, cercana al área del desastre, abrió sus puertas para recibir a más de 150 personas, evacuadas de sus casas por las inundaciones o el peligro de deslave a causa del temporal.
«Muchos de los que llegan perdieron todo, o perdieron a sus parientes. Es una situación difícil», dijo Celestino, el párroco de la iglesia.
Hasta el momento, unas 80 viviendas fueron afectadas en la localidad de Morro da Oficina y en otras seis áreas se registraron daños, estimaron las autoridades municipales en una nota. Unas 300 personas están siendo atendidas principalmente en escuelas, añadió el gobierno local.
Más de 400 militares trabajan en tareas de auxilio en el lugar junto con equipos de Defensa Civil y bomberos, con perros, vehículos 4×4, botes y una decena de aeronaves, informaron fuentes de la fuerza estatal de bomberos.
«Nadie lo esperaba, fue desesperante, muy triste; tengo amigos que están desaparecidos», dijo Elisabete Pio Lourenço, de 32 años. Hasta el momento, las autoridades no informaron la cantidad de desaparecidos.
En su visita a Rusia, el presidente Jair Bolsonaro deseó que «Dios consuele a los familiares» de las víctimas de la «catástrofe» en Petrópolis, durante una conferencia de prensa conjunta con el anfitrión, Vladimir Putin, a quien agradeció su solidaridad ante lo ocurrido.
Algunos puntos de Petrópolis recibieron hasta 260 milímetros de lluvia en menos de seis horas, un volumen superior a la media histórica para todo febrero (240 mm), de acuerdo con la agencia meteorológica MetSul.
«Las precipitaciones acumuladas son inusuales», señaló la meteoróloga Estael Sias en una nota en el sitio de MetSul, donde asegura que este desastre «no es ni el primero ni será el último», dadas las características climáticas, topográficas y poblacionales de la región.
Brasil vivió en los tres últimos meses episodios de intensas lluvias, especialmente en los estados de Bahía (nordeste) y de Minas Gerais (sudeste), que dejaron decenas de muertos y causaron destrozos en centenares de municipios.
Los científicos sostienen que, debido al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos serán cada vez más recurrentes.
En enero de 2011 más de 900 personas murieron en la región serrana del estado de Río de Janeiro por cuenta de las fuertes lluvias, que provocaron inundaciones y deslizamientos de tierra en una vasta área, incluida Petrópolis y sus vecinas Nova Friburgo, Itaipava y Teresópolis.
Petrópolis, de 300.000 habitantes, es una ciudad turística por su valor histórico, la naturaleza circundante y un clima más ameno en comparación con la costera Río de Janeiro, debido a su altura.
En el pasado fue lugar de veraneo de la antigua Corte imperial brasileña y durante el siglo XVIII e inicios del XIX, fue un punto vital en el camino entre Río y Minas Gerais que encantó por su clima y su paisaje al Emperador Pedro I.
El monarca adquirió tierras para algún día construir su residencia de verano allí, pero fue finalmente su heredero, Pedro II, quien mandó construir el edificio neoclásico concluido en 1862, donde hoy funciona un museo.
Con información de Telam.