La polinización es un proceso clave para la reproducción de las plantas y la formación de nuevas semillas y frutos. De hecho, el 75% de los cultivos globales depende de ella a través del trabajo vital de mariposas, avispas, abejas y otras especies. Sin embargo, se estima que por año se pierde del 2% al 3% de las poblaciones de insectos, un problema a escala global porque un mundo sin insectos no sería viable.
Hasta ahora, se sugería que la disminución en la biodiversidad de insectos a nivel mundial podía estar relacionada a la pérdida de hábitats debido al avance de la agricultura y la urbanización, el cambio climático y el uso extensivo de pesticidas, cuyas evaluaciones de seguridad solo toman en cuenta las dosis letales.
Sin embargo, un estudio internacional del que participó el biólogo argentino Lautaro Gándara mostró que insecticidas en dosis muy bajas, y aún herbicidas y fungicidas que no fueron diseñados para combatir bichos, generan cambios de comportamiento, una merma en la reproducción y mayor mortalidad en insectos. El resultado del trabajo se publicó recientemente en la revista Science y es uno de los pioneros en indagar las consecuencias de dosis subletales de agroquímicos.
“A nivel planetario hay reducciones masivas en las poblaciones de insectos, que no se restringen a especies particulares. Si bien hay muchos estudios en abejas, porque tienen una implicancia económica muy grande, toda la diversidad de insectos parece estar en riesgo y no se sabe con certeza por qué”, comentó Gándara a la agencia de noticias científicas CyTA-Leloir.
El biólogo argentino participó de la investigación en el marco de su posdoctorado en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL, por sus siglas en inglés), en Heidelberg, Alemania.
Efectos colaterales
Para el estudio, los investigadores analizaron más de mil moléculas –incluidas las más usadas a nivel comercial, como el herbicida glifosato y el insecticida imidacloprid– y evaluaron el impacto de dosis subletales en la llamada mosca de la fruta (Drosophila melanogaster). “En esa especie, el 57% de las sustancias analizadas, la mayoría herbicidas, afectó significativamente el comportamiento de las larvas”, comentó Gándara.
Además, los científicos comprobaron que incluso dosis muy pequeñas (subletales) de agroquímicos alteraron el desarrollo y la reproducción de los insectos, al punto de que se redujo la puesta de huevos en un 60%. Esto se detectó no sólo frente a insecticidas, sino también ante cantidades residuales de herbicidas, funguicidas y otros productos que fueron aprobados con objetivos diferentes al de combatir insectos.
“Muchos de estos efectos se amplificaron al aumentar la temperatura de los ensayos, lo que hace pensar que en un escenario de cambio climático ese impacto será aún mayor”, comentó el biólogo.
Pese a lo perturbador de estos hallazgos, el científico argentino es optimista: “No hemos identificado ninguno de estos efectos a lo largo de generaciones, lo cual es bueno porque muestra que no queda una marca epigenética que persiste en la población. Por lo tanto, si se remueve el producto en cuestión, el sistema debería recuperarse”, señaló.
Técnicas accesibles
El investigador destacó que las técnicas que utilizaron para el estudio, conocidas como “fenotipado profundo”, incluyendo métodos de medición metabólicos y fisiológicos, no son costosas. “Se pueden implementar a escala masiva y formar parte de los protocolos estándar a la hora de aprobar un producto, sin que por eso aumenten los costos de producción. Es necesario este tipo de controles a los agroquímicos e ir más allá de la letalidad aguda como único parámetro para testear la seguridad”, resaltó Gándara, quien planeaba regresar a la Argentina al finalizar su posdoctorado, pero que por la situación actual del sector científico está buscando una posición en algún centro de Europa o los Estados Unidos.
“Por otro lado, este tipo de fenotipado profundo se puede aplicar para descartar ciertas moléculas y usar las que no causan efecto y así tratar de revertir este desvío. De hecho, en un 30% de las sustancias que estudiamos no encontramos actividad negativa”, comentó.