En los últimos días, una cortina de humo proveniente de los incendios forestales en Bolivia, Brasil y Paraguay ha alcanzado varias regiones de Argentina, una situación que afecta la calidad del aire y genera alertas por su impacto en la salud. Este fenómeno está compuesto por partículas contaminantes como cenizas y hollín, las cuales pueden desencadenar complicaciones respiratorias en personas vulnerables.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) emitió advertencias para más de 10 provincias, incluyendo el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), porque el humo combinado con frentes fríos podría provocar una lluvia negra, arrastrando partículas contaminantes, ensuciando el agua de lluvia y afectando el entorno.
Una de las provincias que podría quedar afectada es Misiones. Allí, el director de Alerta Temprana, Daniel Fernández Cata, advirtió sobre la posible llegada del fenómeno conocido como «lluvia negra» a la región de la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. Y habló de precipitaciones oscuras y peligrosas para el ambiente.
Fernández Cata explicó que este fenómeno ambiental ocurre cuando «las partículas suspendidas en la atmósfera, como cenizas o compuestos químicos, se mezclan con gotas de lluvia, generando precipitaciones que pueden tener un color más oscuro de lo habitual». Si bien estas lluvias no siempre son negras, como su nombre lo sugiere, suelen ser contaminantes y afectan al suelo, el agua y la vegetación.
De acuerdo a especialistas, la exposición prolongada al humo puede provocar síntomas como tos, dificultad para respirar e irritación ocular. Las autoridades sanitarias recomiendan limitar las actividades al aire libre y utilizar barbijos.
Las claves de la lluvia negra
La “lluvia negra” se refiere a la precipitación que se vuelve oscura debido a la presencia de contaminantes en el aire, como hollín, carbono negro o cenizas, generalmente vinculada a la contaminación ambiental. Ocurre en general en zonas con intensa actividad industrial, uso extensivo de carbón o grandes incendios forestales.
Si bien pueden provenir de diversas fuentes, como la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo), incendios forestales, o emisiones industriales, en este caso está directamente vinculada a la presencia de partículas contaminantes en la atmósfera provenientes de los enormes incendios forestales que comenzaron en Bolivia y están arrasando zonas del Amazonas y Paraguay. En Asunción midieron contaminación atmosférica superior a la normal promedio, lo que encendió las alarmas entre las autoridades.
A medida que el humo, compuesto por cenizas y hollín, es transportado por los vientos hacia el norte y centro de Argentina, se mezcla con frentes fríos y humedad atmosférica, dando lugar a lluvia contaminada. Las partículas también incluyen componentes como dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, que pueden interactuar con la humedad y formar lluvia ácida.
Hasta el momento, los incendios consumieron cerca de 4 millones de hectáreas de bosques y pastizales solo en Bolivia.