Según un estudio del Conicet, el mate tiene un efecto preventivo sobre el desarrollo y la progresión del Parkinson. Así lo establece un trabajo publicado este martes en la revista especializada Movement Disorders, donde los investigadores robustecen la hipótesis de los efectos benéficos de la yerba mate (Ilex paraguariensis) que había iniciado en 2015 la neuróloga Emilia Gatto.
En aquél entonces, Gatto estableció la existencia de una relación estadística inversa entre el consumo de mate y el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Aquél estudio, que tomó 223 pacientes con Parkinson y 406 casos controlados, sirvió para dar impulso a investigaciones en el campo de la biología celular y molecular con el propósito de poner a prueba dicha relación y poder explicar sus mecanismos. Uno de ellos es el publicado ayer, de Juan Ferrario, investigador adjunto del Consejo en el Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN, UBA), que mostró que la yerba mate (YM) tiene la propiedad de prolongar la vida de las neuronas dopaminérgicas en cultivo.
“Las neuronas dopaminérgicas, relacionadas con control de la locomoción, además de ser las primeras en verse afectadas en los pacientes con Parkinson, son también las que mueren con mayor rapidez en las condiciones de cultivo que nosotros realizamos –entre los 10 y los 15 días–, justamente, por ser más proclives a sufrir daño celular. Nosotros testeamos el efecto de administrar un extracto de yerba mate sobre dicho modelo de neuronas dopaminérgicas en cultivo y vimos que el mate tiene un efecto neuroprotector poderoso –incluso mayor al de otros neuroprotectores conocidos como el Trolox– que enlentece el momento su muerte.”, explica Ferrario.
Una vez caracterizado el extracto de yerba mate, y ver que además de postergar la muerte de las neuronas dopaminérgicas puede estimular el crecimiento de sus axones y dendritas, el equipo se propuso establecer cómo actuaban dos de los compuestos principales de YB: la teobromina y el ácido clorogénico. “Individualmente también actuaban como neuroprotectores, aunque en ambos casos su efecto protector fue ligeramente más bajo que el del extracto de YM en su conjunto. Sin embargo, en sendos casos la neuroprotección fue más potente que la brindada por otros compuestos neuroprotectores ya conocidos como la cafeína, la nicotina y el antioxidante Trolox”, sostiene Ferrario. Y acota: “Lo interesante es que la YM es uno de los principales proveedores naturales de ácido clorogénico y la ingesta de los tomadores de mate es entre tres y cinco mayor que la de los tomadores de café. En este trabajo pudimos demostrar también que este compuesto por sí sólo es un poderoso agente neuroprotector”.
El investigador de Exactas de la UBA destaca que si bien las conocidas propiedades antioxidantes de la YM hacían esperable que brindara cierta protección sobre las neuronas dopaminérgicas, lo “sorprendente” es que tanto la YM como el ácido clorogénico tengan un efecto neuroprotector “más poderoso que un antioxidante reconocido como el Trolox”, lo que hace pensar que el efecto biológico no sólo se debe a las propiedades antioxidantes del mate sino que involucrarían mecanismos celulares aún por descubrir: “Aunque resta mucho trabajo por hacer, nuestro trabajo presta por primera vez evidencia sobre el efecto protector que la YM puede brindar sobre la neuronas dopaminérgicas que se ven afectadas en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson”.