Tres meses después de asumir su primera presidencia, el 24 de agosto de 1946, Juan Domingo Perón, a propuesta de su canciller Juan Atilio Bramuglia, creó la figura del Agregado Obrero y la Escuela de Agregados Obreros para inaugurar la presencia de activistas sindicales en todas las embajadas argentinas. De esta manera convirtió a las trabajadoras y los trabajadores en protagonistas de las relaciones exteriores de nuestro país.

La misión del Agregado Obrero consistía en la representación directa de las fuerzas del trabajo de Argentina ante las fuerzas del trabajo de los distintos países. En la entrega de diplomas de los egresados del curso de preparación en 1949, Perón se refirió al objetivo de esta decisión innovadora, que colocó a los trabajadores en el centro de la arena geopolítica: «El agregado obrero va hacia esos pueblos a ofrecer nuestra amistad, a corregir el anacronismo de todos los tiempos, cuando las relaciones eran de cancillería a cancillería, de hombre a hombre, o de gobierno a gobierno. Nosotros interpretamos la verdadera amistad de los pueblos cuando hay amor de pueblo a pueblo», señaló entonces.

Los agregados obreros eran capacitados en cursos de formación sobre economía, historia argentina, historia de América Latina, sociología, historia del movimiento obrero, geografía argentina y universal. Como afirma Ernesto Semán en su libro Embajadores de la clase obrera, el antecedente se dio en México durante gobierno de Plutarco Elías Calles, quien llegó a designar a seis agregados. Si bien fue una política que finalizó junto a su mandato, fue de gran influencia en nuestro país, estuvo designado Luis Morones, al frente de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM).

En la Argentina, la CGT designaba a los candidatos propuestos por los diferentes gremios para hacer los cursos de capacitación de agregados obreros. A su vez, los sindicatos autónomos designaban los suyos. Durante esos años los agregados tendieron lazos con los trabajadores de los países de la región, constituyendo el ATLAS (Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas), que reunía representantes obreros de Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Salvador, Haití, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Puerto Rico, además de los delegados de Guatemala, Honduras, Paraguay y Venezuela. A expensas

Hasta que en 1955, cuando el golpe militar suprimió la figura del agregado obrero, llegaron a designarse 615 alrededor de todo el mundo. Entre los casos más resonantes se puede mencionar los de Agustín Merlo y Pedro Conde Magdaleno, que transitaron sus experiencias en Estados Unidos y la URSS. Merlo era vecino de Berisso y pertenecía al Sindicato Obrero de la Industria de la Carne. Había sido uno de los trabajadores que participaron en aquel histórico 17 de octubre de 1945. Inició sus funciones el 16 de febrero de 1947 en la embajada argentina en los EE.UU., ubicada en Washington. Por su parte, a Pedro Conde Magdaleno, nacido en Madariaga y secretario general del sindicato de panaderos (UPPA), le tocó como destino la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, donde el placet tuvo dificultades por su condición de obrero. «Agregados, todos los que quieran, pero Agregado Obrero ninguno»fue la respuesta de Moscú, que paradógicamente llevó a tachar la palabra “obrero” en su pasaporte para lograr la admisión. Este agregado argentino, hijo del ascenso social que posibilitaron las políticas del peronismo para los sectores populares, describió asombrado las jornadas laborales interminables, la falta de transporte y vivienda adecuada, los bajos sueldos y las desigualdades entre los trabajadores. De esta forma, el peronismo daba el ejemplo en la URSS de Stalin con la promoción de obreros diplomáticos. En Latinoamérica se puede mencionar el caso de Jaime Tronconi, delegado obrero en Cuba, que puso en contacto al gobierno argentino con un joven dirigente de la Federación de estudiantes universitarios llamado Fidel Castro, a quien le financian su incursión internacional para participar de las movilizaciones en Bogotá durante la creación de la Organización de Estados Americanos. En todas las ocasiones, los agregados dejaron su valioso testimonio a través de su pertenencia al peronismo. 

La experiencia de los agregados obreros del peronismo es la de mayor presencia de trabajadores en las relaciones exteriores de cualquier país en la historia del mundo. Significó la integración de este sector, no solo para decidir sus propias vidas a través de sus salarios y condiciones laborales, sino también para tener una palabra en pie de igualdad para definir las características de su país, en este caso en las relaciones exteriores.

La política histórica de los agregados obreros en nuestra política exterior significó la personificación del pensamiento en acción. Los trabajadores fueron en este ámbito protagonistas de su tiempo. A 78 años del lanzamiento de esta política, el Centro de Política Exterior Peronista «Juan Atilio Bramuglia» se reúne para homenajear la figura de los Agregados Obreros este 24 de febrero a las 18 horas en la sede de la AMAP (Venezuela 1283). En encuentro contará con la participación de los ex ministros de Trabajo, Carlos Tomada, Kelly Olmos y Alfredo Atanasof, la documentalista Virginia Croatto y el historiador Ernesto Semán, autor del libro Embajadores de la clase obrera.