El presidente de EEUU pidió al Congreso más de 100 mil millones de dólares extras en concepto de «ayuda» a Israel y Ucrania y para contrarrestar la influencia creciente e China en el mundo, aunque no tiene plafond para conseguir esos fondos. Es que los republicanos, tras la destitución de Kevin McCarthy no se ponen de acuerdo en quién deberá presidir la Cámara baja y dejan al legislativo en un virtual receso.
A pesar del fracaso de su gira por Medio Oriente (ver aparte), Joe Biden insiste en que Estados Unidos debe dirigir los destinos de la humanidad ante el avance de fuerzas que identifica de alguna manera con el mal, como Hamas y Vladimir Putin, pero también a Beijing y a los migrantes centroamericanos. En el pedido –61.400 millones para Kiev y 14.000 para Israel– Biden aprovecha para sumar 13.600 millones destinados a reforzar la frontera con México y otros cerca de 10.000 millones sin asignación declarada.
Con la operación Tormenta de Al Aqsa de Hamas, era de manual que la Casa Blanca saldría en ayuda de su aliado en Medio Oriente. Lo que en el contexto de las presidenciales del año que viene, genera el problema adicional de que la oposición, que controla la Cámara de Representantes, disputa espacios de poder a dentelladas. Donald Trump quiere volver a gobernar pero enfrenta a enemigos internos poderosos y corre el arco señalando que con él en el Salón Oval no se hubiera desatado la guerra en Ucrania ni en Gaza. En concreto, desde el 7-O recaen los argumentos para sostener a Volodimir Zelenski.
De hecho, entre el 28 y el 29 de octubre habrá una cumbre para tratar la paz en Ucrania en Malta. Uno de los invitados por Zelenski es su par turco, Recep Tayyip Erdogan. También tomarán parte Arabia Saudita y Dinamarca. De alguna manera es el reconocimiento de que la contraofensiva contra las tropas rusas en el sureste del país, iniciada en la primavera boreal, no produjo ningún resultado positivo para occidente, que ahora ve en el conflicto de Gaza la oportunidad de dejar caer al excomediante sin que haga demasiado ruido. En la práctica es el segundo fracaso para EE UU en unos dos años, tras abandonar Afganistán en agosto de 2021.
Las lentas diluciones de los imperios atlánticos tienen otro episodio en la región africana del Sahel, donde tras el golpe en Níger del 26 de julio pasado, ahora el gobierno de Emmanuel Macron anunció que el 31 de diciembre próximo dejará territorio nigerino el último de los 1400 soldados franceses. Así lo confirmó el comandante de las Fuerzas Armadas galas, Eric Ozanne, junto al jefe del Estado Mayor del Ejército de Níger, coronel Mamane Sani Kiaou. «Les pedimos que se marcharan y nos gustaría que todo vaya bien», declaró Kiaou.
El golpe que sacó el poder a un gobierno afín a Francia provocó el rechazo de Macron y los países europeos, que establecieron sanciones contra la Junta Militar. Gobiernos de la Unión Africana llegaron a amenazar con una intervención armada. Pero a medida que las aguas se van calmando, se nota que tampoco los países europeos están hoy en condiciones de modelar el continente a su gusto como solían hacer hasta no hace tanto.