La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) emitió un documento junto al Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, en el marco del Día de las Infancias, donde advierten que se observa «una vulneración preocupante de los derechos de los Niños Niñas y Adolescentes (NNyA) en nuestro país». Desde la pobreza infantil que crece, hasta la falta de alimentación y de cobertura sanitaria, una crisis sin freno que afecta sobre todo a los más vulnerables y que sucede sin formar parte de la agenda política.

«La crisis económica, social y la pobreza, profundizadas en el último quinquenio, exponen inequidades toleradas hasta ahora por parte de nuestra sociedad, no solo en cuestiones sanitarias, sino también en el ámbito social, económico y educativo, que han afectado a las poblaciones más vulnerables. Los preocupantes índices de pobreza y la emergencia alimentaria entre otros parámetros, constituyen una realidad incontrastable. Ser pobre implica ser invisible a toda la sociedad. Ser un niño pobre, es ser aún, más invisible», remarcaron.

Defensa de los derechos de la niñez

La SAP observa con «profunda preocupación» cómo, con motivo de la situación social y económica, se siguen afectando como desde hace décadas, las poblaciones más vulnerables: «El presente y el futuro de los NNyA argentinos es hoy más incierto y preocupante. A medida que nos acercamos al año 2030 queda mucho por hacer para que los ‘Objetivos de Desarrollo Sostenible’ se hagan realidad. Para lograr el hambre cero, una buena salud y bienestar para todos, se debe afrontar seriamente la carga de las inequidades sociales, educativas y de salud de la niñez y adolescencia en Argentina». 

Y acotaron: «Observamos, al igual que gran parte de la sociedad, una vulneración preocupante de los derechos de los NNyA en nuestro país. Lamentablemente no está en la agenda de las políticas públicas desde hace años».

El Observatorio de la Infancia y la Adolescencia de la Sociedad Argentina de Pediatría, en convenio con UNICEF, y el Barómetro de la deuda social de la infancia de la UCA, proporciona periódicamente información accesible y análisis epidemiológicos detallados, para posibilitar la generación de acciones concretas para proteger a la infancia: «Las cifras están. Se deben planificar las acciones en consecuencia».

Pobreza

La pobreza genera una profunda vulneración a los derechos humanos y de la niñez. Quienes viven en situación de pobreza no gozan de manera plena del ejercicio de sus derechos. Por ende, no cuentan con igualdad de oportunidades para acceder a la salud, educación, vivienda, seguridad social u otras prestaciones esenciales para tener una vida digna.

La pobreza infantil en el tercer trimestre de 2023 se estima en 55% (con jurisdicciones que superan el 80%) y la indigencia en 15,7% con cifras estimadas en aumento para 2024. Más de la mitad (51,4%) de los NNyA de 0 a 14 años son pobres. La carencia de red de cloacas afecta a casi el 38% de los hogares de los NNyA en el país, 15% no dispone de agua corriente y más de la mitad reside en viviendas sin acceso a la red de gas.

Foto: Diego Martinez @ildieco_diegomartinezph

«Este problema aqueja particularmente a quienes pertenecen a los estratos sociales más vulnerables –subrayan–. En las estadísticas que expresan promedios, se ocultan cifras más contundentes de la desigualdad de oportunidades. En los estamentos sociales con más bajo nivel educativo y con menor contención en la estructura familiar, los números son aún más preocupantes».

La pobreza impacta en los vínculos familiares, en el juego y en el acceso a la escolaridad, exponiendo a padecer adversidades tempranas asociadas a deficiencias posteriores en el aprendizaje, comportamiento, bienestar físico y mental, efectos que se profundizan mientras mayores sean las carencias.

«Es fundamental que haya un consenso en toda la sociedad sobre la necesidad urgente de reducir progresivamente la pobreza en la niñez en todas sus dimensiones. Abordar la problemática de la pobreza infantil en la Argentina debe ser una prioridad. Es necesario que la niñez y adolescencia estén en la agenda nacional», completaron.

Alimentación

La emergencia alimentaria existe en nuestro país desde 2002 según el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional 108/2002, donde se habla de la inequidad social, que afecta a los estratos más pobres y especialmente a la infancia y la adolescencia.

«Una alimentación inadecuada repercute en el crecimiento, el desarrollo y la salud integral. Hoy en la Argentina, la inseguridad alimentaria afecta al 64,5% de NNyA con un aumento sostenido desde 2004. Esta situación requiere de acciones inmediatas y sostenibles en el tiempo. El hambre en general y en especial de un niño es inadmisible», afirman.

Vacunas

También mencionan otra preocupación: a pesar de observarse una lenta recuperación pos pandemia, las vacunas aplicadas en lactantes para completar el esquema primario, siguen siendo iguales o inferiores al 80%, 15 puntos por debajo de la meta óptima del 95% necesaria para alcanzar una cobertura universal o de rebaño. Cifras oficiales muestran que, para fines de 2023, 112.000 niños de 0 a 5 años no habían recibido ninguna vacuna y 37.000 tenían el esquema incompleto.

«Esta brecha representa un riesgo significativo para la salud pública en general y para los niños en particular –apuntaron–, con consecuencias directas en el aumento de casos de enfermedades prevenibles por vacunación, como la meningitis bacteriana. Esta es una tarea urgente y prioritaria que debe ser afrontada con políticas públicas que alcancen a la totalidad de los NNyA, en todas las jurisdicciones del país».

Educación

«El impacto de la pobreza y la exclusión social se agiganta cuando se pone la mirada en la infancia y su incidencia en la educación. Las políticas educativas actuales no logran garantizar la continuidad escolar y es preocupante la calidad de la educación primaria y secundaria en un entorno de pobreza y marginalidad, en la que muchos de las NNyA del país hoy se encuentran», continuaron.

Si bien la mayoría de los niños de 6 a 17 años de entornos urbanos asisten a escuelas estatales, un niño o niña de 3 a 5 años en el estrato social más bajo tiene 3,5 veces menos posibilidades de asistir a un centro educativo en comparación con sus pares en el estrato medio o alto: «Un adolescente del estrato social más bajo tiene casi 5 veces más probabilidades de estar fuera de la escuela o con sobre-edad en comparación con sus pares del estrato medio-alto y 53,6% de ellos no asiste a la escuela secundaria». 

Según las pruebas Aprender, 7 de cada 10 jóvenes que terminan la escuela secundaria no alcanzan los niveles de conocimiento satisfactorios de matemáticas y 4 de cada 10, en Lengua.

Desafíos de la adolescencia

Según la SAP y la UCA, los mayores riesgos actuales entre los adolescentes son las adicciones y los consumos problemáticos: «El consumo de alcohol y drogas ilícitas en aumento desde 2010, se ha incrementado especialmente en la pos pandemia. La mitad de los adolescentes de 16 a 17 años bebieron alcohol en los últimos 30 días. Resulta alarmante que 4 de cada 10 adolescentes de 13 a 17 años haya probado alguna droga ilegal antes de los 14 años».

«En paralelo a la crisis económica y al empeoramiento de la situación socioeconómica, se está generalizando la violencia urbana, coincidiendo con el aumento del consumo problemático, con el consiguiente crecimiento exponencial de la violencia por la acelerada expansión del narcomenudeo. El fenómeno de la venta de drogas afecta al 61,1% de los NNyA que viven en barrios marginales».

Sostienen que se requiere la implementación de políticas públicas enfocadas a atender, prevenir, sancionar y eliminar el impacto de la violencia armada y el narcotráfico en NNyA, así como estrategias para reducir los riesgos asociados.El embarazo adolescente es otro desafío pendiente.

En Argentina el 70,8% de los embarazos en adolescentes de entre 15 y 19 años no son intencionales y en las menores de 15 años la cifra aumenta a 80%, en general producto de abuso sexual y violación. «Los embarazos y las maternidades en la adolescencia resultan más frecuentes entre quienes tienen menor nivel educativo, lo cual expone una desigualdad social y económica previa a estos fenómenos. El embarazo no intencional se asocia fuertemente con la deserción escolar y tiene implicancias a largo plazo en las posibilidades de inserción laboral de estas madres adolescentes», remarcan. 

Acotan que la “Educación Sexual Integral” es una herramienta importante para prevenir los embarazos adolescentes y el abuso sexual, «pero su implementación efectiva es aún una deuda pendiente».

El trabajo doméstico intensivo de adolescentes al cuidado de sus hermanos que pierden la escolaridad, y la participación en el mercado laboral de NNyA también figuran como motivo de preocupación. Desde el año 2008, la Ley Nacional N° 26.390 prohíbe el trabajo infantil en menores de 16 años. Hoy, el 10% de la población entre 5 y 15 años (763.543 niños) realiza alguna actividad económica o estrategia de supervivencia, sea ésta remunerada o no, llegando al 12,8% en el estrato social más bajo. La tasa de repitencia es el doble en aquellos NNyA que desarrollan actividades productivas: «Debe darse visibilidad a esta situación social, que es inadmisible».

La salud mental

Otro punto es el de las emergencias de salud mental y conductual, que están aumentando entre los niños y jóvenes: «Reducir el estigma en torno a las enfermedades de la salud mental y garantizar el acceso a servicios de salud de calidad es un derecho que se debe respaldar».

En Argentina, se suicidaron 383 adolescentes en el año 2020, de los cuales 9 de cada 10 se produjeron entre los 15 y los 19 años. Días atrás se conoció que las tasas de suicidios siguieron creciendo en 2022 y 2023. «En este grupo, el suicidio representó la principal causa externa de muerte (30%), seguido por los eventos de intención no determinada y los accidentes de tránsito, superando en más de 8 veces a las tasas de los niños de 10 a 14 años». 

Un entorno favorable, una nutrición adecuada y estímulos sensoriales, cognitivos y emocionales apropiados, contribuyen al desarrollo de un cerebro con funciones más integradas y complejas. «Las condiciones socioeconómicas adversas pueden llevar al establecimiento de trastornos físicos y mentales en los niños como trastornos del desarrollo, trastornos alimentarios e intentos de suicidio, entre otros. Es esencial abogar por un entorno positivo y apoyar la inversión en salud pediátrica, especialmente en salud mental», advirtieron.

Más de la mitad de las muertes de niños y adolescentes se deben a causas externas como el suicidio y los accidentes de transporte. En el año 2020 fallecieron 239 NNyA por accidentes de tránsito, de los cuales el 85% tenía entre 15 y 19 años, con un promedio de 266 muertes al año entre 2010 y 2019.

Los primeros 1000 días de vida del niño

Este período de la vida de un niño representa una oportunidad única para construir la salud en el curso de la vida y alcanzar un desarrollo pleno en la vida futura.

La SAP promueve «una adecuada nutrición materna, lactancia exclusiva sostenida hasta los 6 meses, actividad física, hábitos y entornos saludables, cuidado receptivo y sensible, y oportunidades de aprendizaje temprano ya que constituyen los pilares durante esta ventana de 1000 días. La SAP insta a la autoridades locales, provinciales y nacionales a continuar con políticas públicas que tengan como eje los cuidados en esta etapa crucial de la vida de un niño».

Los pediatras que conforman la SAP instaron a quienes tomen decisiones políticas acerca de la niñez y adolescencia a nivel nacional, provincial y municipal, «a que construyan una agenda de trabajo organizada, consensuada y estratégica que pueda revertir las actuales condiciones de la niñez y adolescencia de nuestro país, para que se cumplan los objetivos señalados en la ‘Convención sobre los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes'».

El marco del Día de las infancias soslayan: «es necesario que la niñez y adolescencia estén en la agenda nacional. Desde hace muchos años esto no sucede. No actuar ahora perpetuará ciclos intergeneracionales de pobreza, desigualdad y exclusión social que desde hace décadas afectan a nuestros niños. El momento es ahora».