Los primeros datos correspondientes al mes de abril sugieren que lejos de una mejoría, la actividad económica continúa barranca abajo. Así lo muestran dos informes que vieron la luz en las últimas horas.
Uno de ellos es el índice general de actividad (IGA) que publica mensualmente la consultora OJF, dirigida por Orlando Ferreres. El indicador registró una caída de 3,1% interanual en abril de 2024, acumulando para el primer cuatrimestre del año una contracción de 6,3%.
De la misma manera, el índice de producción industrial (IPI) elaborado por la fundación FIEL detectó una baja de 14,9% en la actividad manufacturera de abril en comparación con el mismo mes de 2023. En el acumulado del primer cuatrimestre, la caída interanual es de 11,3%.
Algunos datos más finos, sin embargo, dan cuenta de que dentro de la caída generalizada que caracteriza los primeros cinco meses y medio de gestión del gobierno de Javier Milei, hay algunos que logran salir mejor parados que otros. Entre estos se encuentran los sectores primarios como el agropecuario, al que las cuentas le dan bien porque la base de comparación es un 2023 jalonado por la sequía más grande de las últimas seis décadas.
También miden bien las actividades extractivas, como las de minas y canteras. Allí se encuentra incluida la explotación de gas y petróleo.
Quizás por esa razón, en la medición sin estacionalidad (mes contra mes), OJF calculó una leve suba de 1,1% con relación a marzo. El dato es interesante para el relato libertario: “Ya estamos en el rebote de la V de la economía virtuosa que empieza a despegar”, había dicho el propio Milei hace algunas semanas.
Perspectivas
En el informe de Ferreres, sin embargo, se nota que ese eventual rebote es muy localizado y que difícilmente arrastre a la economía en su conjunto. “Para los próximos meses no esperamos una rápida recuperación, aunque los sectores más orientados al mercado externo continuarán empujando positivamente, mientras que sectores como industria, construcción y comercio podrían empezar a mostrar alguna mejora en la medida en que se afiance la baja de la inflación, comience una recomposición de los ingresos, se avance con la unificación cambiaria y se reactive el crédito privado”, señalaron desde esa consultora.
El estudio de FIEL es más pesimista porque se centra en el sector manufacturero, uno de los más nítidos perdedores de este modelo por la caída de la demanda vinculada al desplome en el poder adquisitivo de los trabajadores.
“En algunas ramas puntuales, el retroceso interanual registrado en el mes resultó menor al observado el mes previo, al tiempo que datos de ventas de abril en sectores como la construcción, maquinaria agrícola o industria automotriz, mostraron un impasse en la caída”, reconoce el documento.
“Con alguna probabilidad el retroceso de la actividad industrial haya alcanzado los mayores registros entre marzo y abril, aunque mayo ha anticipado desafíos en materia climática –por ejemplo cortes de gas- o nuevos obstáculos –por ejemplo el abastecimiento de autopartes desde Brasil-“, indicaron desde FIEL. “No obstante, el escenario no permite anticipar una acelerada salida hacia la recuperación de la industria en el corto plazo”, agregaron.